“La vida es un balance entre sostener y dejar ir.” (Rumi)
"Para conservar el equilibrio, debemos mantener unido lo interior y lo exterior, lo visible y lo invisible, lo conocido y lo desconocido, lo temporal y lo eterno, sólo así lograremos fusionar lo antiguo con lo nuevo." (John O´Donohue)
"Viniste a este mundo a evolucionar, a brillar, a impactar. Y para eso vas a quitarle poder a lo que no suma, ser fiel a ti mismo, a tus sueños y empezar a caminar con dirección y no con validación." (Brian Tracy)
Hay que ser valiente para sentarse con uno mismo en silencio y escucharse, requiere de mucho coraje. No puedes huir de ti en silencio. Ahí, es cuando aflora todo lo que uno calla. En tu sola presencia y sin distracciones, te toca rendirte y atenderte, sin parches y sin anestesia. Reconocer qué sentimientos, pensamientos, sensaciones tienes y saber qué es lo que verdaderamente quieres.
Nadie me explicó la magia que ocurre a partir de los 40, siempre me lo hicieron temer y sin embargo, ha sido una bendición desde el segundo día que atravesé ese umbral invisible. Me siento más poderosa, auténtica y completa que nunca. Para una persona que ha recorrido un largo camino para aprender a amarse a sí misma, llegar a esta edad es un regalo de liberación y de profundo conocimiento sobre uno mismo. Por fin me amo y no temo mostrarlo al mundo.
Estoy dejando atrás el bloqueo, las autolimitaciones, el auto sabotaje, la autocrítica (venga, que se note que soy Virgo), el síndrome del impostor, las situaciones que me hacían sentir atrapada… cada día es un nuevo comienzo. Un reset constante para mejorar. Lo que antes me ataba, ya no me retiene ni sostiene. Mi alma ha cortado un lazo que no me dejaba avanzar.
Estoy recuperando mi poder personal, me estoy permitiendo mostrar lo que me hace brillar, sin miedo a que los demás se ofendan. Y si se ofenden, es su problema. La cantante Björk, que siempre me ha gustado, tiene una frase que me encanta: “No puedes controlar cómo la gente te percibe, solo puedes ser tú misma al máximo.” ¡Olé ahí!
Siempre me he escondido y no he sido muy partidaria de mostrar mi ego, incluso, me he enfocado en resaltar a los demás, dejándome de lado. (Que también se note el Sol y Venus en casa XII, jeje)
Es paradójico ver cómo las personas que más se aman y gozan de gran autoestima no tienen reparo en mostrarse al mundo e, incluso, muchos de ellos lo hacen sin saber a veces muy bien de lo que están hablando, pero le echan cara y se lanzan. Sin embargo, las personas más humildes y que quizá tienen cosas interesantes que decir, son las que tienen más dudas sobre sí mismas. Ya lo decía Bukowski (en la foto del encabezado que he adjuntado)
Ahora me permito vivir en plenitud, no basada en la perfección (muy de Virguito), sino en la verdad, la ternura, la conexión mutua y la pasión. Desde la más profunda abundancia proveniente del interior. Donde me elijo primero y donde elijo cada día amar.
Así se abren un sinfín de ventanas porque es sanador cerrar alguna puerta y dejar atrás lo que desgasta. Siguiendo el camino del alma, que sostiene a otros porque tiene para dar lo que lleva dentro. Lo que ha descubierto dentro de sí. Mi misión es espiritual y transformadora y me da igual si les chirría a la gente tanto grado de misticismo. Servir desde la sensibilidad, sin perderme a mí. No estoy aquí para encajar. Estoy aquí para recordar a otros quiénes son, empezando por mí.
Siento que he terminado un ciclo kármico. Pero este cierre no significa una pérdida, es una graduación espiritual. Lo que llega es una vida más alineada con lo que siempre soñé. Libertad, abundancia, relaciones conscientes, y ser simplemente yo. No es una fantasía que tanto he soñado, sino una realidad. Gozo de un amor puro, limpio y maduro hacia todo. Soy inmensamente afortunada. Solo siento infinito agradecimiento a Dios por todas y cada una de sus bendiciones en mi vida.
Beatriz Casaus 2025 ©
Os dejo con unas fotitos, (ahí va la muestra de la parte vanidosa y gusto por la estética de mi ascendente Libra en conjunción a Venus en Libra. No se percibe en las fotos, pero vamos, sigo con un dolor del sacro+cóccix+ edema óseo que no me permite estar sentada. No se lo deseo a nadie) y un último poema.
¡Abrazo frondoso!
Descalza y a tiempo
Dejó atrás,
un veredicto,
olvidó
los días sin nombre.
El ruido se acabó
en la premura
de labios
despojados
de palabras.
Solía pasear
con la compañía
de un susurro.
Desgastada
bebía veneno
sin saberlo.
Identificada
entre platos rotos.
También
era uno de ellos.
Fue un triunfo avanzar
sin que nadie
aplaudiera.
No pudo huir de sí misma
en el silencio
que quedó.
Le ahogaba callarse
en aire estancado.
Se dio cuenta,
rendirse
era expansivo.
Miró la casa vacía
liberada de sí misma.
La soltó
como si aún respirara.
Ya no se movían
las paredes
hacia dentro.
Sostenía
el único testigo sordo.
El verdadero ladrón
era lo que ella poseía.
Le robó todo.
Quiso
un querer sin querer de vuelta.
Cultivar un amor
sin necesidad de poseer.
Vivir en plenitud
no en perfección.
Le derrotaron
porque no sabía
lo que valía.
Se fue tan lejos
como ayer quedó.
Casi
sentía
su propia ausencia.
Sostenía
una piedra de vejez,
su peso
no dejaba avanzar.
No hay aventura
en la memoria.
La acción
es hacia delante
siempre.
Se deshizo de quién era
y de lo que sería.
La libertad de elegir,
era su único agarre.
De frente no había nada,
y eso le entusiasmaba.
Hizo una promesa prístina,
no volver a ser sangre.
Dejó su sombra colgada
y lavó la ropa sucia
de su mente.
Habían cartas sin destinatario
no enviadas
en el buzón de
su garganta.
Se quitó los zapatos
que le hacían daño.
Le quedaban pequeños,
como todo en su vida.
Solo quedó
el tacto del suelo
bajo la planta de sus pies.
Andar descalza,
fue el primer paso
para disolver heridas.
Encontró soledad blanca,
un reencuentro limpio
de un alfabeto mudo.
La paz es como la hierba,
no hace ruido.
No todo lo que se deja,
se pierde.
A veces,
se gana.
Descalza
y a tiempo.
No huyó.
Era
hora de irse.
Soltó la soga
del “qué dirán”
y caminó
desprovista de seguridad.
Se llevó todo lo que importaba:
el perdón,
y una pequeña luz
que nadie más veía
le alumbraba.
Eligió la suavidad
de unos zapatos
que no se atan.
Sin correas,
sin cordones.
Solo
sus
pies desnudos.
Beatriz Casaus 2025 ©
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