sábado, 10 de junio de 2017

El lado bueno de las cosas




El otro día en una conferencia de una autora que me gusta mucho pero cuyo nombre no voy a desvelar porque no viene al caso, a la pregunta de una persona en el público que le hizo: “¿por qué hay tanto mal en el mundo?” ella contestó con un ejercicio dejándonos a todos reflexionando sobre su mensaje. El ejercicio consistía en lo siguiente, nos dijo que miráramos hacia nuestro alrededor y que nos fijáramos y memorizáramos todo lo que fuese o tuviera color rojo. Nos tomamos para ello unos segundos en silencio y después de pasados esos instantes nos preguntó: “ahora decidme todo lo que recordáis que fuera azul”. Todos los asistentes nos reímos porque no podíamos recordar nada azul ya que habíamos puesto toda nuestra atención en encontrar cosas que fueran o tuvieran rojo sin pararnos tan siquiera a percibir otro color que no fuera ese. Con este ejercicio la autora estableció una metáfora entre esos colores y lo malo que ocurre en el mundo frente a lo bueno que también sucede, pero de lo que no nos damos cuenta porque no le prestamos atención y tampoco se le da suficiente importancia. Todos los días suceden cosas maravillosas y positivas en todas partes sin embargo ello no suscita la misma repercusión que las malas noticias en los medios de comunicación. Precisamente son las noticias malas las de mayor calado y a las que más bombo se les da. En el recinto donde se mantenía la reunión, sin embargo, había muchos más objetos de color azul que de rojo e intuimos que aquello era un reflejo de lo que en el mundo también sucede. Este pensamiento me recordó a la frase “Donde pones tu atención en eso te conviertes” y en lo importante que es el darnos cuenta de en dónde está nuestra atención o en qué nos enfocamos porque de algún modo en ello nos convertimos. La madre Teresa de Calcuta dijo “hace falta que una persona origine daño para que en cien surjan actos de amor” .Por lo tanto, el bien es mayoría y enfocarse en el bien hace el mal más pequeño.

Cada cual pone su atención en aquello que quiera y en lo que le importe como es lógico. Sin duda no hay que hacer una distinción entre unos y otros, pero me parece sumamente descriptivo de alguien saber aquello en lo que se fija para conocer cómo es. Es muy importante darse cuenta y tomar conciencia sobre aquello a lo que prestamos atención, ¿sobre qué nos enfocamos? ¿Qué nos importa? ¿A qué dedicamos nuestros pensamientos? pues ello significa en última instancia en qué depositamos nuestro tiempo y a qué estamos dedicando nuestra energía. Nos podemos enfocar en infinidad de cosas, pero intentar prestar atención sobre lo que prestamos atención por redundante que suene sería lo ideal. Tomar conciencia sobre aquello en lo que depositamos la mayor parte de nuestros pensamientos nos ayudará a mejorar nuestra calidad de vida. Si estamos alerta, cuando percibamos pensamientos negativos nos daremos cuenta y si enseguida los sustituimos por algo positivo, nuestro estado de ánimo mejorará y por ende, poco a poco todo lo demás. Si estamos constantemente enfocándonos en pensamientos negativos, en juicios sobre otras personas, en criticarlas, en ver el lado malo de las cosas, con toda seguridad seremos personas que están frustradas, amargadas y que finalmente no disfrutan la vida como merece o no intentan ser felices. Si nos enfocamos sin embargo en lo bueno de las personas, les admiramos, no las criticamos ni juzgamos y vamos por el mundo intentando dar lo mejor de nosotros mismos, al menos estaremos intentando ser felices y es probable que estemos más contentos y satisfechos con nuestras vidas. Es cuestión de darse cuenta y de una elección, al fin y al cabo: pensar en positivo o en negativo. En enfocarse en una u otra cosa.

He conocido a personas bellas por dentro que tienen en vez de deseos, lo que yo llamaría aspiraciones. Sus pensamientos van más allá de la cotidianidad del día a día. Se enfocan en mejorar personalmente, en leer sobre temas elevados, en dedicar su tiempo a evolucionar como seres humanos y en ayudar a los demás de algún modo posible, intentan no juzgar y se libran del sistema de creencias implantado por la sociedad en la que viven o de la que han aprendido. Están contentos y agradecidos y no pierden el tiempo con un cuchicheo ni un juicio o crítica hacia alguien, pues son muy conscientes de sus acciones. También he conocido personas normales que no se meten con nadie y que intentan llevar sus vidas lo mejor que pueden, sin más y por otro lado, también hay personas que se encuentran en el nivel de estancamiento del que habla la imagen que he añadido a este post. Son ese tipo de personas que cuando te cruzas con ellas te miran de arriba abajo, ponen mala cara, y suelen hablar de los demás no de forma muy considerada, llamémosle así. En mi caso y por fortuna el caso también de muchos, soy una persona alegre y positiva y eso a veces despierta en ese otro tipo de individuos sentimientos encontrados de amargura, siendo a veces foco de su mal humor debido a su insatisfacción personal. Porque seamos sinceros, algunas personas albergan sentimientos tan bajos y pueriles como la envidia y el odio y además los alimentan. El ser humano es capaz de sentir sentimientos malos y buenos, es completamente comprensible en la naturaleza humana pero si se sacan a la luz los negativos para aceptarlos, tal y como indicaba Carl Jung hacia el encuentro con nuestra sombra: Uno no se ilumina imaginándose figuras de luz, sino tornando la oscuridad consciente”, esos malos sentimientos tienden a desvanecerse y en algún momento desaparecerán. Si de modo voluntario uno se enfoca en los pensamientos buenos nos traerá paz, alegría y nos acercará más a la felicidad, mientras que los otros producen el efecto contrario, por ello lo conveniente es trabajar encarecidamente para tener pensamientos buenos y enfocarse en ellos, es cuestión de práctica por simple que parezca.

Lo que distingue a unas personas de otras no es sólo qué siente sino qué sentimientos alimenta. Si presta atención a sentimientos de amor, paz, compasión y si se enfoca en ellos o si por el contrario presta atención a esa parte tan baja y negativa alimentándolos además. Esos sentimientos no son nada productivos, al contrario, llevan a la desidia más extrema y a una insatisfacción existencial que repercutirá en otros ámbitos. Sin embargo, es probable que esas personas que tratan mal o tienen gestos desconsiderados con algunos, en sus contextos personales se comporten de forma diferente. En una entrevista al psicólogo evolutivo Michael Tomasello, le preguntaron por qué podemos ser muy amables con la gente de nuestro entorno y luego ser despiadados en otros contextos, como por ejemplo en el laboral. Tomasello argumentó que “nuestros valores varían en función de en qué círculo nos movamos. No nos comportamos igual con el conocido que con el desconocido”. Por lo tanto, lo congruente sería actuar bien con todo el mundo ya sea conocido o desconocido, pertenezca a nuestro círculo íntimo o no. En fin, dar lo mejor de cada uno siempre, con todos y en todas las circunstancias. El ensayista Josema Melli apunta lo siguiente “Homologar ambos comportamientos es una de las grandes aspiraciones de la ética, qué podemos hacer para pasar del círculo íntimo al círculo público con la misma actitud empática”. En mi caso siempre he defendido la idea de que todos los seres humanos somos iguales y todos merecemos un trato justo y afable, incluso cuando recibimos de parte de ellos un trato negativo, que es lo más difícil, pero por ello hay que practicar con el ejemplo. El escritor Fernando Sabater en su libro “Los siete pecados capitales” dice: “Las virtudes no se aprenden en abstracto. Hay que buscar a las personas que las posean para poder aprenderlas”. Por eso es tan importante siempre dar ejemplo. Los niños aprenden por imitación de sus adultos y ven en ellos el ejemplo a seguir en su modo de comportarse. Dar ejemplo es una tarea casi hercúlea, pero necesaria. La práctica es mil veces más potente que la teoría y uno mismo es el único ser capaz de cambiar las cosas. Gandhi bien lo sabía cuando dijo “Sé el cambio que quieres ver en el mundo”. Esta frase es para mí una de las máximas que intento seguir a ultranza. Ser exactamente lo que quieres ver en el exterior, empezando tan cerca como en uno mismo.

Quien me conoce sabe que soy amable y educada con todos y que es difícil que alguien me vea enfadada con otra persona, a no ser que se cometa una injusticia, entonces defenderé desde el respeto y la educación, jamás usando la violencia, los gritos o las malas artes. Esto no quiere decir que todo el mundo me caiga bien. He de reconocer que soy una persona bastante transparente en este aspecto y si algo no me gusta tanto como si algo me gusta, se me nota y no finjo. Poca gente me cae o ha caído mal, pero si se da el caso, que, por supuesto me ocurre como a cualquiera, no niego mis sentimientos, sino que los acepto y actúo en consecuencia con lo que siento, creo y pienso. No le puedo negar el saludo ni un trato amable a nadie, pero desde luego no iré buscando a esa persona ni entablando conversación con ella. Creo que hay que ser consecuente con lo que uno siente, pero siempre desde el respeto y la amabilidad pues todo el mundo merece ser tratado con sumo respeto y con la mejor intención. Hay que saber gestionar las emociones y los sentimientos y no caer en el grave error de acrecentarlos, ni los buenos ni los malos. En el caso de que alguien te caiga mal es mejor no pensar en esa persona y si se da la tesitura de que se hace, siempre deseándole lo mejor y enviándole las mejores intenciones y energías posibles pues todo lo que das se te devuelve, ya sea malo o bueno y a mí me gusta ir deseando a la gente el bien. Ahondando también en lo personal ahora que he hecho de forma pública mi relación sentimental, aunque en septiembre haga cinco años en ella, he tenido la inmensa fortuna de recibir una tonelada de mensajes, llamadas, besos y abrazos de personas que se han alegrado mucho por esta noticia y ha sido genial poder compartir con ellos de una vez nuestra alegría, pero también han habido otras que no se han alegrado (muy muy pocas) y en otras incluso en las que hemos despertado su odio por disparatado que suene. Tengo la creencia de que todo lo que se envía se devuelve multiplicado, por eso hay que ser muy consciente de qué enviamos y es hasta casi un acto egoísta desear el bien, pues así se nos devuelve también. Por mi parte me quedo con todo el amor que hemos recibido que además ha sido mucho y por ello me siento tremendamente afortunada y agradecida y a los que nos envían pensamientos negativos yo les envío lo contrario, todo el amor posible. La luz puede a la oscuridad siempre. El amor al odio, la paz a la guerra por mucho ruido que haga. No hay que luchar, quien quiera luchar que luche pero creo que en vez de luchar hay que estar a favor de la paz, del amor, y repartir ese cambio que sé que todos en realidad queremos escuchar en las noticias y que tanto anhelamos. Si la gente siguiera la máxima del rey Salomón el mundo estaría lleno de ciegos sin dientes y esa no es ninguna solución. Así que tomemos conciencia sobre nosotros mismos, sobre dónde nos enfocamos, deseemos el bien y seamos felices o al menos lo intentemos. Tratemos bien a todos pues la felicidad también tiene que ver sobre cómo nos tratamos a nosotros mismos y a los demás.

¡¡Que tengáis un buen día todos!! amigos, enemigos, conocidos, no conocidos, círculo cercano o personas completamente desconocidas, a todos y a cada uno, feliz día y feliz vida :)

Beatriz Casaus 2017 ©


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