miércoles, 12 de diciembre de 2018

¿Te apuntas al cambio?


“La innovación es lo que distingue a los líderes de los seguidores” (Steve Jobs)

“Lo que vemos cambia lo que sabemos. Lo que conocemos cambia lo que vemos” (Jean Piaget)

“Yo no sueño en la noche, yo sueño todos los días. Yo sueño para vivir” (Steven Spielberg)

“Donde hay una empresa de éxito, alguien tomó alguna vez una decisión valiente” (Peter Drucker)



Nuestro sistema educativo no nos ha enseñado cultura financiera (como muchas otras cosas). Vivimos bajo la tendencia del ingreso-gasto (ahorrar en ocasiones se convierte en una utopía para la realidad de muchas personas y familias) y no tenemos conocimiento de todas las posibilidades de ahorro e inversión que existen en el mercado.

Se nos enseña a que se debe estudiar para luego trabajar en una empresa y ser empleado o como mucho, auto-empleado o funcionario, pero existen otras posibilidades, que se deberían enseñar, aunque quizá conviene que permanezcamos ignorantes… La posibilidad de conseguir libertad financiera es posible, para no ser esclavo de un trabajo que perpetúa un estilo de vida determinado y nos priva de otras opciones. Yo misma he sentido que “vivo en el trabajo y voy de visita a mi casa” y que no dispongo de lo más valioso que hay en la vida, que es mi tiempo. Si se pregunta a un moribundo en su lecho de muerte de qué se arrepiente, la mayoría contestaría que de no haber tenido más tiempo con sus seres queridos o de haberlo invertido en el trabajo y no en lo que de verdad les hacía felices.

Concretamente España, es el segundo país de la UE que menos emprendedores tiene. De algún modo está en nuestra cultura seguir el modelo de trabajo establecido y dar de lado a otros mecanismos que ya se han instaurado durante años en otros países. Es necesario conocer que además del emprendimiento hay otras opciones para la obtención de ingresos, pero para ello hay que abrir la mente y estar abierto a una nueva concepción laboral. Esta es una asignatura pendiente en España según las estadísticas. 

El industrialismo fue necesario durante un periodo de tiempo, pero su paradigma se está quedando obsoleto porque la sociedad ha cambiado y se está dando paso a una nueva forma de trabajo.  Es innegable que Internet tiene mucho que ver, pero también influyen otros factores como el estilo de vida, el tipo de familia, nuevas necesidades…  así que lo importante es adaptarse al cambio e integrarlo.

Según mi punto de vista, habría que empezar cambiando el propio concepto del trabajo comenzando por la misma palabra trabajo que viene del latín “tripalium” y que era una forma de tortura en la antigua Roma. Ya de por sí el término asusta y no me parece muy conveniente que se instaure en el inconsciente colectivo esa visión tan negativa. Utilizar un término nuevo para el intercambio de tiempo por dinero sería un paso en aras de conseguir el comienzo de un cambio. 

La meta es ser auto-suficiente a través de activos y pasivos que generen ingresos y así dejar de depender de una nómina para vivir, y abandonar también la dependencia del papá Estado, sobre todo teniendo en cuenta que España sufre una importante crisis en su Sistema Público de Pensiones y no es certero que en años venideros pueda ser sostenible, por lo que ir pensando en tener los ingresos necesarios para mantener una vida digna en la vejez, es un hecho que plantearse.

Tengo la creencia de que el S.XXI será pionero en nuevos paradigmas económicos que en la actualidad ya se están desarrollando y yo me quiero unir a la vanguardia de esas nuevas posibilidades. ¿Y tú?

Os recomiendo varios libros que ayudan a adentrarse en este tema: “Padre rico, padre pobre” y “El flujo del dinero” de Robert Kiyosaki , “La jornada laboral de 4 horas” de Tim Ferris o "Mueve tus ahorros y gánate un sueldo" de Francisca Serrano Ruíz.

¡Que tengáis una preciosa semana!


Beatriz Casaus 2018 ©

sábado, 17 de noviembre de 2018

A dónde

"Siempre gana quien sabe amar" (Hermann Hesse)


A dónde

A dónde va el tiempo que se va,
a dónde los abrazos que no se dan,
a dónde descansan los que no tienen consuelo,
a dónde se esfuma el amor que se fue,
a dónde caerás en tu vuelo,
a dónde se busca la belleza que desaparece,
a dónde te busco cuando ya no estás,
a dónde se dirigen las horas que se pierden,
a dónde se van los que nos dejan,
a dónde escapo si no puedo escapar,
a dónde voy si no sé dónde estoy,
a dónde pregunto si nadie sabe contestar.

Cuando no queda nada,
a dónde tengo que mirar,
a dónde va el dolor y cuándo se va,
cuando no hay camino a la vista,
a dónde debo virar.

A dónde puedo dirigir mis pasos ciegos,
a dónde callo lo que no puedo callar,
a dónde van los errores que cometemos,
de dónde viene la seguridad,
a dónde encontrar perdón,
a dónde huye la nieve de tu mar,

a dónde se esconde el sol en tu madrugada,
a dónde se vive sin corazón,
a dónde apago el fuego de tu mirada,
a dónde van los niños cuando se convierten en adultos,
a dónde corren las nubes tan deprisa,
a dónde se reparten los indultos,
a dónde me devuelven tu risa,
a dónde retorna el amor,
a dónde extiendo mi mano si no es a tu mano,
a dónde barro esta basura por sacar,
a dónde encuentro a un hermano,
a dónde se va la ilusión que desaparece,
a dónde termina un infinito mar,
a dónde va la juventud cuando se envejece,
a dónde acaba la eternidad,


a dónde te has ido,

a dónde.


Beatriz Casaus 2018 ©



miércoles, 3 de octubre de 2018

Una noche



Supongo que las personas que escribimos nos valemos de la creatividad y la inspiración para crear. En ocasiones utilizamos nuestros propios testimonios para poder superar heridas o como recurso para escribir, pero en otras muchas, la mayoría de las veces, escribimos para contar historias, aunque no sean autobiográficas y en algunas ocasiones difundir mensajes a través de ellas.


Ese es mi caso. Me gusta utilizar la imaginación para crear, soy poco metódica y en este caso en particular con este poema, pretendo además lanzar al aire una sugerencia, ¿y si elimináramos los juicios sobre las personas? aunque sea sobre un tema tan controvertido como es la infidelidad, pero se puede extrapolar sobre cualquier otro. No he tratado de escribir una apología, no estoy a favor ni en contra, mi única intención es reflejar los sentimientos de alguien a quien le sucede, sin juzgarle. Ver a través de sus ojos y sentir lo que siente. Ese ha sido mi ejercicio con este poema.

Espero que la disfrutéis y sobre todo, que seáis muy felices :)





Una noche


 No es casualidad

que la primera vez que te miré

fuera una noche fría de primavera.

Llena de flores de ocaso,

y ramos de sentimientos.


La luna cómplice nos miraba

reclinada desde su escondite,

tratando de desnudarnos con su luz,

prístina, como tú,
envuelta en jardines

de ruidos.


El cáliz de tu piel me alumbraba
como alumbra un faro en un mar de penumbra

sobre una dulce melodía,

a media voz entre un océano

de fuego y caricias.



La fiebre en tus abrazos diáfanos,

y el amor,

que brotaba de dos pechos libres.

Durante esa noche,

fui la única estrella de tu firmamento

que no durmió.


Dejamos al destino una próxima casualidad

pero impaciente yo, le tenté,

te busqué entre brumas de recuerdos,

de labios inundados de besos

y no te vi.


Hice acopio de todas mis fuerzas

e intenté alzar el rostro

hacia una nueva tormenta.

Caminé descalza de esperanza

por el árido suelo del tránsito
 
al olvido.


Al tiempo volviste a endulzar mi sed

como si me hubieras visto ayer.

Pero no era ayer, era tarde.

Ya había olvidado tus palabras lejanas

y vuelto a la tranquilidad de un amor,

que me amaba todas las noches.  


Heraldo del destino fue que nos viéramos

como si hubiéramos pactado en la otra vida

ese encuentro.

Nos convertimos en un binomio 

desproporcionado.

Me hablaste de esas cosas que se pactan

cuando se está enamorado 

y luego nadie cumple.


No es más infiel quien más ama.

Amar no puede ser un pecado

aunque sea a varias personas a la vez.

Los amantes son animales noctámbulos

que viven el eterno secreto de su amor

en la oscuridad de sus remordimientos.


No es casualidad

que la última vez que te miré

fuera una mañana fría de primavera

dulce, pero gélida,

como las lágrimas del rocío.

Cuando te creí ya te habías ido,

esta vez tan lejos,


que nunca volví de ti.


Beatriz Casaus 2018 ©










sábado, 8 de septiembre de 2018

El poder de la música


"La música es la mediadora entre el mundo espiritual y el de los sentidos". (Ludwig Van Beethoven)

"En la música es acaso donde el alma se acerca más al gran fin por el que lucha cuando se siente inspirada por el sentimiento poético: la creación de la belleza sobrenatural" (Edgar Allan Poe)

"La música es el corazón de la vida. Por ella habla el amor; sin ella no hay bien posible y con ella todo es hermoso" (Franz Liszt) 




Lo que tienen en común y comparten los seres humanos de diferentes culturas alrededor del planeta y desde el inicio de la humanidad han sido el desarrollo del lenguaje, algún tipo de creencia espiritual y la música. Por lo tanto la música va implícita en la naturaleza del ser humano y es un lenguaje universal, que no entiende de fronteras.

Amo escuchar música, no concibo vivir sin ella. Me gusta escucharla en los auriculares donde quiera que esté o en casa, pero alta para que me envuelva. Soy ecléctica y escucho de todo según mi estado de ánimo, desde rock, jazz, funcky, indie, electrónica, flamenco, reggae, bossa nova, cantautores, fados, hasta la música clásica... pero sólo pido un requisito, que sea buena. Por lo que en esta lista lo siento pero no entra el reggaeton ni nada que se le asemeje.

 Experimentos han demostrado que la música puede alterar tasas metabólicas, niveles de energía, digestión y liberación de endorfinas. Tal es el poder de la música y por ello se dice que es una medicina para el alma.

Un estudio además demostró que algunos estudiantes escuchando a Mozart mostraron mejores resultados en pruebas de razonamiento. Mozart es insuperable y sólo de un cerebro tan genuino y brillante podían nacer piezas como esta.

¡Buen fin de semana!¡Sed muy felices! :)



viernes, 22 de junio de 2018

Mi música

"Amo como ama el amor. No conozco otra razón para amar que amarte. ¿Qué quieres que te diga además de que te amo si lo que quiero decirte es que te amo?" (Fernando Pessoa)


Mi música

Ellos necesitan ir hacia fuera,
yo necesito ir hacia dentro,
aquí encuentro mi música.

El silencio sugiere un abrazo que ahoga.
Hay una melodía en mí que nadie más puede escuchar.
Mi corazón no entiende de lealtad a medias,
sólo a razonamientos ignorantes de su sentir.
Con la misma suave brisa que escucho el mar, me escucho a mí.
Me brinda la misma paz.

Ellos necesitan caminar, yo necesito estar quieta.
Buscar la mano que me ha devuelto la vida.
Beber de sus muñecas el único sentido que aprecio,
las líneas difusas que presentan una ilusión remota.
Aquella que se aleja cada vez que pretendo alcanzarla,
como el escurridizo horizonte.
El horizonte es un amante de manual que tiene miedo a algo más.
Yo creo que soy capaz de amar desde el reinicio.
No importa cuánto haya sufrido, amo siendo nueva.
El mar me espera callado, expectante en sus aguas. Esperando.
Entumecido.

Ellos necesitan mirar, yo necesito sólo cerrar los ojos.
El destino juega conmigo y yo sin conocer las reglas de su juego.
Sólo conozco un camino y son tus muslos.
En ellos me siento a ver pasar este naufragio.
Creía que todo estaba seguro
y lo único seguro es que no hay nada seguro.
Las únicas letras que sigo ya han desaparecido, despacio.
No importa que dure un instante,
lo que he vivido es más grande que cualquier vida sin ese instante.

Ellos necesitan reservar su vida y yo necesito saber de ti.
Eso es lo único que yo necesito.


Beatriz Casaus 2018 ©


sábado, 19 de mayo de 2018

Soy


"Muere lentamente quien no viaja, quien no lee, quien no escucha música, quien no halla encanto en sí mismo. Muere lentamente quien destruye su amor propio, quien no se deja ayudar." (Pablo Neruda)


Soy

Soy sensible, frágil, un corazón con piernas que se entrega con cada situación y persona. Cuando veo a cualquier ser humano lo veo más allá de su forma física, mirando a su interior, saludando y honrando ese interior. Me emociono con una simple y sublime sonrisa. Vivo envuelta en la particular magia de mis sentimientos. Todo me afecta y conmueve. Escuchar esta canción una y otra vez se convierte en un acontecimiento emocional en el que se despliegan mis alas. Busco la verdad. Mi alma artística ha tenido que adaptarse a un mundo donde imperan los números y todo lo relacionado con ellos: las calificaciones, las cantidades, la razón y lo material. Me resulta difícil entenderme y a veces me peleo conmigo misma, pero nunca me gano. Utilizo la escritura y cualquier forma de expresión porque me hace sentir un poco más libre y me cura (para mí la poesía no es una forma de escape, es una forma de respirar) Intento responder las preguntas existenciales en un contexto cotidiano. Vivo la vida como si fuera una película y cada instante como lo que es, lo único que hay.

(Inspirado en la canción “Amar Pelos Dois” de Salvador Sobral)

Beatriz Casaus 2018 ©


martes, 1 de mayo de 2018

¿Borrarse o no de Facebook?




“Debemos ir más allá del constante clamor del ego, más allá de las herramientas lógicas de la razón, al lugar tranquilo dentro de nosotros; al reino del alma. (Deepak Chopra)


“La egolatría es la fuente de todas las miserias” (Thomas Carlyle)

“El único y verdadero viaje de descubrimiento no consiste en buscar nuevos paisajes sino en tener nuevos ojos” (Gautama Buda)

Confieso que he tenido una lucha interna al intentar dilucidar si merece la pena permanecer en las redes sociales o no. En especial de Facebook, no solo debido al escándalo mediático de su creador por utilizar datos de usuarios, (parecíamos no querer creer que nada es gratis) sino por el esperpento en lo que se ha llegado a convertir. O quizás sea en lo que nos hemos convertido de forma inapelable algunos habitantes de esta neurótica parte del mundo. Me pregunto si la gente ya no viaja por viajar y satisfacer sus inquietudes culturales, sino si lo hace sólo por colgar las fotos en Facebook. 

Cada vez conozco más personas con el síndrome del “ego del viajero”, que es ese sentimiento de superioridad hacia aquellos que no viajan y a quienes critican. Se sienten especiales por viajar, únicos e importantes y miran con condescendencia a quienes prefieren invertir su dinero en otras cosas o en ahorrar. Incluso necesitan competir con otros viajeros para ver quién visitó más países. En mi caso cada vez que viajo lo hago con humildad, sin colgar fotos, y con total agradecimiento por poder hacerlo, pero ante todo respeto a quien no pueda o no quiera viajar, porque nadie es más importante ni mejor que nadie por ello. Cada uno está en un momento de la vida y toma sus decisiones según cree en un momento determinado. Además creo que el verdadero viaje y la aventura más grande comienza en uno mismo y ese es el viaje que te hace mejor. El viaje hacia el interior es el más importante que se pueda alcanzar.

Volviendo a las redes sociales, la intimidad es un campo muy preciado del que nos estamos olvidando. Es aquel que se disfruta con el círculo cercano y del que se puede arrepentir si se pierde. En algunos casos hasta se roza la estupidez al compartir con extraños dónde y cuándo nos vamos de vacaciones, olvidando los daños colaterales que ello pueda ocasionar, como es por ejemplo que alguien se pueda aprovechar de la situación y entre a robar en su casa (se han dado casos de este tipo que han recogido los periódicos) La intimidad es algo que no se debe compartir de forma pública porque precisamente deja de hacerse íntimo para convertirse en un postureo más, y a veces en pura pantomima.

Ello nos lleva irremediablemente a la idea de que es más importante o más “cool” quien más comparte su intimidad, quien mejores fotos tenga, quien más amigos tenga, en definitiva, quien más lo enseñe todo. Pareciera que de nada sirve tener músculos si no se enseñan o que de nada sirviera tener amigos si no cuelgas fotos con ellos (en vez de estar cuando más lo necesitan sin que nadie se entere). Eres lo que muestras, parece ser la máxima a seguir. Es decir, nos estamos volviendo completamente locos y el sinsentido más hueco es lo que se valora. Si quedo con una amiga no es necesario que todo el mundo lo sepa para demostrar que soy querida o que gozo de amistades, así como si estoy una noche de fiesta no entiendo por qué se necesita colgar fotos sobre ello. Yo soy la primera que si salgo me divierto mucho, pero cuando llega el momento en el que te piden hacerte una foto para subirla a Facebook mi cabeza entona la frase: ¿pero para qué? ¿no nos lo estamos pasando bien así? ¿qué necesidad hay de colgar una foto? En realidad, ¿qué se está tratando de demostrar?

Qué mayor sinsentido que intentar rellenar un vacío a base de la aprobación de los demás y en eso se basan las redes sociales, en la cantidad de “me gusta”, comentarios, “followers” o amigos que se reciban o tengan. Todos esas cosas, le pueden dar placer momentáneo al ego, pero quizá en algún momento se descubra que ese el camino erróneo a la felicidad. Es la forma más fácil de crear un placer artificial basado en algo tan ficticio y superficial como son las redes sociales y la supremacía de la imagen.

No me interesan la cantidad de amigos o seguidores de las redes sociales, me interesan los verdaderos amigos, esos que están contigo cuando nadie más está. Cuando alguien me elimina de su lista de amigos, lo celebro. Me parece fantástico su ejercicio de honestidad y lo agradezco. Sólo quiero en mi vida gente que me acepte con todos mis defectos porque reconozcámoslo, son más  visibles que las virtudes. Quien sabiendo cómo soy y cómo pienso, aún quiera seguir siendo mi amigo (tanto en la vida real como en la virtual) es toda una proeza, porque entran en juego el no enjuiciamiento, la tolerancia y la amistad verdadera y eso es lo que a mí me interesa en las personas de mi alrededor.

En referencia al Whatsapp o los mensajes privados por redes, pido encarecidamente a la gente que quiera hablar conmigo que me llame por teléfono o que nos veamos en persona. Como hago casi cada día con mis amigos verdaderos y eso lo que me reconforta de verdad (la tarifa plana es un gran aliado). Ningún emoticono tiene la carga emocional de un abrazo. Tener una conversación escuchando la voz del otro con sus gestos únicos y característicos, mirar a los ojos, sonreír al ver la sonrisa de la otra persona, reír a carcajadas porque te peguen la risa, dar besos, hacer bromas a la velocidad de mi pensamiento y no a la de mis manos en un teclado es vivir y está cerca, tan cerca como cruzar el umbral que separa una pantalla de un ser humano, tan cerca y sencillo como eso.

Tengo hambre de ser mejor y no de aparentar serlo para que los demás lo vean. No me interesa aparentar. Me interesa ser yo, aunque no sea suficiente para muchos, lo es para mí y eso sí que es más que suficiente. Mientras yo sepa quién soy, no tengo absolutamente nada que demostrar.

Sin más dilaciones, ¿debería borrarme de Facebook? por ahora creo que no lo voy a hacer porque este mensaje no llegaría a tantas personas si no fuese por este medio, lo que está escrito se lee y las redes sociales son un instrumento poderoso que usado para el bien común, puede convertirse en una herramienta extraordinaria de distribución de la información (y no me refiero a las noticias falsas de las que por cierto hay que tener poco sentido común como para creérselas) sino a la instantaneidad de la información que puede llegar a cualquier parte del globo terráqueo con un solo click. Eso me parece un avance y una oportunidad. No me borro (de momento) porque por aquí tengo a mucha gente que no puedo ver todo lo que quisiera porque están lejos y de ellos me conformo con saber que están bien y verles en fotos de vez en cuando.

Volvamos a dar ese enfoque a las redes sociales, riámonos con el ingenio que origina la creatividad de algunos memes, compartamos información que nos ayude, no utilicemos las redes sociales sólo como mecanismo de publicidad del ego, hagamos uso de nuestra libertad de expresión, practiquemos debates tolerantes desde el respeto con los que aprender, ¡hagamos de esto un sitio mejor!, pero sobre todo, vivamos más allá de las fronteras de estos cuatro márgenes y cultivemos los valores que hacen grande al ser humano. Seamos sencillos, humildes y queramos de verdad, en persona, como ha ocurrido toda la vida, desde la noche de los tiempos.

Beatriz Casaus 2018 ©




sábado, 7 de abril de 2018

Nacimiento


“Cuando tu alma en capullo presta oído al bullicio mundanal; cuando responde a la  rugiente voz de la Gran Ilusión; cuando temerosa a la vista de las ardientes lágrimas de dolor, y ensordecida por los gritos de desolación, se refugia tu alma, a manera de cautelosa tortuga, dentro de la concha de la Personalidad, sabe, discípulo, que tu alma es altar indigno de su “Dios” silencioso”. (Extracto de “La Voz del silencio” de Helena Blavatsky)



Nacimiento

Llevo toda la vida deseando aprender y ahora, descubro impávida, que lo único que necesito es desaprenderlo todo.

Quedarme vacía, para observar lo que no se puede comprender con la razón.

Volar hacia la cumbre de un precipicio donde el sol todo lo inunda, con su majestuoso silencio.

No hay sombras que ocultar. Todo es diáfano, incluso la mente.

Miro hacia el océano perdido mientras toco con mi mano desnuda el cabello de un niño que pregunta qué es real.

Y creo que él lo sabe mejor que yo.

Alados, volamos sin cuerpo hacia una realidad inefable.

Perdidos en el mundo de los sentidos nunca la hallaremos, nadaremos en ella cuando hayamos dejado de ser nosotros.

Sumergidos en sus profundidades  de vida.

No existe vocabulario que pueda escribir lo que es dejar de ser hombre o dejar de ser mujer.

Intuyo que nunca podré compartirlo.

Sé, que soy amor, aunque a veces no lo sepa.

Cada átomo de materia está hecho de amor, y es lo único que quiero ver en los demás.

Aunque mis malas acciones y las de ellos intenten confundirme.

Siempre existirá el perdón como recompensa.

En este mundo de formas rudas el arte sugiere qué hay detrás.

La fuente que lo imagina debe ser la belleza en sí.

¿Y si todo lo creado existe también en mí?

Debo abandonarlo todo para ver. 


No es morir, es nacer lo que nos espera.



Beatriz Casaus 2018 ©




jueves, 25 de enero de 2018

De la rivalidad a la fraternidad


El cuento de Blancanieves de los hermanos Grimm es un cuento de un ejemplo de rivalidad femenina escrita por hombres. Blancanieves queda huérfana de madre y su padre viudo se casa con otra mujer. La madrastra de Blancanieves tiene un espejo mágico al que cada día pregunta quién es la más bella. Al cumplir los diecisiete años, el espejo revela que Blancanieves le destrona en belleza y eso provoca la ira y maldad de su madrastra quien manda asesinar a Blancanieves. Sin embargo, su verdugo no cumple la condena y le deja en el bosque para que pueda huir, allí conoce a unos enanitos que le dicen que puede vivir con ellos a cambio de que realice todas las labores del hogar. Su madrastra descubre que no está muerta e intenta por tres veces asesinarla disfrazada, en el tercer intento le da una manzana envenenada y consigue que Blancanieves muerda un trozo y pierda la conciencia. Los enanitos creen que está muerta y le construyen un ataúd de cristal. Un príncipe que pasaba por allí se queda prendidamente enamorado de ella y les pide a los enanitos que le den el ataúd. Durante el viaje a su palacio, Blancanieves escupe el trozo de manzana que le había envenenado, recobrando así la vida. Se casa con el príncipe y le cuenta lo que su malvada madrastra hizo con ella. Al final la madrastra perece pagando por su actitud en el pasado.

Este cuento muestra, además de un machismo latente, una rivalidad enfermiza que enfrenta a una mujer que tiene envidia de otra y de cómo es incluso capaz de matarla para conseguir ser la más bella. He de confesar que, en mi experiencia personal, he sufrido rivalidad en algunos momentos de mi vida. Incluso viví una situación difícil hace cinco años por parte de una chica en un mismo entorno. Fue un episodio que se alargó durante varios meses hasta que finalmente esta persona se fue a vivir a otro país. Durante ese tiempo yo lo pasé mal y eso creo que es algo que no se tiene por qué padecer. Después de ese suceso, he vivido otro más en ese mismo entorno, pero no tan intenso.

Creo que lo mejor que se puede hacer ante una tesitura así es ignorar esa actitud. Primero por salud mental y segundo, para rechazarlo y estar por encima de ello. Ignorar ese comportamiento aplaca el ego y enseña que no todas somos así ni que tenemos una actitud soberbia y un interés tan superficial. Siempre he dicho que el mejor piropo que me pueden hacer es que me llamen inteligente, interesante o buena persona, que guapa. Eso no quita que me siente bien si se da el caso de que me lo digan, porque reconozco que también tengo vanidad como todo el mundo, pero no es algo que ansíe ni valore más que otras cosas, desde luego. Aunque yo misma he tenido que aguantar esa situación que no era mi guerra, quiero creer que esa minoría que manifiesta la parte oscura de la psiquis femenina, no puede representar a una inmensa mayoría de mujeres nobles, personas con valores y buenos sentimientos, que forman el conjunto de la población femenina.

Me gustaría centrar la atención en esas mujeres. La mayoría no mira mal, ni te hace sentir mal, sólo la gente envidiosa lo hace, pero gente envidiosa existe en los dos géneros, aunque en las mujeres se centre más en el físico. La idea de que el peor enemigo para una mujer es otra mujer, debería erradicarse del inconsciente colectivo. La mejor forma de hacerlo es comportándose de forma diferente a esa actitud destructiva. Las mujeres debemos hermanarnos, ayudarnos, no competir y mostrarnos el cariño que proviene de pertenecer a un mismo género, precisamente porque sabemos lo difícil que es y romper con ese lastre de cosificación de la mujer que ha sido inducido por un sistema patriarcal y machista. Cambiar los roles tradicionales de género, los cuales nos enseñan desde pequeñas, como dice Gema Otero, experta en género e igualdad y colaboradora del Instituto Andaluz para la Mujer, que las mujeres tenemos que tener éxito en el amor o que hay que ser bellas y deseadas, mientras que a los niños se les enseña a ser fuertes y conseguir poder social.

Cuidarse y sacarse partido no está reñido con nada, pues es algo que tanto hombres como mujeres hacemos, el problema está en la cosificación que se produce sobre la mujer. A mí me gusta vestir bien y sentirme bien y por ello no sólo cuido mi cuerpo, sino que atiendo otros ámbitos igual de importantes o más. Entre nosotras, creo que no se debería mirar mal a alguien porque esa persona vaya arreglada o sea atractiva. Además, creo que es una pérdida de tiempo y una falta de educación mirar fijamente a alguien. La idea que me gustaría que se erradicara es que por el hecho de ser mujer se tenga la obligación de ser guapa, me parece una aberración que se demande eso, sobre todo porque no sucede lo mismo con los hombres. A veces he escuchado comentarios injustos hacia una mujer que sustenta un cargo político o público. En vez de comentar sobre lo que dice o hace, se comenta sobre su aspecto físico, como si por ser mujer se tuviera obligatoriamente que ser guapa o atractiva. Si una mujer está en el cargo que está, es porque debe ser válida para ese puesto, nada más. Sin embargo, no se escuchan esos comentarios si se trata de hombres que desarrollan esos mismos puestos. Al hombre se le da por sentado que es válido para un cargo más allá de su apariencia.

No solo el cuento de Blancanieves muestra la rivalidad entre mujeres, observando otros cuentos, dibujos, series de TV, libros, películas… aparece la competición entre nosotras para conseguir el amor del príncipe azul. Véase la Cenicienta compitiendo contra sus hermanastras para casarse con el príncipe, por ejemplo. Este solo pensamiento crea rivalidad, competencia y busca confrontación. No creo que el amor se tenga que conseguir, no es un premio que se ofrece después de una lucha. Hay que darse valor y eliminar cualquier clase de disputa y competencia.

Otra idea arraigada es el que las mujeres no pueden ser amigas. Esa idea está basada en la creencia de que las mujeres somos retorcidas y malas entre nosotras, y no es así. Cuando miro a mi alrededor la mayoría de mujeres que conozco ni son retorcidas ni actúan por maldad. Evidentemente existirán mujeres que sean de ese modo, pero no es debido a un fallo congénito femenino, sino a que como en todo, hay personas con actitudes buenas y malas, y no por ello todos somos malos, ni tienen que pagar justos por pecadores. Se trata de desprogramar viejos prejuicios y estereotipos machistas.

Para no perpetuar esta cosificación se pueden tomar varias decisiones, una de ellas es alejarse de personas que fomentan ese enfoque superficial, así como de los entornos que también lo promuevan, no ver programas de TV, películas o leer libros que cosifiquen a la mujer y cuidar mucho nuestra forma de hablar incluido nuestro vocabulario y expresiones, porque este cambio producirá un cambio en nuestra forma de pensar. Se trata de una toma de conciencia de nuestro rol en la sociedad, que puede ser el que nosotras decidamos y no el establecido. Requerirá un esfuerzo al principio, pero es cuestión de decidir quiénes queremos ser y qué queremos ser, más allá de un físico bonito.

 Beatriz Casaus 2018 ©




Os dejo con un poema que escribí en 2012:


Esta no es mi Guerra




Un corte en mi muñeca que no sangra


anuncia la llegada del próximo combate.

Hay un eco cayendo en la tarde,

y yo río, sonrío y me desdigo,

mientras un huracán me agita por dentro.

En esta guerra las palabras

se clavan como un puñal en el costado.

El mar inmenso de voz muda

que pugna por salir a la superficie

mantiene fresco mi honor.

Y los ojos,

los tengo turbios de mirar el campo de batalla,

y morados, de tantos golpes.

Mi mirada no ve a través de esta lucha,

¿o es que aquí siempre es de noche?

Tal vez, este es el día o la hora,

o el instante en que lo intuyo.

Si el cauce del río está en calma,

Pronto llega la caída en la cascada.

Y entonces siento fatiga,

y la fatiga no es amiga, aunque la conozca muy bien.

Ya se han gastado muchas vidas

en intentar solventar errores.

Malherida, alzo mi mano con el pañuelo blanco.

Las coordenadas del armisticio me dan tregua.

Estandarte rojo por la sangre derramada.

Una copa de vino al ganador

y destierro, para el que no sigue banderas.

He preferido dar mi otra mejilla

que responder al contraataque,

porque estas no son mis armas,

y esta, no es mi guerra.


Beatriz Casaus 2012 ©