martes, 17 de enero de 2023

Cuerpos

Primera entrada de este año. 

Me siento muy agradecida por vuestras lecturas. Por cada palabra leída que os haya evocado imágenes lejanas de la cotidianidad y hayan hecho caer el fino velo que existe entre el mundo de la poesía y el real, porque en el primero, todo es posible. 

Solo la imaginación da alas para volar. Y a mí la imaginación me ha ayudado tanto...

El verdadero éxito es conquistarse a uno mismo. Dominar, o al menos aprender a gestionar las emociones y empaparse de amor. 

Gracias a la poesía, uno está más cerca de eso.

 

Abrazos. 



Cuerpos

 

El silencio

imita losas de labios cerrados

corrompidos

por miradas dormidas

en un final que ya estaba

escrito

desde el principio.

 

Se repite el confinamiento,

esta vez de una mente

aprisionada en un cuerpo.

Como un esbozo

de un trazado mejor,

y un calabozo sin rejas.

 

Percibo cuerpos líricos

anidados

con lo inefable.

Vivir entre sus límites

es comprender

las fronteras desde dentro.

 

La lejanía de llegar a comprenderse

cuando se tarda una vida entera.

Y mientras inseguridad,

más dudas,

o más cansancio.

 

Liviana

formada

la sapiencia de un estado

más grande de conciencia.

Ser un sujeto sutil,

ser,

un fragmento

de un tapiz

o una célebre imagen

con la que se forma

una misma 

alma.

 

No hay guía

con rutas jalonadas.

La misma sepultura

entierra sueños,

desafíos,

gravedad

y los transforma

en simples ilusiones

que se hacen innecesarias

en el ahogo

de los años.

 

Los niños crecen,

los adultos,

envejecen.

Sus enemigos

son ellos mismos

en su afán de amar a otros

quedan abandonados

en horas desiertas.  

 

Levantan

cuerpos vacíos,

los inmortalizan

para la mente fidedigna

de un parámetro perpetuo.

Recordar

que nunca se podrá

dejar de nacer

o descubrir

que se nace

para dejar ir.

 

Pocos saben erigir

bases sólidas

sobre corazones edificables.

Los corazones no bombean

solo reparten ganas.

La mayoría se construyen

bajo un interés

tan indómito

como famoso,

la felicidad.

Pero esta se escabulle

entre los dedos

que tratan de retenerla,

solo existe

detrás de nuestro

rincón secreto.  

 

Sentidos hablan

de realidades individuales.

Se oyen

mentiras,

se ven atrocidades,

se tocan sin sentir,

no saborean

la verdad

ni se percibe el amor

con el cerebro.

 

Una montaña blanca

de deseos

que se sacrifican por una vida

conveniente.

Antes de ser clavados

sobre un suspiro sin aliento.

 

Estos, no son casas,

son ataduras de hábitos

que con en el transcurso

de los años,

pierden hasta la capacidad

de vivir.

Son como campanas

que resuenan

con los daños de otros,

como un rezo quebrado,

atado al dolor

que alguna vez 

se causó.

 

 

Beatriz Casaus 2023 ©


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