jueves, 22 de septiembre de 2011

La astrología, o la ciencia más antigua del autoconocimiento

(Después de que varias personas me lo pidieran, por fin me decido a hablar por escrito a “grosso modo” de este tema que me fascina y del que estoy segura que todos sienten aunque sea como mínimo, un poco de curiosidad. Espero que os guste y que toméis en cuenta que lo hago desde el más profundo  respeto y sin ánimo de ofender a nadie, justo al contrario, intentaré que se despejen dos puntos que han hecho mucho daño a este saber ancestral, el cual, los que me conocen un poquito saben que me apasiona, ¡Abrazos!.)

  La astrología es una ciencia antiquísima que se utilizaba y calculaba en diferentes partes del mundo y en culturas tan dispares como la antigua Mesopotamia, Babilonia, Egipto, Grecia o la India, hace ya más de 5000 años. Por aquel entonces no existía distinción entre astronomía y astrología pues ambas corrían a la par para los sabios y entendidos. Para Platón incluso, los estudios de astrología, geometría, y la música eran los grandes umbrales a la realidad eterna.
Existe una gran confusión en torno a este saber milenario así que me centraré en aclarar dos puntos: el primero, la injusta mala fama que le precede y el segundo, la identificación total que se hace con el signo solar.
 Prácticamente desde sus propios orígenes, constatamos una triple perspectiva en lo astrológico: la científica, adivinatoria, y la supersticiosa. Las dos primeras se fueron separando entre sí y se divorciaron de la tercera que fue repudiada por los practicantes cultos del saber astrológico. El objeto de su conocimiento es el universo que habitamos y su relación directa con los seres humanos. Es decir, el universo como cosmos, que conlleva la idea de armonía cósmica. La astrología es una apuesta de conocimiento, una apertura desde lo racional a los nexos Hombre-Cosmos o Tierra-Universo :)
Sin embargo a lo largo del tiempo, ha sufrido el impacto del mercantilismo y las ansias futuro-mánticas. En la actualidad, está considerada como la hermana pequeña de la astronomía e incluso no está reconocida como ciencia ni goza de muy buena reputación debido a que estamos acostumbrados a relacionarla directamente con el mal-logrado horóscopo de los periódicos. Desafortunadamente, es utilizado por personas sin conocimientos que se llenan los bolsillos haciendo predicciones al azar o el tipo de astrología tan al gusto de los medios de comunicación que es una caricatura esperpéntica de la astrología cabal.
La astrología es todo un saber enfocado al autoconocimiento y un camino para el entendimiento de nuestra propia psique. La persona estudiante de astrología tiene que tener un gran apetito de conocimiento porque lleva décadas conocer en profundidad sus intrincadas combinaciones. Interpretar una carta astral es casi un arte por toda la investigación y el tiempo que requiere. El conocimiento astrológico, está actualmente bajo reconocimiento oficial con su correspondiente titulación en diferentes universidades de Inglaterra y engloba la actividad investigadora, el compromiso formativo y el interés por la práctica. Esta formación abarca desde las matemáticas y la astronomía hasta la historia de las religiones, psicología, simbolismo y técnicas y metodologías astrológicas.
  El otro tema a aclarar, en el que todos hemos caído alguna vez en él debido a nuestro desconocimiento, es el de la identificación con nuestro signo solar. Es decir, si una persona nace entre el 24 de septiembre al 23 de noviembre se le reconoce como Libra y se debe identificar con todos los atributos del signo sin tener en cuenta todos los infinitos detalles y especificidades del resto de planetas y signos y casas que configuran toda su carta astral.
El sol en nuestra carta es de suma importancia, una similitud con el Sol de nuestro mundo físico, pues porta vida y luz a toda la tierra y es por ello el astro más importante. Pero para comprender la astrología y en concreto nuestra carta astral personal, no es más que un detalle en el conjunto del entramado. Así son de suma importancia la posición de nuestra Luna, el Ascendente, Marte, Mercurio, Venus, Saturno o de los planetas trans-personales como Neptuno, Urano y Plutón. Además de las casas en las que se encuentran dichos planetas o de los aspectos que se producen entre ellos, es decir: conjunciones, oposiciones, cuadraturas, trígonos, quincuncios, sextiles, semi-sextiles... por ello, una persona Sagitario puede ser la pareja ideal para una persona de signo solar Piscis porque puede que el conjunto de sus respectivas cartas astrales estén en armonía o se complementen. Hay personas que dicen: “Yo me llevo genial con los Tauro, todos mis mejores amigos son Tauro pero yo soy Géminis.” Quizás ello sea debido porque aunque se trate de un signo solar Géminis,  diferente del elemento de Tauro, que es Tierra, es posible que su Luna o su Venus estén en Tauro o en un signo compatible con él... y así podríamos hablar de millones de combinaciones.
Es importante que se aclare por ello, que aunque una persona tenga su signo solar por ejemplo, en Capricornio, no significa que sea únicamente reservado, frío, trabajador hasta la extenuación y responsable. Todos conocemos personas de las que nos hemos preguntado si realmente nacieron en esa fecha porque no nos cuadran con el estereotipo de su signo. Por ello repito que es muy importante conocer todos los demás detalles de su carta. No todos los Géminis son mentirosos, falsos y con tendencia a la bipolaridad, así como no todos los Virgo son perfeccionistas, detallistas, y críticos al extremo. (Si no, que me lo pregunten a mí porque no me identifico para nada en esos atributos...) Es cierto que algunas configuraciones provocan desequilibrios. En el caso de un Géminis con una difícil configuración, pueden ser muy sonrientes pero poco fiables o falsos. Un acuario con alguna configuración difícil puede tener brotes de neurosis o ser lo más excéntrico del mundo o un Leo puede ser un tirano y egocéntrico. Es importante investigar todos los componentes de la carta, reconocerlos y saber sacar partido de los buenos. A grandes rasgos el signo solar Géminis es tremendamente divertido, Acuario es innovador y comunicador y Leo es extrovertido y leal pero hay mucha más información detrás que se debería apreciar y conocer.
Me gustaría aclarar que aunque sea un tema interesante no nos debería condicionar. No nos debemos limitar por la astrología ya que sólo debe ser una herramienta más para conocernos. La verdadera máquina que mueve nuestras vidas es nuestro propio pensamiento y la fuerza de nuestra voluntad. Somos mucho más que un zodiaco y nuestro valor es incalculable. Todos somos dueños de nuestra vida y nuestro destino lo construímos día a día, así que pongámonos manos a la obra con toda la positividad posible y construyamos una vida que nos satisfaga. La astrología puede ayudarnos a tener consciencia de algunos detalles de nuestra personalidad, pero esos detalles, es importante señalar que se pueden mejorar o cambiar. El poder es nuestro y nosotros los auténticos portadores de todo lo bueno que queramos en nuestras vidas.
¡Namasté!
Beatriz Casaus 2011 ©

jueves, 15 de septiembre de 2011

Una bola que ha tenido mucho bolo: "La media naranja"


Ya el concepto en sí, basado en la metáfora de una media naranja, en vez de una fruta completa, me parece desacertado.

El dramaturgo Aristófanes en la Grecia Clásica fue el que introdujo el término, refiriéndose al principio de los tiempos cuando los seres eran esféricos como las naranjas enteras, pero su vanidad les llevó a enfrentarse con los dioses y Zeus los castigó partiéndolos en dos, por lo que en adelante quedaban condenados a buscar entre sus semejantes a su otra mitad. En nuestra cultura, esta expresión ha quedado muy enraizada y se nos habla acerca de esa pesquisa o de la suerte que tienen los que la han encontrado. Sin embargo, he llegado a la conclusión, a base de unos cuantos tés y de alguna que otra charla distendida, que es casi una quimera encontrar a lo que se conoce coloquialmente como nuestra “media naranja”, sencilla y llanamente, porque somos naranjas enteras.

Desde nuestro prematuro contacto con el exterior, se nos ha alentado con el pensamiento de que hay alguien allí fuera que contiene todos los componentes que faltan en nuestro puzzle. Esta concepción, alude a una falta de plenitud en nosotros mismos que solo podemos hallar mediante la unión con otra persona. Yo creo que esta idea es completamente falsa y perjudicial para la construcción de una relación sana. En primer lugar, cada ser humano es completo en sí mismo y goza de atributos positivos (conocidos por virtudes, fortalezas…) y componentes negativos (defectos, cualidades a mejorar o de las que aprender, rarezas) además de componentes neutros (los que hemos aprendido de la sociedad para vivir y que han sido imitados en el aprendizaje y que no consideramos ni buenos ni malos) si bien es cierto que en la interacción con nuestras personas más allegadas tendemos a contrarrestar nuestros desequilibrios en consonancia con los desequilibrios de los otros, no es cierto que nuestra media naranja nos complete y nos proporcione la tan ansiada plenitud.

Durante la fase espléndida y mágica del enamoramiento, el cuerpo percibe cómo a nivel físico, somos más vulnerables y estamos más expuestos ante los peligros del exterior, así que de forma natural, el cuerpo en aras de su supervivencia, intenta que esta fase no se prolongue demasiado en el tiempo. Todos hemos experimentado (y algunos en varias ocasiones, en las que me incluyo) la sensación de estar temporalmente en una nube y en apreciar a la pareja como un ser perfecto. Durante este idílico período no estamos al 100% de nuestras posibilidades y andamos todo el día embobados en  nuestro peculiar mundo sin darnos mucha cuenta de lo que pasa a nuestro alrededor. Por ello, el propio organismo humano es el encargado mediante la homeostasis, de regular este descontrol hormonal y comenzar a producir otra hormona, la que en adelante nos provocará una mayor paz y felicidad, la oxitocina, o también conocida como “la hormona del amor” relacionada con la fase posterior al enamoramiento, la del amor verdadero o real, que es la fase que de verdad importa, en la que nos enamoramos con una mayor dosis de realismo de la persona que tenemos delante y no de la ilusión que nos provoca. Es cuando empezamos a valorar a la pareja tal cual es, con todas sus peculiaridades personales. Sin embargo,  puede empezar a ocurrir que todo aquello cuanto antes nos parecía perfecto, ahora descubramos con sorpresa que no lo hace tanto. Cuando al principio nos llamaban la atención y nos hacían gracia, con el tiempo, comienzan a parecernos extraños porque no se asemejan a los nuestros. Es decir, nuestra “media naranja” nos completaba con rasgos que considerábamos atractivos por ser opuestos a los nuestros, pero puede surgir que a medida que se va afianzando la relación se nos haga más difícil adaptarnos a ellos. En este momento, entran en juego actitudes como la comprensión, la paciencia y la empatía para poder encajar y adaptarnos al otro. En todo momento debemos recordar que cada ser humano es un mundo complejo y único, y como tal, posee una inmensidad de cualidades de las cuales muchas nos pueden gustar y otras menos. Se trata de un pequeño microcosmos al que debemos conocer y nunca intentar cambiar. Para llegar a este nivel de superación es el amor que circunda a la relación el que toma partido demostrándolo de forma concreta.

En ocasiones nos hemos podido sentir decepcionados por estas diferencias y creemos que quizás la culpa sea nuestra por no ser de una manera determinada. Podemos intentar cambiarnos a nosotros mismos para encajar con los desacuerdos que nos perturban, pero esto no funcionará .El quid de la cuestión no es ese, se trata más bien de apreciar a las personas como un todo completo y entero. Aceptarla tal cual es e intentar encajar del mejor modo posible en esa unión siendo exactamente como somos. Nada es tan complicado que sea irreversible. Ni ninguna pareja es tan perfecta que no haya discutido alguna vez. Esto es así porque nadie es perfecto del modo en que concebimos la perfección. Que por ser perfecta, es hasta aburrida. Por otro lado, son las relaciones imperfectas las que más nos aportan.

El concepto de la “media naranja” puede causar múltiples daños en nuestro nivel más esencial, nuestra propia identidad, por hacernos creer que debemos buscar en el exterior la felicidad, en este caso, enfocada en la que nos aporta la pareja. Es verdad que somos seres sociales y que necesitamos la interacción con los otros, pero esta interacción debe ser una interacción basada en el intercambio. Y el intercambio sólo se da entre seres completos conscientes de su totalidad. Cuando el intercambio se hace desde el nivel de la necesidad del otro, todo falla, se desmorona y perdemos el norte.

Es muy lícito pensar que hay alguien que posee todo aquello que nos falta  y nos completa. Pero este pensamiento es muy primario y una forma muy infantil  de reducirlo todo. Enfocando en el otro nuestra propia búsqueda de la felicidad sólo conseguimos limitarnos y hacernos dependientes emocionales. La mayor libertad la da el conocimiento de nuestra propia autonomía y poder personal y el saber que podemos llegar a ser felices por nosotros mismos.
La mayor riqueza se extrae en las dificultades y es de las diferencias, de lo que se aprende. Los conflictos traen cambios necesarios, los polos opuestos se atraen, los retos promueven un mayor esfuerzo personal que nos hace crecer.

Que las medias naranjas sólo sirvan para exprimir el zumo en el desayuno y no para compararlas con los seres completos, únicos y especiales que somos cada uno de nosotros :)

Beatriz Casaus  2011 ©

jueves, 8 de septiembre de 2011

Ilusión de invulnerabilidad


Ilusión de invulnerabilidad

Todo parecía igual pero no lo era

el día se hizo noche

ya no tocabas

los acordes que me envolvían

la lluvia de la calle

me recordaba que el cielo estaba llorando

las paredes se derrumbaban

yo no me movía

¿acaso te habían hecho más feliz que yo?

¿alguna te había susurrado al oído algo eterno?

¿te habían tapado las noches de frío?

un dolor que nace en el estómago

desde las entrañas

manchada la perturbable conciencia

conozco un sabor amargo

caricaturesca presencia

de sonrisas que no son mías

 un grito a bocajarro

nacido en un escritorio

testigo de un caparazón de belleza

pido auxilio

pero nadie contesta

¿acaso alguna te ha mirado con dulzura?

¿o te ha devuelto una caricia?

maltrecha y sin aliento

con ganas de no ser yo

caída por el agujero de gusano

no me mires más

pues yo ya no soy real

mi ilusión de invulnerabilidad

perdida en imágenes

y dos caminos a escoger

quizás si yo fuese distinta

me mirarías como las miras a ellas

en silencio

¡¿acaso alguna te ha dicho que te quería!?

ya no hay tiempo

convaleciente

callo sin memoria

yo ya no soy real.



Beatriz Casaus 2011 ©