Desde que practico el Ho´oponopono, puedo decir que mi vida ha cambiado a mejor. Para quien no sepa lo que es, se trata de un antiguo método hawaiano de curación que se basa en el perdón.
Después de esta genial anécdota histórica del encuentro que tuvieron Alejandro Magno y el filósofo cínico Diógenes, que he querido compartir con vosotros, os he dejado mi particular visión de este método ancestral, que como todo lo que hago, primero he masticado y digerido por mí misma para sacar de ello mis propias conclusiones de modo que resuene conmigo misma si se diera el caso y como ha sido así, lo muestro por si a alguien también le pueda servir.
Por último comentar que el vídeo que he adjuntado a este post es digno de ver. Os vais a quedar con la boca abierta por las preciosas imágenes que en él aparecen. Vivimos en un mundo precioso que hay que cuidar, espero que os guste y ¡os mando un fuerte abrazo!
Historia del filósofo Diógenes y Alejandro Magno
Al oír hablar sobre Diógenes, Alejandro Magno quiso conocerlo. Así que un día en que el filósofo estaba acostado tomando el sol, Alejandro se paró ante él. Diógenes se percató también de la presencia de aquel joven espléndido. Levantó la mano como comprobando que, efectivamente, el sol ya no se proyectaba sobre su cuerpo. Apartó la mano que se encontraba entre su rostro y el del extraño y se quedó mirándolo.
El joven se dio cuenta de que era su turno de hablar y pronunció:
- "Mi nombre es Alejandro El Grande”. Pronunció esto último poniendo cierto énfasis enaltecedor que parecía más bien aprendido.
- "Yo soy Diógenes el perro”
Hay quienes dicen que retó a Alejandro Magno con esta frase, pero es cierto también que en Corinto era conocido como Diógenes el perro. Alejandro Magno era conocido en la polis así como en toda la Magna Grecia.
A Diógenes no parecía importarle quien era, o quizá no lo sabía.
El emperador recuperó el turno:
- "He oído de ti Diógenes, de quienes te llaman perro y de quienes te llaman sabio. Me place que sepas que me encuentro entre los últimos y, aunque no comprenda del todo tu actitud hacia la vida, tu rechazo del hombre virtuoso, del hombre político, tengo que confesar que tu discurso me fascina".
Diógenes parecía no poner atención en lo que su interlocutor le comunicaba. Más bien comenzaba a mostrarse inquieto. Sus manos buscaban el sol que se colaba por el contorno de la figura de Alejandro Magno y cuando su mano entraba en contacto con el cálido fluir, se quedaba mirándola encantado.
- “Quería demostrarte mi admiración por ti", dijo el emperador. Y continuó: "Pídeme lo que tú quieras. Puedo darte cualquier cosa que desees, incluso aquellas que los hombre más ricos de Atenas no se atreverían ni a soñar".
- “Por supuesto. No seré yo quien te impida demostrar tu afecto hacia mí. Querría pedirte que te apartes del sol. Que sus rayos me toquen es ahora mismo, mi más grande deseo. No tengo ninguna otra necesidad y también es cierto que solo tú puedes darme esa satisfacción”.
Más tarde, Alejandro comentó a sus generales: "Si no hubiera nacido Alejandro, me hubiera gustado ser Diógenes."
El joven se dio cuenta de que era su turno de hablar y pronunció:
- "Mi nombre es Alejandro El Grande”. Pronunció esto último poniendo cierto énfasis enaltecedor que parecía más bien aprendido.
- "Yo soy Diógenes el perro”
Hay quienes dicen que retó a Alejandro Magno con esta frase, pero es cierto también que en Corinto era conocido como Diógenes el perro. Alejandro Magno era conocido en la polis así como en toda la Magna Grecia.
A Diógenes no parecía importarle quien era, o quizá no lo sabía.
El emperador recuperó el turno:
- "He oído de ti Diógenes, de quienes te llaman perro y de quienes te llaman sabio. Me place que sepas que me encuentro entre los últimos y, aunque no comprenda del todo tu actitud hacia la vida, tu rechazo del hombre virtuoso, del hombre político, tengo que confesar que tu discurso me fascina".
Diógenes parecía no poner atención en lo que su interlocutor le comunicaba. Más bien comenzaba a mostrarse inquieto. Sus manos buscaban el sol que se colaba por el contorno de la figura de Alejandro Magno y cuando su mano entraba en contacto con el cálido fluir, se quedaba mirándola encantado.
- “Quería demostrarte mi admiración por ti", dijo el emperador. Y continuó: "Pídeme lo que tú quieras. Puedo darte cualquier cosa que desees, incluso aquellas que los hombre más ricos de Atenas no se atreverían ni a soñar".
- “Por supuesto. No seré yo quien te impida demostrar tu afecto hacia mí. Querría pedirte que te apartes del sol. Que sus rayos me toquen es ahora mismo, mi más grande deseo. No tengo ninguna otra necesidad y también es cierto que solo tú puedes darme esa satisfacción”.
Más tarde, Alejandro comentó a sus generales: "Si no hubiera nacido Alejandro, me hubiera gustado ser Diógenes."
(Sacado del blog: "cuentosqueyocuento.blogspot.com)
Gracias, te amo, perdón.
Mis tres palabras favoritas:
Gracias, te amo, perdón.
Gracias:
Date un paseo por el mundo y regocíjate al descubrir que todo lo que ves ahí fuera también está dentro de ti. ¿Qué hay en común en cada ser vivo? Justo eso, que está vivo, dentro de cada ser hay vida. Desde una simple hormiga, una flor y hasta un ser humano. Brindemos reverencia a la vida que habita dentro de cada ser. Para ello lo único que necesitas hacer es vivir y dejar vivir. Respetando. Así de sencillo y de complejo a la vez.
Te amo:
Como decía San Agustín: “Ama y haz lo que quieras” porque si amas de verdad, podrás hacer lo que quieras sin causar daño a nada ni a nadie y además serás feliz doblemente porque cuanto más das, más recibes. El verdadero amor consiste en reconocer al otro como si fueras tú mismo.
Perdón:
El perdón es el mejor instrumento para el amor. Como dice Paulo Coelho: “Perdonar significa aceptar las disculpas que nunca fueron pronunciadas”. Sólo se da desde el corazón de cada uno, es a nivel interno. No tiene nada que ver con decírselo a alguien de palabra, sino en sentirlo de verdad. Hay que perdonar no una vez, sino tantas veces como te hayan dañado, porque la mayoría de las veces las personas no son conscientes del daño ocasionado. El reto más grande es perdonar a quien sí ha sido consciente y lo ha hecho a propósito, este milagro no sólo concierne a grandes almas como Jesús, Teresa de Calcuta o Gandhi, que precisamente fueron grandes almas por practicar este perdón, sino que dentro de cada uno de nosotros también existe la capacidad de perdonarlo TODO. Jesús mismo decía: “Vosotros podéis hacer cosas como las que yo hago y aún superiores todavía” .Es cuestión de práctica, de ponerle mucha intención y de querer soltar, pues cuanto más perdonas, más te liberas y más te limpias a todos los niveles.
Beatriz Casaus 2013 ©
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