"Yo soy revolucionario. No hay verdadero poeta que no sea revolucionario. " (Federico García Lorca)
Ventanas de mar
alcé la voz hasta devorármela,
grité:
¡¿Qué hay en mí que no puedo mirar?!
no hubo respuesta en ese tiempo.
Me desarmé de mis vestiduras,
sin mi nombre y creencias
enfrenté al mar.
Humedecí mis labios
sedientos de vida,
pero su agua salada en sudor de lágrimas
sólo me provocaba más sed .
Descubrí una nueva clase de néctar
para aquellos
que no tienen precipicios
desde donde saltar,
la comodidad.
Respiré de esa marisma,
como ella me respiró a mí,
intenté convertirme en aquel océano,
pero me ahogaba.
El olor a algas y a sal
impregnaron mis pesadillas.
Me agarré a las únicas palabras que conocía bien:
“Te quiero”
y llegué a la orilla.
Belleza
No es otra cosa lo que sucede,
es la belleza lo que no sucede.
Hay diques de contención
emanando silencio a borbotones
por un corazón huidizo,
plantillas decoradas
en la práctica del día a día,
la rutina que llega sin remedio.
Tiene color de ceniza,
color de bosque derrotado
de roble hecho añicos.
Es el mismo suelo que arrancado
de sus cimientos
echa a andar.
Es la espera sin sustancia,
su último refugio, lo que no llega,
lo que no avanza, lo que espera,
en esta ilusión gris fuera de Dios.
Consiste en abrir una rendija
a través de la cual se pueden observar
los asuntos que nos ocupan a todos.
Los mismos miedos, las mismas dudas,
los mismos sueños.
Los que van y los que vienen,
que son lo mismo desde diferentes entradas.
Una salida no es sino una entrada
hacia otro lado,
lo único que permanece,
es todo lo que no arrastra al abismo.
La belleza debería quitarse de en medio
una temporada,
tengo la profunda convicción
de que con ella no va la cosa.
De que es una ilusión, de que no hace medrar,
y de que nos mantiene distraídos.
¿Qué sabrán ellos de la belleza
si sólo la conciben con sus ojos?
Beatriz Casaus 2014 ©