Lo frágil no dura
Lo frágil,
lo etéreo de las palabras
que se sumergen y marchitan.
Tan solo el volátil instante,
permanece.
El gesto del agua se hunde
en el océano del cuerpo
flotando a la deriva,
sobre el pensamiento
que la mente distraída alberga.
Allí donde los miedos se mezclan
con las cabezas desiertas.
Lo frágil,
vuelve a hundirse como una balsa,
empapada sobre la prístina intención
que mueve a la caricia que calienta el sol.
Allí los abrazos se convierten
en una afrenta
para los que los han olvidado
bajo el aspecto pulcro
de una expresión blasfema
que hace obedecer con voluntad robada.
Los ásperos días no se delatan,
ocurren sin más
engullidos por la indolencia
se derriten en el calendario
mientras espero un milagro
con nombre de persona.
La frágil magia,
envuelve a los enamorados
con el paso de los años
y los mantiene unidos al unísono
de un simétrico compás.
Su imprecisa creencia en lo imposible
bajo el dominio de la propia voluntad
para cambiar el mundo,
aquella que nos permite creer
que es abstracto
cuando está constituido
por personas particulares
cargando sueños y memorias,
calculando una huida
que queda a la misma distancia
de quedarse.
La fragilidad,
de reverenciar el pasado
sin el bullicio del arrepentimiento
sintiendo la disolución del orgullo
que abriga y da calor.
Haber caminado sobre el mar
de un campo en sequía,
bajo la estela de una estrella fugaz
con el suave oleaje que envuelve
el aroma de la frágil existencia.
Descubrir el secreto de la clara
y simple satisfacción de ser
cuando el único lujo es permitirse
vestirse con un sueño,
porque venderse,
a cierta edad no es apropiado.
Beatriz Casaus 2017 ©