Es curioso que mucha gente intenta vivir la treintena cumpliendo con la mayoría de los condicionamientos sociales establecidos que se esperan de ellos, para sentirse bien o por pura presión social, pero el caso es llegar a esa edad sino con todos, al menos alguno de ellos. Casados, casados y con hijos, con coche o varios coches, casa y éxito profesional. Pero se olvidan de lo más importante: de vivir sus vidas y no las de otros. De vivir gozando el instante, como un niño lo hace. De seguir lo que sus corazones les piden a gritos porque cuando no se le escucha, a veces con el paso de los años, el cuerpo se revela. De escucharse y de darse ese espacio y tiempo para hacerlo. ¿Y si el éxito no se midiera solo por el profesional? ¿Y qué hay del éxito personal, pero no solo entendiendo el culmen de ello casarse y tener descendencia? ¿Qué hay de la felicidad?
Fijémonos en un país como Bután, conocido por ser “el país más
feliz del mundo” siendo uno de los países menos desarrollados de Asia. Mientras
que en el resto de los países el crecimiento económico se mide a través del
Producto Interior Bruto (PIB), Bután acuñó el término “(FNB) Felicidad Nacional
Bruta”. Siguiendo un concepto de desarrollo distinto, enfocándose en la
felicidad de la población en términos holísticos y basándose en aspectos como
protección del medio ambiente, conservación de la cultura, desarrollo
socioeconómico sostenible, vida mentalmente sana… Cada dos años el gobierno
evalúa la felicidad de sus habitantes con una encuesta. Para ellos la meta
principal es encontrar el equilibrio entre el desarrollo material y espiritual
y por eso la mayor parte de la población se sirve de la práctica de la
meditación. Incluso su propio gobierno invirtió en la construcción de cabañas
en las montañas para facilitar su práctica. Allí la espiritualidad se ha
convertido en la máxima manifestación de su riqueza y felicidad. Quizás nos
haga reflexionar sobre qué nos hace felices a nosotros en occidente, ¿el placer
de consumir o valores subjetivos? ¿Crear riqueza en una sociedad descontenta
con altos niveles de depresión y ansiedad? ¿O quizá aspiramos a otro tipo de
desarrollo?
Mi única aspiración para llegar a la edad que cumplo hoy, siempre
ha sido ser feliz y poder haber crecido espiritualmente. Lo digo sin tapujos,
que sé que para muchos hablar de esto es tabú. Para mí no, ya no. Debo vivir mi
vida y no la de los demás y el estar pendiente de lo que los demás piensan es
vivir las suyas. Es vivir a medias. En la mía vivo mi espiritualidad día a día y
ayudo en todo lo que pueda (esa es la espiritualidad en la práctica). Me enfoco
en depositar toda la buena voluntad posible hacia mí y hacia todos. Conectar
con otros planos, conocer realidades paralelas, saber la verdad acerca del
universo y de la existencia, ahondar en lo profundo de mi ser y descubrir qué
se esconde dentro. Esa ha sido y es mi aspiración más allá de tener un coche,
una casa, casarme y tener hijos.
Mucha gente tiene miedo a cumplir años, les aterra envejecer
y les aterra en última instancia la muerte. A mí, sin embargo, sí me gusta
cumplir años, lo hago encantada y agradecida hasta la médula. Puedo decir que
he descubierto quién soy en realidad y eso es la mayor proeza que se puede
alcanzar. Estoy feliz y alegre por vivir un día más, una oportunidad más, una experiencia
más. He aprendido a vivir sin miedos, superándolos, sin apegos, sin ego, sin
juicios, sin expectativas y con sentido de humor. Viviendo conscientemente cada
instante y no de forma automática, centrando mis sentidos en el presente y con
quien quiera que esté compartiendo ese momento presente. Segura de mí misma,
¡sí, por fin segura! y con ganas de vivir y saborear hasta la última gota de
esta existencia.
Cumplir años es una maravilla, te conoces mucho mejor, y si
eres mujer, con los años aprendes a sacarte más partido, te sientes mucho más
cómoda contigo misma y ya no tienes todas esas inseguridades que antaño tenías
arraigadas en una mente adolescente o veinteañera. Ahora tu cuerpo no es un
descubrimiento como en la adolescencia, ni una comparación con el de otros,
como en la veintena, sino una maravilla sea como sea porque responde
perfectamente a lo que eres y lo aceptas y cuidas más que nunca. El balance para
mí sin duda, es bueno, muy bueno. Tienes mejor criterio en cuanto a gusto enológico,
gastronómico, musical, cinematográfico, de estilo, conoces los mejores sitios
de las ciudades, sabes dónde ir y dónde no ir... Ya no estás por la labor de
perder el tiempo porque sabes que es limitado y por lo tanto te haces
consciente de tus prioridades. También por ello, eres consciente de tu
mortalidad. En la veintena ese tema parece una ilusión y se piensa que a uno no
le va a tocar nunca y que la juventud y la belleza duran toda la vida. En
Bután, se medita cinco minutos al día sobre la muerte y este hecho, al
contrario de lo que pueda parecer, hace vivir la vida al máximo y con
conciencia. Por eso hay que cultivar otras virtudes y sobre todo valorar las
cosas importantes y tener claro que nada es permanente, sólo lo verdadero
permanece para siempre. La belleza, la juventud, las cosas externas a uno, el
materialismo, la apariencia, son efímeros. La belleza se esconde detrás de una
mirada, no en los ojos. La belleza se esconde detrás de una sonrisa, no en la
boca. La belleza es la que desprende el alma, no el cuerpo.
El amor es lo único verdadero y se disfraza detrás de
cada gesto, incluso a un desconocido, aunque no nos demos cuenta de ello. Es la
única energía que existe y a través de la cual vivimos. Desde este mundo
limitado no creo que podamos ser nunca conscientes de lo que abarca ni de lo
que significa, pero gracias a personas con el coraje y la valentía para hablar de ello, como el autor del libro "Ahora estás en casa" Antonio Gómez Martín, (a quien tengo el
enorme privilegio de conocer y escuchar y quien ha llegado a mi vida como una bendición), somos
capaces un poco más de dilucidarlo e intuirlo, aunque nuestra mente racional
jamás alcance comprenderlo.
Siento que estoy viviendo el momento más pleno de mi vida y me siento una afortunada de todas las experiencias en ella. Tengo
la inmensa fortuna de tener un compañero de viaje que me colma de amor
verdadero, una familia que está sana y personitas a las que querer y abrazar y
por supuesto mucha otra que me queda por conocer. Doy la bienvenida a este nuevo año con toda la
ilusión, fuerza y energía para que me llene de vida y de experiencias que
me permitan crecer y evolucionar. Deseo encarecidamente ayudar a los demás y
servirles y también deseo que viváis vuestra vida con alegría, felicidad y
mucha paz y que sepáis tal y como dice mi amigo Antonio Gómez, que estáis
condenados, condenados a ser felices e inmortales. ¡¡Un abrazo!!
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