martes, 23 de mayo de 2023

Mis habitantes

“May you find someone who speaks your language, so you don´t have to spend a lifetime translating your soul”. 

 

Por poder puedo


Podría,

vivir como si no te conociera.

 

Podría,

respirar cada segundo sin tu anhelo.

 

Podría,

nombrar innumerables obras de arte.

 

Podría,

por poder puedo,

pero ninguna es parecida a ti.

 

Podría,

tener todo

y querer saberte todo.

 

Podría,

dejar este mundo sin poder hacer nada.

 

Podría,

contar las estrellas que no veo.

 

Podría,

decir que no sé nada.

 

Podría,

llegar a ti con el recuerdo.


Podría,

cercenar mis ganas de abrazarte.


Podría,

aprender el perímetro de tu cuerpo

y constatar la divina proporción con mis dedos. 

 

Podría,

por poder puedo,

 

Podría quererte,

 

y perderlo todo

y poderlo todo.

 

 

Beatriz Casaus 2023 ©

 

Mis habitantes

 

Bocanadas

desesperadas de aire

arraigadas en mí

tratando de sujetar

una vida que no siento

me habita.

 Siento que me respiran a mí

y no yo a ellas.

Ninguna historia está tan lejos

de uno como cuando se cuenta.

Y yo ya cuento mi historia

como si no fuera la mía.

Tan lejos,

que solo pensándote

me siento habitada

en esta aridez.

Callar me hace cálida.

Me sumerge en este destierro

del que soy presa voluntaria.

Este es un país lejano

sin tus abrazos.

No hay lugar al que llegar

sin rumbo.

Estoy perdida aquí,

y mi corazón es el único

que me habita con fuerza.

Hay mucha distancia

entre nuestras mentes,

pero la distancia más grande

es la del abismo

de la comisura de tus labios.

No sé si te has convertido

en todo lo que hay

o si ya estabas antes.

Parece que todo existe en ti,

incluso yo.

Abrazarme a esta canción

de la que conozco bien la melodía

es lo único que me queda.

Hay fuego en la nieve,

¿nadie lo ha visto?

Solo consigo llegar

a ver más allá de mi ombligo

y parece que todo arde

ahí fuera.

Me he quedado sin provisiones

de lo que conocía.

Hasta los artilugios esenciales

para caminar

hacia tu dirección.

El secreto mejor guardado

yace en los dolores

que callamos.

Es esta quimera

llena de certezas.

Ya no quiero menos,

menos que todo,

no lo quiero.

Yo me llego tarde ya.

Tarde para amar sin un recuerdo.

Tarde para callar lo que he querido.

Tarde para andar fantaseando

como una quinceañera.

Cómo me hago entender

si no me entiendo.

Si no sé lo que siento,

o si lo he perdido de tanto buscarlo.

Se me ha olvidado en el parque

como tantas otras cosas

a las que no di importancia.

No me atrevo.

No me atrevo a mirar

con deseo otra vez.

Pero tampoco

me atrevo a quedarme.

Son estos habitantes

los que viven en mí.

Les invito a que se den la mano,

pero no se llevan bien.

Caen abatidos en cuanto

se produce el desarme

de mis sentimientos.

 

Los he condenado

a vivir fuera,

en el exilio.

 

Allí

no viven más

dentro de mí.

 

 

Beatriz Casaus 2023 ©


miércoles, 10 de mayo de 2023

Territorio de la luz

Renacimiento


Galerías del alma… ¡El alma niña!

Su clara luz risueña;

y la pequeña historia,

y la alegría de la vida nueva…

¡Ah, volver a nacer, y andar camino,

ya recobrada la perdida senda!

Y volver a sentir en nuestra mano,

aquel latido de la mano buena

de nuestra madre… Y caminar en sueños

por amor de la mano que nos lleva.

 

En nuestras almas todo

por misteriosa mano se gobierna.

Incomprensibles, mudas,

nada sabemos de las almas nuestras.

Las más hondas palabras

del sabio nos enseñan,

lo que el silbar del viento cuando sopla,

o el sonar de las aguas cuando ruedan.

 

(Antonio Machado)

 

Muchos días voy a desayunar a un restaurante antes de ir a la oficina. 

Allí trabajan unos camareros a los que ya incluso considero amigos por lo majos, buena gente y simpáticos que son.

Uno de ellos, es sin duda, el mejor camarero que conozco. Nada más estoy entrando por la puerta, y ya me está sirviendo mi té verde y una pieza de fruta. Siempre está pendiente de todo, es rápido, encantador y atiende con mucho sentido del humor.

Todos los clientes que vamos allí continuamente salimos con una sonrisa dibujada en la cara o incluso habiendo soltado unas cuantas carcajadas, como es mi caso.  Puedo asegurar que el restaurante siempre está lleno y estoy segura, que, él tiene mucho que ver con eso.

Este es para mí un ejemplo de la sublime relevancia de las cosas pequeñas. Para mí lo más importante es ser buena persona, amable y alegre. Vivir con alegría hace la diferencia y para conseguirlo, es tan sencillo como empezar siendo amable con los demás.

Hay gente que vive amargada y de mal humor. Y no se merecen vivir así. Existe otra alternativa y solo se trata de la elección permanente de estar alegre, pero de forma auténtica, sin postureos ni dobleces. Desde luego si se tiene un dolor hay que transitarlo, pero con nuestra mejor cara y jamás pagándolo con los demás. Ser alegre es una elección constante en cada situación y circunstancia.

Aunque me considere una persona profunda, y eso puede parecer serio, soy muy alegre. Y lo soy porque al ser consciente de la profundidad de las cosas, me tomo la vida con alegría porque según mi punto de vista, todo tiene un sentido, o al menos así lo percibo yo. La Madre Teresa de Calcuta decía: “Que nadie se acerque jamás a ti, sin que al irse se sienta un poquito mejor y más feliz”.

Ese es el modo en el que intento interaccionar con cada persona que me encuentro por el camino. Sobre todo, porque es mucho mejor vivir así y porque todos nos merecemos recibir eso de los demás.

Os dejo con mi último poema:

 

El territorio de la luz


En los márgenes del tiempo

donde no corre el olvido.


Las noches sueñan días

y no tenemos nada que aprender,

solo recordar.


Caminan juntos de la mano

la pureza de las formas

y las miradas limpias.


Que no nos engañen,

no hay nada más fuerte que la dulzura.

La que construye y crea vínculos

en un mundo perdido.


Lejos, ya no hay soles

que brillen más que uno.


Se reconocen corazones

en tierras que son amaneceres.

Es una calidez amiga,

en una estrofa cantada

por voces celestiales.


Allí los espejos son lienzos

donde dibujarnos.


No hay nada que esperar,

cuando los actos buenos

han dejado su impronta.


La vida se sueña antes

y se reparten los papeles.


Hay una sencillez que calma

como en la armonía

de los brazos de una madre.


Una huella imborrable quedó impresa

en el centro mismo de mi alma.

Allá donde solo se puede entrar

de la mano de la poesía y la música.


Es el territorio del amor incondicional,

propiedad de la luz y del sosiego.

Donde los mares son aguas conscientes

de su propia infinitud.


Donde solo se hacen eco,

el perfecto binomio del amor y el perdón.

Pues todo consiste en eso.


Amar sin esperar nada a cambio,

como cuando éramos puros.

 

Beatriz Casaus 2023 ©