domingo, 15 de septiembre de 2013

2 + 2 son 5

 
“Educar la mente sin educar el corazón no es educación en absoluto” (Aristóteles).

2 + 2 son 5
 
Los años bisiestos,

los días contados con los dedos

de las mañanas cogidas

por tus manos impares,

los cambios que el viento trae a fin de mes

o los 16.000 besos vividos

que dejan paso a los incalculables,

que me quedan aún por darte.

Todos los minutos pasados de las 12.00h

me recuerdan a tu voz de lluvia,

atada a mi cuello hueco en los paseos

a solas que dan los números primos.

Nos dijeron que 2 + 2 son 4

pero también nos dijeron

que la vida era fácil si te esforzabas,

y esforzarse no es sencillo,

si se te dan mal las matemáticas.

Se me ha pasado la vida en un segundo

a las 5 de la mañana,

tres horas antes de que mi mano

se hiciera pasar por la tuya

y nos quedáramos sólo nosotros dos

retrocediendo en el tiempo

hasta la edad de piedra,

cuando los besos duraban más

porque no se contaban los minutos

y nosotros,

acabamos por multiplicarnos.

2 + 2 son 5,

desde que me da igual el perímetro de tu anatomía

porque me resultas tan perfecto

como el número Pi(π)

o desde que la lluvia,

son gotas de ti que caen encima mía

en una combinación aleatoria bailando

sin razón alguna.

Por un lado mi mente me martiriza con números

por el otro,

mi corazón sólo entiende de lo eterno

y eso me da una tranquilidad…

Llevo escrito un límite finito en mi persona,

mi nombre y mi edad,

etiquetas marcadas a fuego

en la geometría irracional de mi piel.

Sólo tú me ves como soy,

infinita, indefinible, abstracta

porque si me defines, me concretas.

Me limitas.

Lo fundamental,

es el trabajo final de la poca memoria

de aquellos locos que no saben sus años

de las casualidades al azar

y de los que no buscan la perfección matemática,

pues la mayoría de las veces

ni una docena de decimales,

son exactos.

Beatriz Casaus 2013 ©



 

domingo, 1 de septiembre de 2013

Algún día, entonces cuando


“Veo mucho potencial, pero está desperdiciado. Toda una generación trabajando en gasolineras, sirviendo mesas, o siendo esclavos oficinistas. La publicidad nos hace desear coches y ropa, tenemos empleos que odiamos para comprar mierda que no necesitamos. Somos los hijos malditos de la historia, desarraigados y sin objetivos, no hemos sufrido una gran guerra, ni una depresión. Nuestra guerra es la guerra espiritual,  nuestra gran depresión es nuestra vida. Crecimos con la televisión que nos hizo creer que algún día seríamos millonarios, dioses del cine, o estrellas del rock. Pero no lo seremos, y poco a poco lo entendemos, lo que hace que estemos muy cabreados”. (El club de la lucha)

(Extraído de “El incendio de un Sueño” de Charles Bukoswki)
“-¿Por qué no te buscas un trabajo decente?
-No hay ningún trabajo decente. Si un escritor abandona la creación, está muerto.
-¡Oh, vamos, Carl!Hay millones de personas en el mundo que no trabajan en la creación. ¿Quieres decir que están muertas?
-Sí.”


Algún día entonces cuando

Algún día, entonces cuando

levante bien mi cabeza

porque supe decir lo molesto en alto.

Algún día, entonces cuando

el primero al que comience a enseñar un maestro

sea a sí mismo.

Algún día, entonces cuando

la verdad brote en palabras 

de corazones coquetos

porque piensen mejorarse.

Algún día, entonces cuando

me sienta desnuda vestida

y comience a desvestirme

de mis ideas.

Algún día, entonces cuando

pretenda querer sin tener,

sino amar dando.

Algún día, entonces cuando

el poder sea original y no se le antoje mandar.

Algún día, entonces cuando

amar

sea un verbo conjugado por todos.

Algún día, entonces cuando

la educación no sea el adoctrinamiento

de la esclavitud.

Algún día, entonces cuando

el intelectual deje de darle vueltas a la cabeza

mientras el ignorante sigue votando.

Algún día entonces cuando

ser aceptado no sea condición indispensable

para quererse a uno mismo.

Algún día entonces cuando

lo único que de verdad necesite sea oxígeno

y personas que sepan respirarlo.

Algún día entonces cuando:

 Los filósofos no encuentren trabajo porque cada uno sepa sus respuestas.

Las religiones no sean necesarias y no precisen creer en un Dios sino en uno mismo.

Los pesimistas dejan a los optimistas sonreír sin razón.

Los gobiernos no existan porque no sea necesario que una mayoría sea representada por un pequeño grupo de ineptos.

Las clases no se estratifiquen por poderes adquisitivos sino por lecciones de humildad.

Los banqueros sean los que se sientan en los bancos de los parques.

El capital sea la bondad y todos seamos inversores de sus acciones.

El trabajo cambie de nombre, que lo llamen ir a jugar a las 8 de la mañana para convertirte en un profesional de a lo que cada uno le guste.

La igualdad tumbe a las jerarquías y las haga comer de su mano.

Los niños y los ancianos sean los sabios y no los adultos miedosos y parlanchines que hablan mucho sin decir ni hacer nada.

El único dogma a seguir sea vivir según se es y no según pretenden que seas.

El cielo sea un espacio interior y no un sitio que busquemos fuera.

La sociedad se base en buenos valores y prevalezca el corazón a la razón.

La globalización y el sistema de mercados tenga aspiraciones humanas.

La fidelidad sea a la pareja y no a la empresa.


La familia sea un término tan amplio que abarque todo el cielo del planeta y por lo tanto, todos seamos parientes.

 Algún día, entonces cuando

todo esto pase,

yo estaré aquí sentada

probablemente

con una cerveza bien fresquita en la mano,

afirmando que lo he soñado.


Beatriz Casaus 2013 ©