“Me aparto de la gente que considera
a la insolencia valor y cobardía a la ternura. Y también me aparto de aquellos
que consideran charlatanería a la sabiduría e ignorancia al silencio” (Khalil
Gibrán)
Prisionera
Dejadme tranquila ahora que puedo no ser,
ahora que puedo volar con el nombre pegado
a una boca que no es mía,
agarrada a un destino de abrazos
que aprietan tanto,
que aprietan tanto,
que duelen y asfixian.
¿Dónde está la libertad de haber nacido libre?
La princesa se ha convertido en reina
de su propia mazmorra.
Pero ser reina tiene mayor jerarquía
que ser princesa,
que ser princesa,
aunque sea dentro de una cárcel de oro.
Dejadme tranquila ahora
que he visto morir el verano en las hojas caídas.
Las mismas que cubrirán mi
corona
cuando me case de negro,
como las noches sin estrellas
de las ciudades vacías.
de las ciudades vacías.
Suceden muchas cosas,
ahora mismo sucede que estoy envejeciendo.
El silencio tal vez nos enseñe
que callar nuestra voz es morir en un mar frío.
Dejadme quedarme quieta sin deshojar los días.
No quiero saber nada del arrepentimiento,
de esa espiga en un zapato nuevo,
de permanecer entretenida
en fábricas de estabilidades ficticias,
en fábricas de estabilidades ficticias,
ni de olvidar quién soy
aunque la mayoría lo haya hecho.
No tengo nada que ver con vivir sin estar vivo.
Dejadme tranquila
que he decidido volver a nacer ahora mismo
para no perder más el tiempo.
No seré más una reina prisionera,
me voy,
no porque no me guste este sitio,
sino porque me gustan
todos los demás.
todos los demás.
Beatriz Casaus 2013 ©
Conformidad
Pocas cosas me han dicho tan poco,
pero con lo poquito que me dicen algunas cosas,
esas pocas cosas,
ya me dicen mucho.
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