A mi chico, porque lo escribí a su lado, aunque aún no estuviesen formadas las palabras.
Pincel
Tan despacio como cuando caminas hacia mí,
con ese tempo lento
que te transforma en música
y convierte más diáfana
que te transforma en música
y convierte más diáfana
la distancia entre nuestros cuerpos
y a mí me entran más ganas de tocarte.
y a mí me entran más ganas de tocarte.
Tú eres espía en cabezas ajenas.
Tú que recorres los recovecos
más secretos de mi mente,
vacías mis ideas erróneas
y las exprimes para sacarlas de la prisión
de una imaginación no expresada.
Tú resides en el espacio
entre el amor y el dolor,
entre el amor y el dolor,
en esa franja tan delicada
que se puede romper
hacia cualquiera de los dos lados.
No sé quererte sin olvidar el día en el que estoy.
No me importa el número en el calendario,
si juegas a que me conoces
pero despiertas cada día
la misma sensación
de acabar de conocerte en mi estómago.
Cada día cuenta como único
si nos cogemos de la mano.
si nos cogemos de la mano.
Tú que eres el primero
en mirarme por las mañanas
y el último por las noches.
Hacia dónde irá este pincel
en mis dedos impregnado en tu olor,
tú que eres destino y camino a la vez.
Déjame pintarte desde dentro,
desde este azul de guerra
entre dos pacificadores de diferentes bandos.
Este papel no tiene sentido sino.
Quise quererte demasiado
como para que tú hicieras lo mismo.
Fue una ilusión pasajera,
como cuando quise convertirte en mar
para navegar hacia tus profundidades
y casi me ahogo.
Luego quise dibujarnos
en un atardecer en un parque,
para que quedásemos atrapados
en un cuadro de felicidad.
en un cuadro de felicidad.
Al final lo único que quedó
fue la intención de un boceto
con prisa por ser dibujo.
con prisa por ser dibujo.
Tú que eres el pincel
que traza mis más grandes sonrisas,
que traza mis más grandes sonrisas,
te has quedado conmigo,
abrazándome como si nos sintiésemos vivos
y me has dicho que yo soy más importante
que todo lo demás,
en ese “todo lo demás”,
pueden entrar cosas tan grandes como montañas,
así que te debo importar mucho.
El barco se ha quedado varado en la orilla,
esperando a que estremezcas mis manos
y nazcas en ellas,
cuando tomes forma de balada en el océano,
como una línea muda que puede equivocarse.
Eres la inspiración, el impulso, la intención,
lo que motiva a los movimientos
a fabricar formas en una hoja en blanco,
de esas que no saben mirar atrás,
porque antes de ti no había nada.
Eres tú ese barco que ha olvidado
estar anclado en mis ojos,
estar anclado en mis ojos,
los únicos que te miran de verdad
antes de dibujarte con este pincel
de amor,
de amor,
tu bandera.
Beatriz Casaus 2014 ©