Una vez le preguntaron
a Ramakrishna, uno de los místicos indios más importantes del S. XIX, si creía
en Dios y él dijo: “No creo en Dios”. Todos quedaron boquiabiertos y perplejos
ante su respuesta y de nuevo le volvieron a preguntar: “¿cómo un místico como
tú no cree en Dios?” a lo que Ramakrishna contestó: “No creo en Dios, lo
conozco.”
En este preciso instante que escribo estas líneas la mayoría de la
población mundial es pobre y una gran parte está desnutrida y pasándolo mal.
Existen guerras y se producen actos violentos contra inocentes y menores. Sin
embargo a este lado del mundo parece que no importara, existe una minoría que
está absorta escribiendo en un nuevo lenguaje a base de “hashtag” y
preocupándose por adquirir prendas de moda y aparentar. Conozco pocos hombres y
mujeres que lean libros interesantes, la mayoría prefiere escuchar reggeaton y
emborracharse los fines de semana mientras suben fotos a redes sociales para
tener la constante aprobación de los demás a través de “likes”. Muchos buscan tener
cuerpos perfectos sin cultivar su mente. Por eso es más fácil encontrarse los
gimnasios llenos y las librerías vacías. También hay quienes cultivan tanto su
mente divagando en ideas, que a veces incluso alcanzan altos ideales abstractos
pero como no han cultivado su espíritu sino sólo su mente, pueden llegar a
creerse superiores a los demás porque tienen ego intelectual, que es ego al fin
y al cabo. Vivimos en el mundo del Ego. La gente ama ser protagonista. “Yo, yo
mejor, yo más, yo, yo, yo".No hay más que escuchar conversaciones para darse
cuenta de este hecho. Sin embargo no saben que el ego está lleno de trampas. El
ego nunca les hará felices porque nunca se sacia. Siempre querrá más. Más fotos
en Instagram para mostrar su belleza, sus prendas, su riqueza, su forma de vida
"cool" o sus novi@s guap@s. Más dinero para sentirse importante, más
casas, coches, motos, aparatos tecnológicos de última generación, más
productos, más, más, más. El deseo nunca cesa. Y sin embargo, llegará un punto
en sus vidas en que quizás no se sientan satisfechos del todo a pesar de haber
conseguido todo lo que se supone les debería hacer felices. Surgen las crisis y
será alguna catarsis la que les hará despertar o quizás nunca la sientan y se
engañarán a sí mismos distrayéndose con otra cosa para así no tener la
necesidad de cambiar y adentrarse en lo desconocido que trae un cambio de
conciencia. Sin embargo, no saben que el ego está muerto de miedo. Tiene
pánico, verdadero pánico a desparecer. Por eso la gente egocéntrica
tiene pavor a la muerte, se identifican con su ego y el ego teme por encima de
todo a desaparecer. A mí más que a desaparecer, lo que me da verdaderamente
miedo es a vivir de ese modo. Como decía Pablo, el apóstol, “donde pones tu atención en eso te conviertes”
no quiero convertirme en una persona cuyas expectativas son aquellas que
dicta mi ego. Una vez un discípulo le preguntó a Buda cómo se conseguía la
felicidad porque esa persona quería felicidad, a lo que Buda replicó: Quita el “Yo”, luego quita el “quiero” y ya
tienes “felicidad”. O como dijo un sufí al que mataron por decir la
siguiente frase: "Dios es yo y yo
soy Dios cuando ceso de ser yo". Desde que tengo uso de conciencia
recuerdo tener la certeza de la existencia de Dios, no un Dios como ha contado
la iglesia católica, sino un Dios cercano que yo sentía siempre conmigo y al
que siempre me he dirigido. Desde pequeña he tenido interés por conocer a Dios
y para ello he leído y aprendido de muchas religiones (ya que son las únicas fuentes
que hablan del tema) y sacado algo bueno de ellas, pero no he seguido ninguna
doctrina ni dogma religioso. Recuerdo tener un debate a los 9 años en clase con
mi profesora de religión, cuando dije en alto que todos somos Dios, la mujer
entró en cólera y casi me castigó pero yo seguí con mi copla durante los
sucesivos años de mi vida. Muchos tienen vergüenza de hablar de Dios o de estos
temas y a mí sin embargo lo que me da vergüenza es comportarme como se comporta
la gente en este lugar del mundo. Quienes me conocen saben que me encanta
hablar de temas espirituales, es más, creo que somos seres espirituales
teniendo una experiencia física, pero muy pocos se dan cuenta de ello y hasta
se ríen de los que tenemos conciencia espiritual o más bien les
asustamos. Creo que es el momento de hablar de ello, de hablar en alto de estos
temas al igual que los que tienen mucho ego lo hacen. Quizás la gente con más
ego es más ruidosa que ese otro tipo de gente, o necesita más
atención. Cuando pones tu atención en algo tan sublime, tan elevado, tan
perfecto como es la causa divina, tu mundo mejora y los miedos desaparecen. Te
vuelves mejor persona y tu atención no se focaliza en lo material sólo. En la
india lo llevan haciendo desde hace más de seis mil años y muchos de ellos a
pesar de no tener nada material, son felices y están llenos de amor y de dicha.
No como en Occidente en donde la sociedad nos ha implantado que
debemos mantener un sistema consumista que actúa como si viviéramos
en un mundo de recursos infinitos. Reflexionemos un instante sobre eso.
Apaguemos todo el ruido de nuestro alrededor y entremos en silencio. Lloremos
si hace falta, porque a veces hay conflictos internos que salen a la luz cuando
uno se escucha por primera vez y eso es genial, se está limpiando internamente.
Entrar en meditación y navegar hacia uno mismo es maravilloso. Puede que te
sientas como ese místico indio del siglo XIX que de pronto no le hacía falta
creer en Dios porque le descubrió dentro de sí. Estoy segura que como poco, conseguirás
paz y eso permitidme que os diga, es el mayor tesoro que se puede adquirir. Que
tengáis un precioso día con vuestros seres queridos, ya sean de diferentes razas
animales, de diferente nacionalidad, género, edad, condición, raza o lo que sea
de la vuestra, lo diferente siempre es bueno… yo me voy a pasar un día con mi chico sin la necesidad de colgar ninguna foto de ello y os aseguro que es bonito a rabiar J
El tesoro dentro
de ti
No busques un tesoro entre el barro de la mente
porque te ensuciarás y te confundirá.
No ansíes el tesoro de otros
porque nunca será tuyo,
siempre será el del otro.
No busques un tesoro con otros ciegos
que también buscan tesoros,
pues vuestra ceguera no os permitirá saber cómo luce uno.
No anheles un tesoro que parece bonito
porque se estropeará tarde o temprano.
No creas en los tesoros que se compran
porque con el tiempo perderán su valor.
Busca el tesoro que anida dentro de ti
porque nunca nadie podrá llegar a él
más que tú y robarlo.
Es el único tesoro que de verdad te pertenece.
Infinito y eterno,
contiene todo el valor del universo.
Está más cerca de ti que tu respiración
pero nunca te has parado a buscarlo ahí.
El mayor descubrimiento,
es que todos somos eternamente “ricos”
pues todos tenemos uno en nuestro interior.
Lo bueno para mí,
que sea lo bueno para todos.
La riqueza que hay en mí,
es la riqueza que hay en todos.
Beatriz Casaus 2016 ©