“El profeta” Sobre el amor y el matrimonio: (Khalil Gibrán)
Estaréis juntos cuando las alas blancas de la muerte esparzan vuestros
días.
Sí; estaréis juntos en la memoria silenciosa de Dios.
Pero dejad que los vientos del cielo dancen entre vosotros.
Amaos el uno al otro, pero no hagáis del amor una atadura.
Que sea, más bien, un mar movible entre las costas de vuestras almas.
Llenaos el uno al otro vuestras copas, pero no bebáis de una sola
copa.
Daos el uno al otro de vuestro pan, pero no comáis del mismo trozo.
Cantad y bailad juntos y estad alegres, pero que cada uno de vosotros
sea independiente.
Dad vuestro corazón, pero no para que vuestro compañero lo tenga,
porque sólo la mano de la Vida puede contener los corazones.
Y estad juntos, pero no demasiado juntos,
porque los pilares del templo están aparte.
Y, ni el roble crece bajo la sombra del ciprés ni el ciprés bajo la
del roble.”
(Khalil Gibrán)
Te celebro
No solo eres el protagonista de tu historia,
también lo eres de la mía.
No sé cuántos eones hace
desde que te conozco.
Probablemente nunca lo sabré
bajo este paraguas de existencia.
Solo sé que la primera vez
que rozaste mi brazo
una energía que nunca antes había sentido,
lo recorrió de arriba abajo
y me di cuenta de ese hecho,
de que te conocía de antes.
Siempre noté familiaridad en tu mirada
y me he sentido cálida dentro de ella.
Amarte es un deber de mi alma.
Una brisa que refresca mi realidad,
que la hace más llevadera
y mucho más bonita.
Estar solo es mejor que estar mal acompañado,
pero también es mejor
estar bien acompañado,
y tú eres esa compañía
que siempre nutre, cuida y reconforta.
No puedo agradecerte cada segundo
que me has dedicado,
o cada caricia que me hace sentir
tan cerca de ti.
He aprendido mucho contigo.
Las experiencias difíciles
han sido una bendición incluso,
a fin de cuentas,
me han traído hasta aquí,
hasta el ser humano que soy hoy.
Y me gustan mis cicatrices.
Las bendiciones que me has regalado
son incontables.
La mayoría no tienen un precio
y por eso su valor es incalculable.
Juntos, bebemos de este cáliz de amor
en copas separadas,
pues como bien decía Khalil Gibrán,
“llenaos el uno al otro vuestras copas,
pero no bebáis de la misma copa”,
esa es la forma más sana de amar,
del bien querer.
Y yo te quiero bien
incluso si no fueras mi carne.
Porque el lazo no es de aquí,
sino de nuestra verdadera naturaleza.
Gracias,
por abrirme la puerta de par en par
y por brindarme la oportunidad
de esta experiencia
a tu lado.
No hace falta decir te quiero,
he gastado esas palabras de tanto usarlas.
Hoy te celebro yo a ti.
Beatriz Casaus 2023 ©