“Todo el mundo es un genio, pero si juzgas a un pez por su habilidad de trepar árboles, vivirá toda su vida pensando que es un inútil.”
Cada vez que me doy cuenta de que me estoy hablando mal, inmediatamente
intento frenar ese diálogo interno y recordar la imagen de mí misma de cuando
era un bebé.
Nunca le hablaría mal ni a ese bebé ni a ningún niño. Por lo
tanto, si me hablo mal a mí, le estoy hablando mal a ese bebé, porque soy la
misma persona aunque unos cuantos (muchos) años después, jiji.
No debemos hablarnos mal ni auto flagelarnos pues nunca lo
haríamos con ese bebé que fuimos. Este pensamiento trae paz inmediata. Es
instantáneo y muy efectivo.
Hay que recordar siempre y repetirse como un mantra pero integrándolo
de forma genuina, que ocurra lo que ocurra, me trataré bien y que en nuestro
interior, siempre habrá paz.
Cada uno de nosotros somos lo más importante de nuestras
vidas. No hablarnos mal y no juzgarnos es el comienzo de una práctica bondadosa
hacia nosotros.
El hablarse bien es una muestra de amor, tal y como lo hacemos
con los demás. Hay que hacernos responsables de ello, pues nos otorga poder y
nos saca del victimismo.
El mismo amor que vamos a compartir es el que debemos
utilizar para con nosotros primero. Ya todos sabemos que de donde no hay, no se
puede sacar.
Seamos buenos con nosotros mismos como lo seríamos con la
persona a la que más queremos. No nos hagamos más auto sabotajes. Podemos ser
nuestro mayor enemigo y los únicos que nos marcamos límites a nosotros mismos. Dejemos
de autocriticarnos tanto. Yo como buena Virgo, tengo la necesidad de aprender a
no hacerlo. Pero me esfuerzo en conseguirlo.
En el momento en que me di cuenta de este hecho, el amor
hacia mí misma se desarrolló. No todos nos amamos desde que nos conocemos,
algunos lo hemos ido aprendiendo por el camino. A mí, en particular me ha
llevado toda una vida aprenderlo, por eso me gusta cumplir años. Porque cada
año aprendo a amarme y a amar mejor a los demás.
Las únicas limitaciones son nuestras creencias sobre
nosotros mismos y a veces, somos como ese elefante que sigue atado a un palito
pensando que no puede moverse de allí, porque de pequeño le ataron y no podía
moverse, y se cree que ya de mayor no es suficiente fuerte como para romperlo. Aún
no se ha dado cuenta de su verdadera fuerza y poder.
Por si le sirve a alguien, yo me suelo repetir la siguiente
frase: “Que yo esté bien, que yo esté feliz y que yo esté en paz”. Esta
frase es sacada de una historia que le contó Buda a sus discípulos y que voy a
contar ahora.
Se trata de “la práctica de la Bondad amorosa”, basada en cuidar
y amar, comenzando con uno mismo. Nos ayuda a practicar el amor incondicional
activamente a todos los seres, empezando, repito, por uno mismo.
En una ocasión, Buda mandó a sus discípulos a meditar en el bosque,
pero cuando sus discípulos fueron, había allí espíritus que les molestaban y no
conseguían meditar. Cuando volvieron, le contaron a Buda lo que les había pasado
y que tenían miedo. Buda les enseñó que cuando fueran molestados, les
dijeran la siguiente frase: “Que estéis bien, que estés felices y que estéis en
paz”. Así que los discípulos hicieron tal y como les había dicho el Buda y desde
entonces, aquellos espíritus les ayudaban e incluso desarrollaron una relación
amistosa con ellos. La situación se había solucionado.
Esta práctica se
puede realizar tanto con personas difíciles, como con nosotros mismos. No hace falta
verbalizarlo en alto, se puede decir mentalmente, y el resultado es automático.
Se trata de una práctica que he aprendido en el precioso
curso que he realizado de “Acompañamiento en paliativos” y que me ha servido de
mucho a todos los niveles. He aprendido una barbaridad y me ha hecho muy feliz.
Lo he disfrutado muchísimo.
Así que, tal y como dice la famosa frase “si tú cambias todo
cambia”, el tratarse bien a uno mismo, es el inicio de ese cambio.
Que haya paz, felicidad y amor en todos :) ¡Abrazón!
Beatriz Casaus 2024 ©