Quiero expresar mediante estos dos escritos, dos tipos de amor: uno es el que todo el mundo conoce, (yo misma he sido toda una profesional y experta del mismo) y el otro, sólo los que se han tomado el tiempo y la dedicación de conocerse a sí mismos, experimentan.
Sobre este tema ya me he explayado en varias ocasiones con
anterioridad, pero me parece necesario hablar acerca de él porque mucha gente
no se ha dado cuenta de un detalle que quiero enfatizar: Cuando se necesita a la gente, no
se puede amar a la gente.
Sé que desconcierta lo que acabo de decir, porque precisamente
hemos estado escuchando lo contrario a través de una cultura que nos ha
transmitido un tipo de mensaje sobre el amor, mediante películas, canciones,
anuncios publicitarios o un sin fin de modos. Sin embargo se ha omitido un
hecho en todo este tiempo, que es lo contrario a lo que se ha transmitido: Mientras
necesites a alguien, a ese alguien no lo amas. Lo puedes llamar amor,
pero no lo amas en realidad. En nuestra vida se produce una o en varias
ocasiones (como es mi caso) ese milagro que es el enamoramiento. Me enamoro de
alguien y ese alguien además, ¡por suerte se enamora de mí! Inmediatamente ahí
aparece un elemento: la necesidad de la persona de la que me he enamorado, una
necesidad desesperada e imperiosa por tenerla a nuestro lado y es entonces, cuando al amor le introducimos una serie de elementos derivados de
esa necesidad y lo contaminamos. Aparece así el miedo a la pérdida, los celos,
y un montón de emociones junto al amor, que son consecuencia de esa necesidad y del
miedo que produce a que desaparezca y así el amor deja de serlo y se
convierte en otra cosa, en un fenómeno emocional sin parangón.
En cambio, cuando lo único que importa para vivir es la vida, cuando
uno medita y conecta consigo mismo, irremediablemente esa necesidad va
desapareciendo poco a poco y ahí es cuando de verdad uno siente o se percata de
que ama, y cuando de verdad se disfruta de la vida. Cuando sentimos la
necesidad de alguien, realmente no es nuestro verdadero ser, es otra parte de
nosotros la que tiene esa necesidad de personas o de cosas, la misma parte que además nos ha
llevado por un camino por el que no hemos vivido, sino por el que nos hemos
limitado a sobrevivir. Cuando empezamos a vivir, es cuando de verdad nos damos
cuenta de lo que es el amor.
Tanto al que le guste como al que no, que se dé por abrazado J
Te vas
Como quien no dice nada,
te escabulles
entre los nombres impronunciables
y te vas.
Me conmociona
el minúsculo abismo que separa
tu boca de la mía.
Y yo tengo celos,
de la cuchara que toca tus labios.
Me duele
echarte tanto de menos
que ya casi hasta me gusta,
porque significa
que te quiero en demasía,
pero quererte tanto
lastima.
Así que el dolor es amor
y el amor es dolor.
Tengo marcas invisibles
que lo demuestran.
Quien ama más a alguien
que a uno mismo sufre,
pero quien sufre amando,
vive viviendo
una desdicha placentera.
Casada conmigo misma
No vivo encorvada o encogida por el amor, ni por el tuyo, ni
el de nadie.
No vivo temerosa porque acabe, o sumida en celos o emociones
que circundan al enamoramiento.
Vivo libre y feliz, porque he abierto mi corazón de par en
par. Es soberano y no está maniatado a una emoción limitadora.
Te amo, porque no te necesito. Y sin embargo es ahora, cuando más te estoy amando, y mejor.
Estoy casada conmigo misma y para ello tampoco necesito un
anillo, como no necesito nada, ni nadie, porque sé quién soy y de dónde vengo.
Gozo de la vida y sé lo que es y representa, porque vivo
en la libertad de amar,
desde el interior más puro.
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