martes, 21 de junio de 2011

Mirar hacia dentro

El ritmo frenético que rige en nuestros días así como el modo de vida en el que vivimos provoca un estado de total agitación en nuestro interior al que no le damos la suficiente importancia o intentamos evadir con todo tipo de artimañas. Vivimos en un tiempo en el que lo único que importa es todo aquello exterior a uno mismo: la casa, el aspecto físico, el coche, el dinero, el trabajo... es decir, todo tipo de aspectos y objetos materiales. También se le da máxima importancia a las relaciones personales a las que acudimos casi de manera obsesiva para encontrar sentido en nuestras vidas. Concebimos ese sentido de nuestra vida como algo ajeno a nosotros mismos, algo que se encuentra en el exterior, sin reparar tan siquiera en la idea de que tenemos un interior por descubrir, y no me refiero sólo al interior que aparece en una radiografía hecha por Rayos X, sino más bien a un interior sutil e invisible ante nuestros ojos. Parece que tomemos conciencia de él sólo cuando nos sentimos mal, entonces nos atañe y nos ponemos manos a la obra para intentar sanarlo de cualquier modo posible. No se nos ha enseñado a apreciarlo y por lo tanto, no sabemos tan siquiera cómo acceder a él. Aquel que habla de ese interior es visto como un místico por lo que puede provocar cierta vergüenza hablar de ello cuando en realidad, debiera ser lo más importante en nuestras vidas y se debería enseñar desde pequeños en las escuelas como tantas otras cosas a las que se hace caso omiso.
En las escuelas se nos enseña, mediante el sistema de educación que prima, a competir para sentirnos mejor y para ser mejores en la sociedad. Sacar buenas notas es lo único que importa y no la adquisición en sí de conocimientos. Desde muy temprana edad se insta a los niños a que dejen de ser creativos para que aprendan historia, matemáticas u otras disciplinas, dando importancia a la memorización de conceptos y no a la creatividad y sensibilidad emocional. Se castra radicalmente la creatividad de los niños, quienes la poseen a raudales, para encauzarles por el mundo de la razón y la lógica. Mundo al que no quiero menospreciar en absoluto pero que a mi parecer se queda cojo sin la polaridad del mundo de las artes. Aquellos niños que no paran quietos en las aulas (quizás por el hecho de que tengan afinidad por la danza o por otras actividades que requieran un mayor ejercicio físico) se les denomina cruelmente como “hiperactivos” y en algunas ocasiones se les medica para que no muestren ese exceso de actividad que interrumpe el proceso de competitividad del resto del alumnado. Este aprendizaje en las escuelas, provoca que se relacione el hecho de sacar una buena nota con ser mejor que el otro y por lo tanto, nuestro concepto de nosotros mismos ya empiece a depender según nos consideren los demás y no por lo que somos cada uno de nosotros.
A medida que vamos creciendo nos vemos inmersos en todo tipo de mensajes a nuestro alrededor que provocan que nos identifiquemos con ellos y perdamos nuestra propia identidad.Si eres mujer, debes estar siempre perfecta y bella y para ello, debes consumir una lista interminable de productos que mediante su uso, provocarán que te parezcas al prototipo de mujer que se supone que debes ser. En el caso de los hombres también sucede esta identidad con el físico pero es un tanto menor ya que su autoestima está más ligada con el estatus social y el trabajo que se desempeñe o el coche que se tenga. Los medios de comunicación se ocupan de esta labor de lavado de cerebro ayudado por multitud de programas de TV, revistas, o demás productos de consumo.

En Oriente u otros lugares del mundo donde conservan una tradición milenaria sin embargo, es inconcebible este modo de ver el mundo. Están acostumbrados a no dejar que el ego sea lo único que les domine porque conocen que tienen un lugar interior sagrado al que se puede acceder sin necesidad de conectarse a una red inalámbrica sino simple y llanamente, escuchándose en silencio.

En la sociedad actual, las personas ocupamos nuestros días con innumerables tareas para no escucharnos. Nos da mierdo reservar un hueco al día para pensar o meditar, pues quizás si nos dejáramos ese espacio, aflorarían sentimientos que intentamos reprimir. Se nos ha inculcado una  forma de vida en el que eres según lo que tengas o lo que parezcas ser y esto ha llevado irremediablemente a que en la actualidad exista el más elevado porcentaje de la historia de la humanidad que sufre trastornos psicológicos.
Un ejercicio sencillo para conocer nuestro interior, es darnos cuenta de un hecho muy sencillo y cotidiano. Cuando preguntas a una persona cómo se llama, la persona suele responder que se llama “Fulanito” y cuando lo hace, suele poner la mano en el pecho y decir: Yo soy tal… o me llamo tal… no ponemos la mano en la cabeza para decir “Yo soy Juanito”, sino que la situamos en el pecho porque inconscientemente, relacionamos nuestra identidad, nuestro Yo, con nuestro corazón.
Cuando conectamos con nuestro interior, dedicando para ello aunque sea unos minutos al día, se descubre un camino directo a nuestras emociones, a nuestra intuición y a un mundo nuevo que sabe perfectamente que no depende de nada más para ser feliz.

Beatriz Casaus 2011 ©

sábado, 11 de junio de 2011

Barcelona (Sants) - Madrid (Atocha)

 
 2h. 38 min 
208 euros el billete de clase preferente. Un dineral para un tren que sale a primera hora de la mañana. ¡Dios mío, no sé si voy a ser capaz de sobrevivir dos horas y media en este tren!, parece que me ahogo en tan pequeño espacio, menos mal que llevo esta camisa tan ligera... voy a tener que pedir una tila doble o tomarme el lexatín caducado que llevo en la cartera siempre por “si acaso”... Me siento destrozado. Estos 4 días en Barcelona han sido como tocar el cielo y el hecho de regresar a la cruda realidad me hace caer desde allí arriba sin paracaídas para mitigar el golpe. Estoy hecho polvo, como si me hubieran dado una paliza. Haber pasado tiempo con Leonor ha sido el mayor regalo que nadie me pudiera haber ofrecido. Su sutil compañía, que te dice todo aunque no articule palabra me ha reconfortado hasta la última célula de mi organismo. Y ahora aquí estoy. No he tenido el coraje para abandonarlo todo y quedarme con ella y vuelvo a lo conocido, al delirio de lo conocido. Mi mujer es una santa ahora que lo pienso por estar conmigo, ¿quién se casaría con alguien tan perdedor?... Leonor es un cielo, pero al mismo tiempo es un cielo gris y frío. No me ha respondido a ninguna de mis insinuaciones, sólo me ha sonreído y me ha preguntado que qué tal estaba yo, si era feliz, y hemos hablado de muchos temas ajenos a nosotros, ¡pero cómo voy a ser feliz si lo único que me hace feliz es ella! Me siento como un adolescente al que una simple sonrisa del ser querido le provoca felicidad sin necesidad de nada más. En ese aspecto, me vuelvo contento a Madrid. A un Madrid poco jocoso.
Pasé sólo la primera noche en el hospital, al día siguiente la dieron el alta y la mandaron a casa. Ha pasado muchas horas durmiendo y durante esos largos ratos conversé con su hermana Erika, su único familiar en Barcelona. Erika me contó la historia brutal de la infancia compartida de las dos hermanas. Resulta que su padre fue alcohólico y maltrataba a su madre y a las dos niñas. A los 15 años, Leonor decidió abandonar el hogar e irse a vivir con sus abuelos, pero al año y pico tuvo que regresar al hogar parental porque sus abuelos no la podían mantener. Durante ese tiempo, su padre empezó a abusar sexualmente de Erika que por aquel entonces era una niña. Y cuando volvió Leonor, también de ella. Su madre era una mujer hundida por el maltrato psicológico pero un día, cogió a sus dos hijas y les dio todo lo que había ahorrado para que escaparan lejos de allí. Les dijo que ella no las podía acompañar porque no podía dejar a su padre, debía seguir ahí, aguantar, porque para ella no había otro horizonte, que la habían educado así...pero que ellas no tenían por qué seguir viviendo ese sufrimiento. A Leonor le dio una pena enorme no poder llevar a su madre consigo pero la preocupación por la salud mental de su hermana pequeña la impulsó a hacerlo. Llegaron a Barcelona casi con lo puesto y allí Leonor se buscó las habichuelas por ella y por su hermana. Leonor trabajó en todo tipo de trabajos para mantenerse y llamaban todas las noches a su madre desde un teléfono público para pedirla que se fuera con ellas y para contarla cómo habían pasado el día, sin embargo su madre nunca aceptó y eso es algo que las niñas nunca entendieron, ni perdonaron. Leonor no consiguió formarse en nada. Su hermana sin embargo había aprovechado el tiempo y se sacó el graduado pagado con el esfuerzo del trabajo de Leonor y con el dinero de las ayudas del estado. Erika ahora estudia una carrera universitaria y Leonor lleva años trabajando de camarera en el bar donde ya lo conocí.
Una hora y 40 minutos. Estoy abrumado por Leonor, por su historia y por su presencia. Ahora puedo entender mejor por qué ella es así. No me quiero ni maginar el calvario que ha pasado desde tan joven. Su padre, los abusos, los abusos a su hermana, el sufrimiento de su madre y la poca valentía en su decisión de abandonarlas a su suerte, el papel de madre de su hermana, sus trabajos… Es una chica tremendamente fuerte e inteligente. Pena que no haya tenido la oportunidad de demostrarlo. Ojalá pudiera ayudarla en ese aspecto. En mi oficina hay mujeres trabajando que no tienen ni la E.G.B. finalizada, quizás podría meterla de administrativa y con el tiempo convertirla en mi secretaria. Ella es lo suficientemente lista como para aprenderlo todo. Tiene una mente rápida y capacidad de sobra para hacer cualquier cosa que se proponga. Además es culta, le encanta leer y aunque no tenga ningún título que la avale, es capaz de mantener conversaciones de todo tipo ya sean de temas científicos como de cualquier trivialidad.
Ahora que lo pienso su hermana también posee esa dulzura y amabilidad, en vez de ser violentas o problemáticas es como si lo único que quisieran dar al mundo es todo el cariño que ellas nunca recibieron. Son como dos ángeles mutilados. Leonor ha estado en su mundo estos días pero sé a ciencia cierta que es porque ya no se fía de ningún hombre. Creo que ni siquiera de mí. Ella misma me ha reconocido que ha vagabundeado el amor en la cama de cualquier hombre que le mostrara un mínimo de atención. Un modo muy particular de buscar afecto... ningún hombre en su sano juicio se acuesta con una mujer para eso, sólo pensamos en lo mismo y no es en cariño precisamente. ¡Me pongo enfermo sólo de pensar que ha pasado por las camas de tantos hombres!… Mi Leonor, que es una gran chica... pero yo no soy una ONG y no puedo ayudarla más que ofreciéndola trabajo, no puedo abandonar a mi familia para que se conviertan también en beneficiarios de los servicios sociales. Los quiero demasiado como para hacerles pasar por eso.
 Una hora. El camino de vuelta presenta un paisaje diferente. Dejar el mar atrás siempre da pena y adentrarse en las tierras áridas de Castilla, en sus interminables llanuras, en sus cálidos tonos y “la terrible estepa castellana” como decía Machado, provoca un choque. Este paisaje seco, amarillo, lleno de campos de cultivo me provocan ganas de salir corriendo por ellos. Ese dicho lo aprendí de mi abuela materna. Era de Cuenca y quería ser actriz pero trabajaba en el campo antes de venirse a vivir a Madrid. Recuerdo que me contaba que cuando estaba trabajando en el huerto, le daban ganas de salir corriendo por los llanos hasta llegar al escurridizo horizonte, que siempre era una línea horizontal... La aridez de Castilla aporta dureza en el carácter de las personas. Eso lo sé. Hay que ser muy fuerte para vivir en Madrid, por ejemplo. Los inviernos son muy duros, llegamos a veces a bajo cero y los veranos son extremadamente calurosos, sin una playa que los suavice. Su gente es dura también, caminan a toda prisa por la calle sin razón a veces y están acostumbrados a largas horas de transporte público, que se ha convertido en el nuevo hacinamiento del s. XXI según mi opinión. Es difícil estar en Madrid y al mismo tiempo es enriquecedor. Un dilema, como todo en mi vida, claro.
Una hora para llegar a Madrid, para ver a mi mujer, me ha dicho que me viene a buscar con el niño y que de allí nos vamos a comprar unos muebles para el jardín que los ha visto de oferta, me imagino que el niño sí que me preguntará por el viaje y me dolerá no decirle la verdad, así que le hablaré de la playa que a él le encanta. Vuelta a la rutina. El martes es el cumple de mi mujer y creo que el mejor regalo que la podría dar son presentarle los papeles del divorcio. No se merece que no la quiera. Mi corazón ya no pertenece a este sitio, se ha quedado a quinientos kilómetros de aquí y a nivel del mar.
¡Leonor! Es lo primero que me viene a la cabeza cuando me despierto... Mirar la monotonía del paisaje me ha medio hipnotizado y me he quedado dormido, ya sólo quedan veinte minutos para llegar a la capital. ¡Qué alegría me da siempre volver a Madrid! Me dan cosquilleos en el estómago cuando quedan pocos kilómetros para llegar, ya sea que viaje en avión, coche o tren, siempre tengo esa sensación…cuando paso más de 2 días fuera de aquí ya lo echo de menos y cuando vuelvo a recorrer sus calles, me siento en casa.

Tres llamadas perdidas en el móvil y un mensaje nuevo, a ver de quién son…
Leonor, Leonor, Leonor.

Beatriz Casaus 2011 ©

jueves, 9 de junio de 2011

Un ejemplo a seguir


Islandia. Aquel recóndito país escandinavo del noroeste europeo al que llevó a la fama la cantante “Björk”. Su capital tiene el nombre más raro de todas las capitales europeas: Reikjavik. Tierra de volcanes que en dos ocasiones han paralizado el espacio aéreo europeo.  País de pocos habitantes  y nombrado en 2009 por la ONU el tercer país más desarrollado del mundo y utiliza las energías renovables  como principal fuente de energía (80%).
Islandia es hoy en día, un ejemplo a seguir: el pueblo ha hecho dimitir a un gobierno entero, lleva a juicio al anterior primer ministro que llevó una mala gestión durante la crisis, nacionalizan los principales bancos, no van a pagar la deuda externa a Holanda y Gran Bretaña a  causa de la mala política financiera y acaban de crear una asamblea popular para reescribir su constitución. Ahí es nada.
Islandia, o un ejemplo de democracia del pueblo.  La palabra democracia etimológicamente hablando proviene del griego “demos-kratos” (pueblo-gobierno). 
En este caso particular, Islandia, o mejor dicho el pueblo de Islandia, es soberano.
Beatriz Casaus 2011 ©

Fuente:
Artículo:  “Islandia lleva a juicio al anterior primer ministro por la crisis” EL PAÍS, 07.06.2011. http://www.elpais.com/articulo/economia/Islandia/lleva/juicio/anterior/primer/ministro/crisis/elpepueco/20110607elpepueco_1/Tes

sábado, 4 de junio de 2011

Madrid (Atocha) - Barcelona (Sants)


2h.52 min
176 euros el billete de preferente, lo que corresponde a un día de trabajo en la oficina aproximadamente. Me pregunto cuántos años llevaré trabajando. A los 17 empecé de camarero en el restaurante de Pepe, amigo de la familia, lo que hace un total de… 24 años, ¡se dice pronto! Y nadie me ha regalado nada, ni siquiera mis padres… los pobres no tenían a veces ni para lo suyo. Me viene a la memoria mi primera novia, Lorena. Me dejó porque siempre llevaba los mismos pantalones. Un buen día me preguntó si no tenía otros y la dije que no y desde entonces no me contestaba mis llamadas, al principio me dolió, pero luego cuando se lo conté a mi madre no paramos de reírnos durante horas…visto desde la distancia, es de chiste. No he tenido un papi que me pagara la carrera ni que me comprara ropa, ni mucho menos un coche, todo lo que tengo, absolutamente todo, es parte de mi esfuerzo personal, de mi trabajo. Por eso le doy valor a las cosas. No soporto a esos adolescentes de ahora que le piden 200 euros a sus padres como el que le pide para ir a comprar el pan, y que luego se amargan sobremanera cuando salen a esa jungla de ahí fuera y ven que nadie les regala nada. Niños mimados, eso es lo que son…bueno, vamos a ver, quedan... 2 horas y 39 minutos para llegar a Barcelona. ¡Ay, cómo adoro esa ciudad!, la arquitectura de Gaudí, el arte en cada uno de sus rincones, la gente bohemia que la adorna, el ambiente artístico, incluso los “yupis” allí parecen más modernos… será que sus trajes son de “Custo”vete a saber… el catalán, es lo malo, no es santo de mi devoción pero… a mí siempre me hablan en castellano amablemente, por suerte. ¿Me he traído el cepillo de dientes? bueno, da igual, me imagino que en el hotel me darán uno, en cuanto llegue lo pregunto. Este hilo musical de bandas sonoras de John Williams y John Barry, me relaja más que una sesión de yoga… No me apetece leer el periódico. Esta mañana me he levantado con buen humor y no quiero estropearlo con las noticias que dan, parece que les pagan por poner todo lo peor que pasa en el mundo. No entiendo esa máxima periodística de que una buena noticia no es noticia. Nos van a amargar a todos con el sopor. ¡Qué ganas de ver a Leonor!, de tocar su cabello ondulado que huele de maravilla, de mirar esos ojos profundos en los que uno se puede perder  y de abrazarla, en sus brazos sí que encuentro paz. Es tan dulce... no me puedo imaginar que de una mala contestación a nadie, tiene dibujada una sonrisa permanente en su rostro y da a todos cariño, ahora que lo pienso, es justo lo contrario a mi mujer. A ella se la oye allá donde va y le gusta ser el centro de atención debatiendo a todos e imponiendo su opinión. Discutimos todo el tiempo, yo creo que es porque le saca una crítica a todo. Está siempre a la defensiva… Leonor sin embargo, nunca quiere causar problema a nadie y con tal de no discutir, se lo guarda para ella misma. A veces tengo la sensación de no saber qué está pensando. Me gusta como es. Su misterio me atrae. Su timidez incluso, la hace más interesante aún. Qué pena lo que la está pasando. El miércoles cuando me enteré salí de la oficina corriendo y les dije que me cogía dos días libres. En casa les he dicho que me voy de viaje de negocios. Mi mujer, como siempre, me ha hecho un bocata para el camino y no me ha preguntado nada más. Nunca me pregunta nada. Es como si los dos supiéramos qué pasa, pero ninguno se atreve a dar el paso. Nos hemos amoldado a esta vida.
Dos horas y 10 minutos. Todo pasa tan deprisa con este tren... no me da tiempo a fijarme en ningún detalle del paisaje, un símil de mi vida, vaya. Todo  va rápido, incluso  hasta este viaje. Todo lo que parece bueno, es pasajero en mi vida. No me da tiempo de agarrarlo y saborearlo. Como si las cosas buenas tuvieran siempre fecha de caducidad. El amor hacia mi mujer hace tiempo que quedó rezagado a la voluntad de sus órdenes. Todo lo que me ha hecho feliz ha durado poco y en estos días, lo noto más. No tengo tiempo para detenerme y pensar. El trabajo es estresante, tanto haces, tanto ganas. Calculan tu eficacia por las horas que facturas. Cuanto más rápido haces todo, más dinero aportas y continúas en el despacho. ¡Cómo me gustaría ser pintor o escritor y tener tiempo para mí! pero claro, hice caso a mi padre y me puse a estudiar derecho porque querían tener un abogado o un médico en la familia… ¿y si no les hubiera hecho caso?... Puede que ahora estuviera viviendo en Barcelona y me hubiera casado con Leonor. Además nuestros hijos serían rubios. Siempre he querido tener hijos rubios y me han salido morenos con ojos como aceitunas, oscuros. Son monísimos eso sí, pero ojalá hubieran salido rubitos... tengo claro que les dejaré estudiar lo que quieran, no voy a permitir que mi mujer siga metiéndole la idea en la cabeza a mi hija Claudia de que estudie económicas. Que estudie cine que es lo que quiere, aunque no le aporte dinero. El dinero no da la felicidad. Si no, que me lo pregunten a mí… y el niño, todavía es pequeño, pero tiene madera de futbolista. El pasado cumpleaños le compré un balón y desde entonces no lo suelta ni para dormir. ¡Que estudien lo que quieran!, quiero que sean felices ante todo. Mis padres sólo querían para mí una profesión que diese dinero porque ellos nunca tuvieron. Pero yo sé lo que es hacer algo por obligación y no por devoción y no quiero cargar con esa cruz de nuevo.
¡Qué hambre tengo! no me apetece ir a la cafetería porque aquí los sándwiches son carísimos y no están muy buenos. Me como el bocata de mi mujer y santas pascuas. He de admitir que cocina como una santa, mejor que mi madre incluso, en eso no hay quien la gane. La paella la sale que ni en los chiringuitos de “la Malvarrosa”. Buff, ¡pero qué ganas de ver a Leonor! y de que me sonría con sus ojos. Dos horas faltan. Dos horas para verla, para tenerla entre mis brazos. ¿Quién habrá sido el malnacido que le habrá hecho eso? Es demasiado inocente. A quién se le ocurre en estos tiempos que corren... Cuando me enteré casi me da algo. Tiene que sentirse tan sola... lleva semanas sin contestarme los mensajes. Debería quedarme a vivir en Barcelona y empezar una nueva vida con ella. Podría abrir un bufete con poca gente, todos de confianza, y empezaríamos algo nuevo, con otra visión. Estoy harto de limpiar los trapos sucios de la empresa. En mis ratos libres, pintaría retratos de Leonor. No me cansaría nunca de ella. Nunca.
Necesito unas vacaciones, estos días me van a sentar genial para desconectar, empiezo a sentir que hay demasiada gente en Madrid. El tráfico por las mañanas es insufrible, los atascos, interminables. Demasiado ruido. Una hora y media. El tiempo parece no pasar cuando voy a ver a mi Leonor. Ya lo decía Einstein con su teoría de la relatividad. Qué tipo tan listo... Estoy seguro que Leonor me quiere, aunque no me lo haya dicho nunca. Ella es así. En cuanto llegue me cojo un taxi en la estación. Tengo que llamar al hotel para decirles que esta noche no iré, la pasaré en el hospital agarrando la mano suave de Leonor. Podría estar así toda la vida.
15 minutos para llegar. Nunca he sentido nada así por nadie. Cuando me casé con mi mujer lo hice porque sabía que ella quería y porque mi familia decía que no podíamos vivir en pecado, que eso había que formalizarlo ante los ojos de Dios. Y me dije que por qué no. Con Leonor sin embargo es pensar en ella y me da un vuelco el corazón. La voy a pedir que se case conmigo. ¡Sí!¡Eso haré! le pediré a mi mujer los papeles del divorcio esta misma semana. Tengo un colega en la oficina que lo tramitará rápido por ser yo, además ahora con el divorcio exprés, no llevará ni un mes. Me casaré con ella a finales de Julio, y tendremos una boda en verano con invitados vestidos de blanco. La voy a pedir matrimonio en cuanto llegue, esta noche ni más ni menos, después de llegar al hotel me pasaré por “Suárez” y le compraré una alianza, una sencilla, como ella. Estoy seguro que le haría feliz, que juntos seríamos felices. Seré un buen padre para el bebé que viene, estoy seguro que saldrá rubio.
Ya estamos en Barcelona. Qué extraña sensación. Ahora echo de menos Madrid. Mi Madrid. Cuando paso más de dos días fuera de él ya lo empiezo a echar de menos. Echo en falta sus calles, su gente, su ambiente. Relación amor-odio.Me pasa igual que con mi mujer. Pero así no puedo seguir.
“¿Cariño?, Sí, Acabo de llegar. Todo bien. Te quiero. Nos vemos.

Beatriz Casaus 2011 ©