miércoles, 22 de noviembre de 2017

Miradas que solo saben despedirse


“La imaginación no es un estado: es la existencia humana en sí misma.” (William Blake)

William Blake fue un poeta, pintor y grabador inglés del S. XIX. Debido a su singularidad artística diferente al arte imperante de la época y a su fuerte espiritualidad, fue un verdadero incomprendido, siendo incluso objeto de escarnio público en su tiempo. Hoy en día, sin embargo, es considerado como uno de los mejores artistas ingleses de todos los tiempos. Durante gran parte de su vida vivió en la pobreza y alejado del reconocimiento del público que le llegaría un siglo después de su muerte. Sin embargo, Blake vivió feliz al lado de su fiel mujer y manteniendo vivo su arte a través de sus visiones.

Varias cosas me han interesado siempre de Blake, la primera, mi empatía hacia su contenido profético y visionario, comparto su espiritualidad y es difícil ser entendido por ello, tanto en su época como por desgracia también en la mía. Con tan solo nueves años explicó a sus padres que había tenido una visión de un árbol lleno de ángeles. Sus visiones se mantuvieron durante el transcurso de su vida y fueron para él intensamente reales dejando una profunda huella en su arte y en sus escritos.
Le conocí gracias a mi grupo favorito “The Doors”, que precisamente se bautizaron con ese nombre en homenaje a uno de sus versos más conocidos: “Si las puertas de la percepción se abrieran, el hombre vería el mundo en todo el esplendor de su belleza” y a partir de haberle leído, me hice yo también una ferviente admiradora suya. Comparto con él no solo su lado místico sino también su desacuerdo con las injusticias sociales, su denuncia a la tiranía y a la corrupción del poder. Detestaba la esclavitud y creía en la igualdad sexual y racial y dentro de su simbolismo místico, creía en el Dios del Nuevo Testamento, y se sentía lejano al Dios del Antiguo Testamento, exactamente lo mismo que me ha pasado siempre a mí.
Leer a Blake es vivir la magia, es adentrarte en el mundo de la imaginación y dejar que se libere, es encontrar la verdad en lo imposible para abrir esa “percepción” y atestiguar lo que es real más allá de este mundo limitado. Blake tenía una mirada diferente, yendo más lejos de lo bello, volando a lo infinito.
Os dejo con dos extractos de dos poemas suyos y con mi último poema, "Miradas que solo saben despedirse". ¡Que tengáis un precioso presente!

 “Para ver un mundo en un
grano de arena
y un paraíso en una flor
silvestre,
sostén el infinito en la
palma de la mano
y la eternidad en una
hora…”
(William Blake)
 
“Oh, ¿qué tierra es la Tierra de los
sueños?
¿cuáles son sus montañas, y cuáles
sus ríos?
¡Oh padre! allí vi a mi madre,
entre los lirios junto a las aguas bellas.
¡Padre, oh Padre! ¿qué hacemos
aquí?
en esta tierra de incredulidad y
terror?
La Tierra de los sueños, allá lejos,
por sobre el lucero del alba.”
(William Blake)









Miradas que solo saben despedirse

Despierta después de un sueño lúcido
toco sin éxito una mano
que desconoce una partida.
 
Solitaria, abrupta está
la árida esperanza
enredada en sollozos de alegría.
 
He acabado con todas las ráfagas del viento
y limpiado mis pupilas
para mirar sin temor.
 
Si alguien te conoce como yo
que nos presente de nuevo
para revivir lo vivido contigo
hasta el final de los recuerdos.
 
Me gusta ser un escaparate,
no puedo ocultar lo que siento
y mostrar incluso
lo que está en la trastienda.
Sé olvidar que ha sido besada mi alma,
y cosido con un hilo invisible
lo que estaba roto
e incluso perdido.
 
Hay miradas que solo saben despedirse
bajo una lumbre de luz
que no da calor.
 
Estos desperdicios son mis restos
no los tires
los he guardado mientras recomponía sus piezas,
consérvalos en una urna de nubes
para que nadie los alcance.
 
Estoy financiada a plazos:
me gusta repartir abrazos de poco en poco
porque sé que las deudas ahogan
a los que los deben.
Lo más triste que sé
es que hay gente que muere sin darlos.
 
La búsqueda perpetua
entre puertos sin faro.
Aún me conservo de pie
con todo lo que ello conlleva:
mis sentimientos en ristre,
mis brazos en jarra
y mis lamentos en alto.
 
Mientras canto,
los nudos no se cansan de apretarme
y yo no soy un nudo,
soy un lazo.
 
Hay miradas que solo saben soñar
pero después de esas hay pocas.
 
Alcanzo una gota que muere
sin llegar al mar
como el desgarro que produce
dejar de ser.
 
El aleteo de un sentimiento
vuela
sin necesidad de ser pronunciado
pero este silencio que siento
hace mucho ruido.
 
Creo que soy una de esas
que vuelan sin destino.
Con los pequeños gestos delatando
el limbo entre una palabra y otra.
Sigilosa, lujuriosa y desnuda
encontrando en cada bocanada de aire
un consuelo que respirar.
 
Al cielo lo que es del cielo:
lo que me gusta es mirarte despacio
devolviéndote lo que es tuyo.
Mi sitio favorito del mundo
es a tu lado.
 
Beatriz Casaus 2017 ©