Me he alejado por un tiempo de las redes sociales, me he dado cuenta que me quitaba paz y eso es un indicativo de que no es el camino correcto. Pero mi blog seguirá activo, escribir me aporta todo beneficios positivos :)
Este poema/cuento va dedicado a mi amor, por quien me siento tan agradecida, por cuidarme como me cuidas, porque te desvives para que esté bien, por cumplir siempre lo que dices, por tu infinito amor y por escuchar, tú también, mi música.
Mi compañero de baile
Recuerdo, cómo bailaba una melodía que nacía en mi cabeza
pero que tú también podías escuchar.
No hacía falta que ninguna otra persona la escuchara. Solo
era necesario que los dos la sintiéramos dentro, porque era
nuestra.
Percibíamos nuestra canción y éramos capaces de bailarla. Una
y otra vez, una y otra vez.
Los demás cuchicheaban entre ellos, elucubrando qué
haríamos, por qué no bailábamos para el mundo una canción que no escuchaban.
Lo que no sabían es que perdían su tiempo, sobre todo, se
perdían descubrir su propia melodía y así poder bailarla también.
Éramos felices bailando, tan felices, que los que
cuchicheaban no lo entendían porque nunca llegaron a serlo.
Por eso se fijaban en los demás, para plasmar sobre ellos
sus juicios que no eran más que anhelos y frustraciones disfrazados.
Qué vida tan vacía es una vida sin música, pensábamos.
Mientras, nosotros, no nos cansábamos de bailar y bailar al
unísono de nuestros acordes.
Aquel que escucha su propia música, no necesita nada más que seguir su ritmo.
Sé que el mundo está construido por infinitas melodías y ya
sé cuál es la mía.
Descubrí que la música nacía dentro de mí y como regalo de
Dios, tú también la escuchabas.
El mundo se convirtió en una sinfonía a tu lado.
He nacido para bailar mi música, contigo,
mi compañero de baile.
Beatriz Casaus 2019 ©