tengo miedo
de mi corazón,
de su hambre constante
de lo que sea que quiere.
La forma
en que se detiene
y comienza otra vez.
(Edgar Allan Poe)
Perdida
Insípida,
cubierta de oro,
atada a árboles perdidos.
Su pecho como cama.
Descansar.
El agua cubría sus espacios vacíos.
Para ella no había arena en el desierto.
Sólo tardes,
la abrazaban despacio.
Reír
como si nunca hubiera llorado.
El sabor del gélido aliento
en su boca producía palabras
frías.
Llevaba escrita muchas canciones,
pero no sabía oír su voz.
Quizás desnuda dentro mía
y al fin transparente.
Beatriz Casaus 2014 ©
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