Cuando me preguntan incrédulos que por qué sigo teniendo esperanza en el futuro y en los seres humanos, recuerdo entre otras cosas, esto:
El pasado once de mayo se produjo un fenómeno absolutamente sorprendente, y no solo para el campo de la ciencia, sino para cualquier persona de a pie que pudo comprobar con sus propios ojos, cómo se producían auroras boreales en sitios tan inesperados como pueden ser zonas de España como Granada, Galicia, Cataluña, u otras zonas de México, América o Europa donde no se suelen dar.
Ese hecho inverosímil fue causado por una fortísima tormenta
solar de la que incluso la NASA nos había alertado
sobre sus efectos.
Las pasadas tres últimas semanas, hemos tenido tormentas
solares como no se había visto en los últimos once años. La astrofísica
cataloga los ciclos solares en períodos de once años y cada vez estos ciclos están siendo mucho más
potentes. Normalmente, las llamaradas que se producen en el sol a las que
estamos acostumbrados, son de término medio, es decir, las denominadas como
“llamaradas M” en la nomenclatura científica, que son altas, pero no tan altas
como a las que nos hemos visto afectados estos días.
En estos once años, se producían tormentas una vez cada tres meses. Pero desde el 19 de junio de 2023, las hemos tenido todos los días de forma ininterrumpida. En las últimas dos semanas hemos llegado a tener las más altas registradas, las llamadas “llamaradas X”, pero es que incluso, en los últimos días, ¡hemos tenido las “llamaradas X.8”! que es el doble o el siguiente nivel, por decirlo de algún modo.
Con esa tormenta geomagnética del once de mayo y que duró setenta y dos horas, se rompieron todos los récords. Los índices magnéticos sobrepasaron todas las escalas. En la actual escala de índice magnético, el nueve era el máximo registrado, pero hemos llegado a tener más de once. Esto significa que el nivel de las llamaradas era altísimo. Los científicos esperaban que el gran pico del actual ciclo solar sucediera en 2025 pero sin embargo se está llevando a cabo ahora.
Este hecho se traduce como una especie de tsunami de energía
fotónica y electromagnética fortísima. Y afecta directamente en nuestros
cuerpos físicos así como al de todos los seres vivos de la superficie
terrestre.
Del mismo modo, la resonancia “Shumann”, que es la energía electromagnética que queda en las capas altas de la atmósfera y la superficie terrestre, registró también su máximo el 19 de junio del pasado año 2023. Alcanzó nada más ni nada menos que 90 Hz. Y teniendo en cuenta que lo normal es 7.8 Hz, estamos hablando de casi más de cien veces lo normal.
Los seres humanos, somos una gran red de energía
pura y por supuesto que estos fenómenos nos influyen directamente, aunque no se hable de ello de forma oficial. Todo este raudal de energía influye en
nosotros y en todos los seres vivos. Lo hace en concreto en nuestro sistema nervioso y
en nuestro sistema energético. El sistema energético, por cierto, es el que ha sido estudiado por tantas culturas
ancestrales. Como por ejemplo la medicina tradicional china, que se basa en los
meridianos energéticos o en la medicina tradicional india, (el Ayurveda) con el estudio de los “nadis”.
A su vez, o quizá debido a esto, el sol central de la galaxia, conocido como “Alycone” en la cultura maya, está teniendo su máxima potencia y actividad, y los otros soles de los demás sistemas solares de nuestra galaxia, lo replican en cierto modo. Se están proyectando como si fueran una réplica de ese sol central.
Todo este fenómeno se puede entender en un nivel más profundo, como una especie de evolución del universo. Es un momento trascendente para nuestra evolución, como si fuera un proceso de iluminación de la consciencia o una ayuda extra que está siendo enviada para la elevación de las mismas. Aunque no todos lo verán así o lo percibirán de ese modo. Todo esto puede sonar a ciencia ficción para la gran mayoría que vive ajena a los temas más allá de la materia, pero tengo la esperanza de que, al menos los lectores de este blog tengan como poco la mente abierta y algunos sé de forma certera que son personas espirituales que saben de lo que estoy hablando y con quienes no me tengo que justificar.
Este tsunami de luz lo inunda todo. Iluminando todo. Sobre todo en estos tiempos de guerras y de oscuridad en el que nos encontramos inmersos como humanidad. El hecho de que esté llegando tal cantidad de luz, es un símbolo de esperanza y una especie de señal para llenarnos de fe. Porque la luz, como el amor, es la única fuerza capaz de todo y de vencer a la oscuridad. Yo sí tengo esperanza en el futuro. Yo sí creo que el futuro es resplandeciente y que lo mejor está por llegar.
Beatriz Casaus 2024 ©