“Si nunca te vuelvo a ver siempre te llevaré conmigo; adentro, afuera, en mis dedos, y en los bordes del cerebro y en centros de centros de lo que soy y de lo que queda.” (Charles Bukowski)
Dos noches opacas
disfrutan de este momento.
Pero no es disfrutar,
es matar la costumbre de sufrir.
He caído y reído a partes iguales,
como dos mitades de un precipicio.
Ahora lo nuevo llega tarde.
Y yo me sigo alimentando de ilusiones.
Es querer comerte crudo,
sin parabenos ni venenos varios.
Las superficies nunca me parecieron tan atractivas
como la propia esencia,
esa que deja de ser
cuando no he llegado aún a hacerme
una conclusión de ti.
Pues parece que se ha quedado buena noche
o que el verano se ha acabado
y a mí se me ha quedado una cara de tonta
con tu sonrisa…
esa que me dio de comer en su momento
y que aún me sigue dando hambre.
Ya toca recogerse,
apagarse la luz de este éxtasis
que ha durado más bien poco.
Da igual,
me quedo con lo se queda,
tu mirada vacía de mí.
Pronto o tarde,
pero siempre
hagamos de la felicidad
nuestra mejor costumbre.
Beatriz Casaus 2021 ©