“Aquel que mira hacia fuera, sueña, aquel que mira hacia dentro, despierta” (Carl Jung)
¿Por qué lo llaman
amor cuando quiere decir apego?
No he nacido sólo para mimarte,
besarte, acariciarte.
Perderme en esa sensación fantasiosa
que aplasta mis sentidos por mis anhelos
y los mezcla de forma uniforme
para perder permanentemente
mi centro y mi identidad.
Aunque disfruto cuando lo hago
y tu placer se convierte en mi fruición,
no estoy aquí sólo para darte amor,
entiéndelo.
Mi gozo empieza por mi desarrollo.
No te quiero menos por saber quién soy,
lo hago más y mejor,
porque no te necesito,
como tú a mí tampoco.
Decidimos compartir nuestras vidas
nuestros sentimientos,
de forma desapegada.
No estoy aquí para completarte,
no me impongas esa responsabilidad,
sino para enseñarte
lo que quiero mostrarte
lo que quiero mostrarte
y tú,
enseñarme lo que necesito aprender.
Te dejaré libre para que respires
el oxígeno que te rodea
y tú me dejarás libre
para que pueda conocer
para que pueda conocer
lo que existe a mi alrededor,
tanto a ti,
como a otras personas más
que cumplan su rol para conmigo,
al igual que tú tendrás las tuyas.
No soy menos poeta o romántica
por darte el espacio específico que tienes.
Tu valor es inmenso,
tal y como el mío lo es,
por eso respeto
ambos.
Tú no me completas,
yo no te completo.
Los dos somos únicos y diferentes,
practicamos con nuestras diferencias
y por ellas nos admiramos.
No he nacido para darte placer,
aunque elijo dártelo,
porque al dártelo a ti,
me lo doy también a mí.
Te quiero no como a un objeto
que cuando es nuevo y bonito se le aprecia.
Quiero a tu esencia,
a tu interior,
a quien respira a través de tus pulmones,
a quien ve a través de tus ojos,
a las palabras que pronuncia tu boca.
Me siento afortunada y agradecida
porque cada día comparto,
porque cuando te miro,
te veo a ti,
me veo a mí.
No vas delante,
caminamos al mismo ritmo
pero si te adelanto,
te enseño el atajo,
o viceversa.
Soy lo que he aprendido,
y tú formas parte de esas lecciones.
Agradezco tu comprensión, tus manos,
tus miradas.
Eres lo que eres
soy lo que soy
y me das gracias por las veces
que te doy la mano
para que no te pierdas.
Es un lujo caminar a tu lado.
Te adoro,
pero te suelto
pero te suelto
y te dejo ir.
Ese es mi mayor regalo.
Beatriz Casaus 2013 ©