"No es síntoma de buena salud, el estar perfectamente adaptado a una sociedad enferma". (J.Krishnamurti)
Antagonista
Me falta escribir todo lo que no está escrito.
Me falta ser
insensible a las emociones, volverme fría y racional. Apartar lo emocional de
mi vida diaria.
Me falta haber estudiado dos carreras, un máster, haber
hecho una tesis, haberme doctorado y hablar cuatro idiomas.
Me falta consumir revistas que proclamen una belleza debajo
del umbral de la salud.
Me falta tener una economía desahogada para ahorrar.
Me falta ser precavida para el futuro.
Me falta un seguro de vida, un contrato indefinido y una
futura pensión vitalicia.
Me falta una maleta hecha y un billete con parada en la
siguiente estación, la del sentido del humor que tanta falta hace.
Me falta guardar un secreto. Tengo muchos.
Me falta hacerme tolerante a la violencia e intolerante a la
huida.
Me falta domesticarme en las actividades domésticas.
Me falta volverme una maestra de las emociones, fingir si
alguien me cae mal y ocultar que quiero estar con alguien.
Me falta desarrollar aires de grandeza, antipatía y
superioridad si elevo mi ego, en proporción directa a mi poder adquisitivo.
Me falta esconder mis sueños, deseos, anhelos, dolores o
todo aquello que proviene de mi interior, porque parece vetado y sólo admisible
a los niños, a la gente infantil o ultrasensible.
Me falta querer el mejor coche o móvil del mercado, ser propietaria
de una casa, o estar movida a conseguirlo.
Me falta querer destacar, ser la protagonista o el centro de
atención de todas las miradas de quienes ansían tener lo que no tienen.
Me falta perder mi criterio personal fundiéndome en una
simbiosis entre el televisor y mi persona.
Me falta crecer, que no envejecer.
Me falta contar hasta diez antes de hablar.
Me falta necesitar altas dosis de telediario, con noticias
malas que perjudican seriamente la salud.
Me falta depender de factores como el tiempo o la cantidad.
Me falta sentirme cómoda con lo establecido.
Me falta no confundir la felicidad con el placer.
Me falta no sentirme como la antagonista de una sociedad sin
pies ni cabeza.
(Una sociedad en la
que todo el mundo mira hacia otro lado como si no pasara nada. Pensando que nada
extraño ocurre y que quienes lo pasan mal están a miles de kilómetros de distancia, cuando en realidad, es sólo a nosotros a quienes lo más terrible está sucediendo: la pérdido de nosotros
mismos. La más triste realidad emocional está a la orden del día, como los altos
porcentajes de consumo de antidepresivos demuestran, el aumento de personas
que no encuentran sentido a sus vidas o que se sienten solas, inapetentes o tristes. Sin embargo, la más grande
liberación al darnos cuenta de ello y al hacer algo al respecto es posible).
Me falta no ser antagónica a las personas que se mueven
por dinero. Por competir a ser el mejor, a ganar más. Instadas a
seguir los estudios que más dinero reporten y menospreciando las artes o el
talento.
Me falta desconocer que la fuerza que impulsa mis venas es ayudar,
tanto a nivel económico, mental o emocional y el día que deje de
serlo, me habré perdido yo también.
Me falta ignorar el hecho de que los seres humanos más pobres, son
aquellos que no saben compartir.
Con todo esto puedo decir que me faltan demasiadas cosas,
pero son cosas, a las que no echo nada en falta.
Beatriz Casaus 2013 ©
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