y regresa con varios besos muertos..." (Miguel Hernández)
Ella ¿No la conocéis? Entonces
imaginadla, soñadla.
¿Quién será capaz de hacer
el retrato de la amada? Yo sólo podría hablaros
vagamente de su lánguida
figura, de su aureola
triste, profunda y romántica. Os diría que sus trenzas
rizadas sobre la espalda
son tan negras que iluminan
en la noche. Que cuando anda, no parece que se apoya,
flota, navega, resbala...
Os hablaría de un gesto
muy suyo..., de sus palabras, a la vez desdén y mimo,
a un tiempo reproche y lágrimas,
distantes como en un éxtasis,
como en un beso cercanas... Pero no: cerrad los ojos,
imaginadla, soñadla,
reflejada en el cambiante
espejo de vuestra alma. (Gerardo Diego)
Amanecía y ya se despertaba. Llevaba meses levantándose tan pronto como el sol salía y durmiendo mal o más bien, poco. Tenía la marca de la almohada tatuada en su carrillo izquierdo por lo fuerte que se abrazaba a ella. Aquel objeto inerte era el único cuerpo ajeno al suyo al que abrazaba. Cada día al abrir los ojos, veía a su alrededor la misma habitación en la que había pasado buenos y malos momentos. Los mismos objetos sobre la mesa, la silla, la ropa de la noche anterior tirada sobre el suelo y la luz que entraba sigilosamente como tratando de no despertarla, desde la ventana, poblando la habitación de retazos claro-oscuros .Aquellas paredes habían envuelto pensamientos, muchos anhelos, varios gemidos y algunos sueños de adolescente tardía. En esos meses, Margot transitaba por un estado de ansiedad creciente. Quería salir de la cama, pero no podía. Se repetía a sí misma mientras humedecía la boquilla de un cigarrillo con sus labios carnosos. Retiró la sábana de su pierna derecha hasta el medio muslo y jugaba con ella como si alguien más en la habitación la observara. Llevaba bastante tiempo sin seducir a nadie y aquello la afligía. Siempre había sentido una sed insaciable por los hombres pero desde que aquel tedio se había apoderado de ella, se aislaba entre esas cuatro paredes y su mirada y sus intereses, ya no eran los mismos. La rutina le había robado su pasión por las cosas. Ni siquiera le venía la inspiración para escribir. Empezó a releer “Cumbres Borrascosas” para probar si algo romántico encendía el oscurantismo de su imaginación. Cuando se levantaba, sabía exactamente todo lo que iba acontecer durante el día, pero sobre todo, lo que no iba a ocurrir.
Horas más tarde sonó el teléfono. Llamó Paula, una antigua conocida con la que hacía mucho tiempo que no hablaba. Se había confundido al marcar y por casualidad la había llamado. Ya que habían vuelto a retomar el contacto, invitó a Margot por la noche a asistir a un evento al que iban acudir muchos actores. Paula era la única actriz del mundo que no era egocéntrica y que no confiaba en sí misma. Gozaba de tal desconfianza hacia su persona, que ni aún se había sacado el carnet de conducir porque tenía miedo a tener un accidente. Quizás por eso no conseguía buenos papeles. Por otro lado, manejaba un sentido del humor deliciosamente irónico capaz de desmenuzar cada detalle de cualquier situación cotidiana y transformarlo en cómico con su sátira personal, lo que hacía tremendamente divertido pasar una velada junto a ella. Agradecida por la invitación aceptó y aunque no lo reconoció, le hizo algo de ilusión.
Aquel antro era muy particular. Nunca había ido antes pero había oído hablar mucho de él. Solo lo abrían los viernes por la noche, la entrada era gratuita y se decía que allí comenzaba el fin de semana. Los actores, elegantes y muy pintones, se mezclaban entre los clientes habituales quienes les invitaban a una pizca de coca y brindaban por sus éxitos y los futuros proyectos. Sola, entre el glamour de los egos de tamaños descomunales y el humo del tabaco, se fue a la barra a pedir una copa aprovechando que Paula no paraba de hablar con conocidos, la mayoría masculinos. De entre la multitud, una cabellera rubia le llamó la atención. Le atraían los hombres rubios porque no eran muy frecuentes, precisamente. Dio un trago a su copa y saltándose el código no escrito se armó de valor para irle a hablar. Sacó a la luz su carácter seductor durante tanto tiempo escondido y medio amenazante se acercó a él.
-Hola, ¿eres actor? -No podía creer que acababa de comenzar una conversación con semejante estúpida frase.
- Vaya.No, ¿y tú? - Su tono de voz era musical e hipnótico y de cerca, sus grandes ojos se clavaban penetrando en el interlocutor.
- Jajaja, no. Entonces… ¿ qué hacemos aquí?
(Ambos reían)
-He venido a acompañar a alguien. ¿A qué te dedicas?
-Escribo. Soy escritora.
-Ah, ¿logras vender libros?
-Escribo libros. Lo que hacen con ellos no es mi asunto. Sólo recibo un tanto por ciento de las ganancias. ¿Cuál es tu nombre?
-Heathcliff, ¿y el tuyo? - Como si nunca hubiera escuchado el sonido que producían todas aquellas letras juntas, aquel hombre delante suyo compartía el mismo nombre que el protagonista de la novela que estaba leyendo.
-¿¡Como el protagonista de Cumbres Borrascosas!?
-No sabes en estos treinta años cuántas veces me han hecho esa pregunta. Mi madre era inglesa y amaba ese libro y la película, claro.
-¡Qué coincidencia!justamente la estoy releyendo ahora. Me llamo Margot.
No recordó nada más. Se despertó y trató de moverse pero la cabeza aún le daba vueltas. Estaba en su misma habitación de siempre, al amanecer y con los mismos objetos sobre la mesa, la silla, la ropa tirada sobre el suelo del día anterior y la luz que tímidamente entraba por la ventana. Lo único distinto de todo ello era que a partir de aquella noche y cada viernes, Heathcliff dormía a su lado en su apartamento. Como amante, pareciera que conociera todas sus debilidades. Mientras que con una mano la acariciaba con otra le desvestía suavemente. Se excitaban casi solo con mirarse y siempre le susurraba al oído que le iba a hacer el amor toda la vida. Aquellas palabras emulaban para Margot al mismo sonido sacro de los coros eclesiásticos. Su química provocaba una intensa energía. Se embadurnaban el uno del otro, pero sus besos, parecían prohibidos a mostrar sentimientos. Aunque sus cuerpos no eran perfectos, las formas de sus anatomías destilaban erotismo cuando estaban juntas. Aquella habitación insípida y gris se había transformado en un templo suntuoso en donde los muebles parecían hechos de fuego.
Poco a poco, Margot se percató de que algo en su interior se removía y de que de forma casual, habían aparecido indicios de algo más profundo. Siempre había sido muy caprichosa y no distinguía si aquello que se agitaba dentro de ella era uno de sus caprichos o si de verdad se estaba enamorando. “¿De qué material está hecho el amor? ¿hacer el amor es la fábrica de ese material?¿este cuerpo mío es el instrumento de su creación?” Empezó a escribir inspirada las primeras líneas de lo que iba a convertirse en un libro.
Llegó el invierno. Nadie puede desafiar el paso del tiempo y los susurros se habían esfumado con él. Heathcliff no estaba libre, llevaba casado con Paula diez años y aunque no eran felices permanecían juntos porque los años habían construído una gran amistad. Ambos habían llegado a la vida de Margot por casualidad y aquello le había enseñado que las casualidades a veces no son como nos las imaginamos, por eso sorprenden. Aunque la pareja entendía el amor como algo liberal, al final el remordimiento les ganó la batalla. Paula se convirtió en una actriz de éxito que llenaba teatros, y él seguía acompañándole a los eventos sin posar a su lado. Margot por su parte, guardó el mejor recuerdo suyo porque era lo único que iba a conservar y dejó grabado con gran cariño en su inconsciente, todos sus suaves besos. Una mañana, al alba y sola de nuevo en su habitación, la paz apareció sin motivo alguno al despertarse. Miró a su alrededor y todo parecía nuevo. Sintió inesperadamente como si fuera la primera vez que estaba en aquel dormitorio. Veía los objetos sobre la mesa nuevos, la silla, la ropa tirada en el suelo e incluso la luz que entraba desde la ventana dejó de ser claro-oscura, ahora destellos de luz ámbar impregnaban la habitación y las tonalidades amarillas iluminaban los rincones. La costumbre de levantarse temprano desapareció y finalmente terminó su libro. Su mirada, se había vuelto fresca para sostener aquella habitación o su mundo, porque recordó que en todo ese tiempo, había olvidado que aquel era su hogar.
"Coged
las rosas mientras podáis
veloz el tiempo vuela.
La misma flor que hoy admiráis,
mañana estará muerta..." (Walt Whitman) SERVIR
"Dormía, y soñaba que la vida era alegría.
Desperté, y vi que la vida era servicio.
Serví, y vi que
el servicio era alegría." (Rabindranath Tagore) Gracias
Doy Gracias porque soy mucho más feliz que ayer pero menos que mañana.
Doy Gracias por ser exactamente como soy.
Doy Gracias porque estoy totalmente consciente de mi verdadero
valor.
Doy Gracias por quien me lo ha enseñado con su rechazo.
Doy Gracias porque me hayan analizado, juzgado y comparado, porque me ha hecho ver que las personas que hacen eso, son
las más acomplejadas.
Doy Gracias por las veces que me han señalado como insegura,
me reconozco en esa palabra pero no la tengo miedo. Gracias a mi inseguridad,
me he conocido.
Doy Gracias porque no voy señalando a nadie por su forma de
ser. Dejo a cada cual su espacio personal y que sean como sean. Una persona no
cabe en un solo adjetivo, a quien tilden de “aburrido” estoy segura que en otro
aspecto de su vida, supera a cualquiera.
Doy Gracias porque intento no juzgar. Quiencritica y se ríe de los demás es el más
desgraciado porque necesita hacerlo para sentirse bien. Algo falla en su
interior, pero no halla el valor de enfrentarlo. En realidad son ellos los más
inseguros.
Doy Gracias por todo lo que tengo, que no es mucho, pero he
descubierto que en la sencillez está la plenitud. Realmente lo doy valor.
Doy Gracias por no haber tenido una vida
fácil porque soy lo que soy debido a mi experiencia vital.
Doy Gracias porque sé reconocer las cosas buenas y la gente
buena.
Doy Gracias a mis sentimientos pues ellos hacen que mi
vida sea grande.
Doy Gracias a mi intuición. En muchas ocasiones me ha
salvado.
Doy Gracias a mi valentía por no callarme y vivir como un
borrego más.
Doy Gracias porque estoy liberada en todos los sentidos. No
me muevo por necesidad de ningún tipo y si la tengo, trabajo en ella.
Doy Gracias por haber experimentado sexualmente y no
sentirme culpable, ni pecadora por ello.
Doy Gracias por concebir el sexo como una experiencia feliz
que vivo y disfruto con naturalidad. Y sí, soy mujer. Y no, no soy prostituta.
Doy Gracias porque sé lo importante que es tener relaciones
satisfactorias por ambas partes.
Doy Gracias porque mi cuerpo está sano y funciona
perfectamente. Soy consciente de cuidarlo y tratarlo como es debido.
Doy Gracias porque me he liberado de cualquier dependencia
emocional y vivo libremente sin atarme para rellenar huecos.
Doy Gracias por enterarme de que los atributos que más se
aparentan son en realidad, de los que se carecen.
Doy Gracias por tener una mente que piensa y que se atreve a
ver más allá de lo que la enseñan. Tanto a nivel micro, como la familia o macro,
la sociedad.
Doy Gracias por mi inabarcable ansia de descubrir la verdad
y por mi extrema curiosidad por todo.
Doy Gracias por las personas que me cuidan y que me dan
cariño y simplemente con su sonrisa, me alegran el día.
Doy Gracias a mis pensamientos positivos que son los que me
nutren y me ayudan cuando más se necesitan, en la adversidad.
Doy Gracias a todos los enemigos, personas que me envidian
o putean porque ellos son los verdaderos maestros que me hacen ver en dónde
flagelo.
Doy Gracias por no
identificarme con Instituciones. No necesito títulos para ser reconocida. Mi
valor es más sutil.
Doy Gracias a mi poder de renacimiento. Soy capaz de ver el dolor, aceptarlo, y salir de él para convertirme en
alguien mil veces más fuerte y sabia. Me he transformado de Maga Gris a Maga Blanca como
Gandalf en “el Señor de los Anillos”:)
Doy Gracias por tener un techo donde vivir. Soy consciente de
que millones de personas en el planeta viven bajo el umbral de la pobreza y yo soy
una afortunada. Además gozo del derecho del libre pensamiento y de la libertad
de expresión. Aunque últimamente se esté mermando sobremanera y se nos manipule.
Apelo a ese libre pensamiento de cada cual.
Doy Gracias porque a mis casi 28 años de edad, me siento
mejor que nunca. Me gusto más y me disfruto más. He vuelto a tener la sensación
de ser una niña. Disfruto solamente el presente, y lo vivo con asombro.
Doy Gracias porque de nuevo todo me hace gracia y no paro de
reírme.
Doy Gracias por las mentes despiertas que leen estas líneas
porque con ellos comparto la misma ilusión.
Doy Gracias por estar viva, por respirar y por vivir experiencias.
Le doy tanto valor a la vida, que intento exprimirla al máximo para vivirla
intensamente.
Doy Gracias por todos los regalos que tengo. Estos regalos
tienen nombres y apellidos y aunque no tengo el privilegio de compartir con
ellos todos los momentos que quisiera, los instantes que lo hago, soy
tremendamente feliz .
Doy Gracias a la muerte porque me hace vivir el momento.
Doy Gracias por todo lo que me queda por delante y por todo
lo que aún no sé.