Aquellos lejanos parientes del amor: autoengaño, esperanza y ya te llamaré.
La nula educación sentimental, El inexplicable uso del desamor como arma de destrucción nociva para el corazón humano.
Las cosas que nunca se dijeron y se quedaron a medio camino entre el tintero y la paciencia desmesurada de una mejor amiga.
El descubrimiento sexual por la ausencia de ropa interior en las barbies y kenes.
Los amantes a los que nunca puse nombre.
Las primeras lecciones de las ilusiones rotas.
La desidia en los besos robados a los corazones no disponibles y desconectados.
El crimen de los arquetipos femeninos.
La ineficaz búsqueda de agradar al género contrario.
Los altos niveles de azúcar que se disparan en los cuentos que nos contaron de niñas y el mismo nivel de azúcar del carbón de los reyes magos.
La ceguera en las miradas de los que no saben apreciar las cosas que tienen. Las lágrimas saladas que nunca se secaron.
Las amenas conversaciones íntimas mientras te depilan tus zonas íntimas.
Las confesiones embriagadas de los fines de semana a desconocidos.
Los baños en el océano de la desconfianza mutua.
La extraña razón en los consejos que te dan los que nunca se los aplican para sí mismos.
Los automáticos mecanismos de defensa cuando te das cuenta que le gustas a alguien.
El fácil recurso del darte a medias, refrigerando las sensaciones en la nevera de la lógica.
La creencia en la quimera de la proporción del cuerpo al devorar helados a cucharadas.
El reiterado uso del preservativo como prevención del enamoramiento nocturno.
Las incontrolables neurosis cuando no contestan a los mensajes que nunca deberían haber sido enviados.
Las aforadas discusiones en taxis cuando los semáforos están en rojo.
Los besos que me dieron en sueños y los que anhelaba por las mañanas al despertarme.
Las veces que me han reconocido como alma gemela cuando ni tan siquiera se reconocían a sí mismos como almas.
Todos los momentos que me he identificado con unos labios cuando lo único que hacían eran sonreírme,
sin sonreír.
De nuevo, un deseado cambio en mi vida. Dejo esta ciudad, Barcelona, la cual me ha ofrecido todo un aprendizaje vital que me ha hecho crecer en todos los sentidos. Ha marcado un antes y un después en mi vida y sé que vuelvo con mucha más fuerza, y más YO. Estaré por poco tiempo en mi amado Madrid y de allí me iré a otro sitio, porque alguien me lo ha pedido... ahora, más que nunca, me siento capaz de todo y más conectada con todos. Os dejo este precioso escrito de Walt Disney para que os motive y así consigáis todos vuestros sueños ;) Yo por mi parte, siempre seguiré los míos. ..
Decidí triunfar (Walt Disney)
Y así después de esperar tanto, un día como cualquier otro decidí triunfar…
decidí no esperar a las oportunidades sino yo mismo buscarlas,
decidí ver cada problema como la oportunidad de encontrar una solución,
decidí ver cada desierto como la oportunidad de encontrar un oasis,
decidí ver cada noche como un misterio a resolver,
decidí ver cada día como una nueva oportunidad de ser feliz. Aquel día descubrí que mi único rival no eran más que mis propias debilidades,
y que en éstas, está la única y mejor forma de superarnos,
Aquel día dejé de temer a perder y empecé a temer a no ganar,
Descubrí que no era yo el mejor y que quizás nunca lo fui,
Me dejó de importar quién ganara o perdiera,
ahora me importa simplemente saberme mejor que ayer. Aprendí que lo difícil no es llegar a la cima, sino jamás dejar de subir.
Aprendí que el mejor triunfo que puedo tener,
es tener el derecho de llamar a alguien “Amigo”.
Descubrí que el amor es más que un simple estado de enamoramiento,
“el amor es una filosofía de vida”. Aquel día dejé de ser un reflejo de mis escasos triunfos pasados
y empecé a ser mi propia tenue luz de este presente.
Aprendí que de nada sirve ser luz
si no vas a iluminar el camino de los demás. Aquel día decidí cambiar tantas cosas,
aquel día aprendí que los sueños son solamente para hacerse realidad.
Desde aquel día ya no duermo para descansar,
ahora simplemente duermo para soñar.
Siempre me encantó el sentido de humor de Will Smith, pero después de haber visto este vídeo, me parece una persona enooorme. Este vídeo va muy acorde con el anterior texto, ¡que lo disfrutéis y que disfrutéis siempre!
Cuando entró en la sala el general Klaus, Steve esbozó una leve sonrisa pues intuía algo de esperanza en el rostro del general. Era un hombre menudo y medio calvo. Todos decían de él que era gentil y considerado a pesar de su cargo y que había llegado allí por su gran inteligencia.
-Todo va a salir bien- le dijo Klaus.
Steve no le contestó pero se aferró a aquellas palabras como a un clavo ardiendo y confió en que no le mintiera.
Mientras salíamos de la habitación, le pregunté desconsolado.
-¿Cómo lo sabe mi general? está muy mal y ni siquiera le hemos podido curar las heridas, está perdiendo mucha sangre-
- No me gusta resignarme a ver cómo pierdo a otro de los nuestros. Se va a poner bien, sea como sea.
-¡Pero usted no es médico!- me encontré chillándole sin querer.- Perdone, señor.
-Todos perdemos los nervios en estos momentos y es en estos momentos donde demostramos lo que somos. Aquí nos volvemos más personas aunque cueste creerlo. No se preocupe.
-Podríamos pedir ayuda si damos el apellido de Steve. Estoy seguro que ayudaría a que llegasen antes los del equipo móvil.
-¿Usted cree que a Steve le puede salvar el dinero de su familia? ¡Claro que no!. Fue muy valiente en alistarse voluntariamente pero su linaje no le sirve de nada aquí. Lo que le va a curar son las medicinas que no llegan y nuestra esperanza. Es lo único que nos queda y lo que nos hace fuertes. Vuelva a su puesto inmediatamente.
Yo había sido un soldado entre tantos otros que había dejado su país para alistarse y así darle un futuro a mi hijo de dos años. No había finalizado la escuela y el ejército me pareció la salida perfecta para poder regresar con dinero bajo el brazo. El riesgo era alto pues la vuelta no era segura. Steve sin embargo, provenía de una familia acaudalada y no necesitaba estar en aquel infierno. Contra todo pronóstico, se había alistado tras acabar la universidad. Recuerdo una noche que no podíamos dormir en la que Steve me confesó que no le encontraba sentido a su vida y que sabía que aquel sitio al menos, le daría otra perspectiva de las cosas. Yo le decía que estaba loco, por eso nos llevábamos bien. Él y yo nos conocimos en el cuartel, ambos íbamos en misión de paz, sin embargo, en uno de sus arrebatos de protagonismo, Steve se había ofrecido a salir a por provisiones teniendo la nefasta suerte de que estallara una mina debajo de las ruedas del vehículo que conducía, destruyendo parte del fuselaje blindado. Él era el único ocupante y estaba muy grave.
-¡Espere soldado!
-Sí, señor.
-¿Ha visto la sangre que corre por sus venas?
-Claro, señor. Fui yo quien le encontré moribundo en la carretera, el que le trajo hasta aquí.
-Aunque le parezca obvia la pregunta, respóndame soldado. ¿De qué color es la sangre de Steve?
-Roja, mi general.
-Eso es lo primero que aprendemos en cuanto llegamos aquí. El color de la sangre. En todos es la misma. Y desde luego, no es azul. Se pondrá bien. Recemos para ello pues..