viernes, 18 de abril de 2014

Dos poemas: Ventanas de mar y Belleza

"Todo aquel que no viva por encima de sus posibilidades sufre de falta de imaginación" (Óscar Wilde)

"Yo soy revolucionario. No hay verdadero poeta que no sea revolucionario. " (Federico García Lorca)




Ventanas de mar


Levanté mis dedos hacia el cielo

alcé la voz hasta devorármela,

grité:


¡¿Qué hay en mí que no puedo mirar?!


no hubo respuesta en ese tiempo.


Me desarmé de mis vestiduras,

sin mi nombre y creencias

enfrenté al mar.


Humedecí mis labios

sedientos de vida,

pero su agua salada en sudor de lágrimas

sólo me provocaba más sed .


Descubrí una nueva clase de néctar

para aquellos

que no tienen precipicios

desde donde saltar,

la comodidad.


Respiré de esa marisma,

como ella me respiró a mí,

intenté convertirme en aquel océano,

pero me ahogaba.

El olor a algas y a sal

impregnaron mis pesadillas.

Me agarré a las únicas palabras que conocía bien:


“Te quiero”

y llegué a la orilla.



Beatriz Casaus 2014 ©



Belleza


No es otra cosa lo que sucede,

es la belleza lo que no sucede.


Hay diques de contención

emanando silencio a borbotones

por un corazón huidizo,

plantillas decoradas

en la práctica del día a día,

la rutina que llega sin remedio.


Tiene color de ceniza,

color de bosque derrotado

de roble hecho añicos.

Es el mismo suelo que arrancado

de sus cimientos

echa a andar.


Es la espera sin sustancia,

su último refugio, lo que no llega,

lo que no avanza, lo que espera,

en esta ilusión gris fuera de Dios.


Consiste en abrir una rendija

a través de la cual se pueden observar

los asuntos que nos ocupan a todos.

Los mismos miedos, las mismas dudas,

los mismos sueños.

Los que van y los que vienen,

que son lo mismo desde diferentes entradas.

Una salida no es sino una entrada

hacia otro lado,

lo único que permanece,

es todo lo que no arrastra al abismo.


La belleza debería quitarse de en medio

una temporada,

tengo la profunda convicción

de que con ella no va la cosa.

De que es una ilusión, de que no hace medrar,

y de que nos mantiene distraídos.


¿Qué sabrán ellos de la belleza

si sólo la conciben con sus ojos?



Beatriz Casaus 2014 ©