domingo, 26 de junio de 2022

Nadir

 "¿Estás seguro de que estamos despiertos? me parece que aún dormidos, soñamos" (Sueño de una noche de verano, William Shakespeare)


Sueños de una mañana

se acercan en la misma posición celeste

en la que sale el sol.

No es el zénit lo que acaricia el deseo,

sino lo diametralmente opuesto.

Su nadir, me atrae más y me embarca 

en dulces ironías

flotando como el aire 

enmarañado de pensamientos.

Se acerca esa marejada,

su mirada oculta y perdida

en los albores de mi memoria.

Allí donde caen los recuerdos al ser olvidados.

Todo lo recoge ese sol del horizonte,

se lo lleva el recuerdo palpitante.

Voy construyendo los pasos en libertad

mientras me levanto sola en esta habitación,

donde se han perdido los gemidos de un placer lejano.

Ya no me levanto por las noches

a contemplar las vísceras de los días caídos.

Los ojos me pesan como losas cargadas de costumbres.

Vivo sin esperar nada a cambio.

Vivo, por si pueden cambiar las cosas.

Las esperas nunca han sido lo mío

y sin embargo son mi mejor costumbre.

Es la noche la que me acoge

entre sus infatigables brazos de descanso.

Allí me puedo derrumbar si quiero

y ser un huésped en mi propia casa.

Lo más lejano del punto opuesto,

brillante, luminoso, soy,

porque no puedes ser amanecer

sin haber tocado el ocaso.

El mismo punto conecta entre una y otra cosa.

Es el declive del éxito lo que hace saborear la gloria.

Aguas bravas empapan los tiempos

en los que los soñadores

mirábamos por la ventana.

Todo es cuestión de intención.

Qué alimentar en los castillos

que cada uno se ha construido.

Las noches más oscuras acompañan 

a las mañanas más luminosas.

Luces y sombras son la misma cosa.  

No hay nada más placentero

que adentrarse en el propio hecho

de perderse para saber tu procedencia.

Solo los valientes caen para levantarse,

los que indagan en las profundidades

para conocer las superficies 

con soberana facilidad y desapego.

Todo llega cuando estás más lejos de algo.

Vuelve,

para tocar los oscuros espejos del nadir.

Robados de esperanza y consuelo.

De esa esperanza

de llegar a lo alto

para saborear el suelo.

 

Beatriz Casaus 2022 ©