viernes, 14 de octubre de 2011

Sal a la calle, crea otro mundo

Hoy es la víspera del 15-O, fecha en la que se ha convocado a los ciudadanos a que se manifiesten pacíficamente por un cambio global y alzando la voz ante la situación actual del mundo.
Igual que se unen los depredadores del sistema financiero y se coordinan las estrategias de quienes controlan la política, así tendremos que unirnos las personas para alzar la voz por nuestros derechos.
Para quien le interese, os adjunto un vídeo del escritor Pedro Olalla explicando el otro lado de la crisis de Grecia y advirtiéndonos sobre el peligro mundial de que el control finaciero se haga cargo del control político, de cómo somos esclavos de los magnates del dinero, de que la crisis es un ataque organizado y la deuda un arma de sometimiento que nos afecta a todos. Merece la pena verlo y reflexionar sobre su llamamiento a ser disidentes. También os dejo el texto del vídeo. ¡Abrazos!






"En los últimos tiempos, el discurso político y mediático en España y en otros países europeos ha sido decir en tono de alivio: “que nosotros no somos Grecia”. Que nuestra cuenta de resultados es mejor, que los griegos en el fondo se merecen lo que ahora les pasa por ser vagos, rebeldes, propensos a huelgas y manifestaciones. Esperemos que ahora que la marea ha llegado a España y a otras latitudes, ahora que comienzan a recortarse allí sueldos, pensiones, derechos, prestaciones... los españoles y los europeos sopesen mejor su juicio sobre Grecia y tomen consciencia de la verdadera naturaleza de la situación que nos amenaza a todos y de su verdadero alcance. ¿Qué es lo que está pasando? En términos históricos lo que está pasando es que quienes controlan en el mundo el poder financiero se están haciendo con el poder político a través de la creación y explotación de la deuda. Y que lo están haciendo con la convivencia de nuestros gobernantes y ante la incapacidad de una reacción organizada de los ciudadanos. Por eso, el problema de Grecia, no es un problema de carácter local. Es la cara visible en Europa de una tragedia que nos afecta a todos. El progresivo desmantelamiento del estado y la democracia por parte de los agentes de la globalización económica. Lo que está pasando es muy grave, porque cuando las fuerzas económicas y financieras hayan conquistado por completo el poder político, desaparecerá la política como ejercicio de soberanía. La democracia será solo una grotesca quimera. Y gobierne quien gobierne, seremos todos esclavos de un puñado de magnates del dinero.

Resistir como ciudadanos frente este proceso, es el sentido profundo de todas las movilizaciones que desde hace año y medio aprox. ocupan día a día a gran parte de los griegos. El pueblo griego está dispuesto a hacer sacrificios, y muchos, pero poco a poco se está dando cuenta de que todos los sacrificios que se le exigen y se le imponen no van encaminados a acabar con un sistema perverso sino a alimentarlo y perpetuarlo. ¿Por qué? porque el plan de rescate organizado por el núcleo duro de la UE y el FMI que se nos impone como única y desesperada solución ante una bancarrota segura, es un plan diseñado para salvaguardar el beneficio de los especuladores, para minimizar sus riesgos y para abrirles el camino a apropiarse de la riqueza nacional. No es un plan para aliviar la situación del país, ni para generar desarrollo, ni para redistribuir más justamente la riqueza de todos. Al contrario, es un plan para que injustamente la riqueza de todos siga fluyendo cada vez hacia menos manos. Seamos claros. Lo que se nos presenta como crisis es en realidad un ataque económico organizado, y lo que se nos presenta como deuda, es un producto cuidadosamente diseñado como arma de sometimiento que da continuidad al colonialismo y perpetúa la misma violencia. Uno de cada 5 dólares de la deuda mundial se lo debemos al FMI y al banco mundial. Para quien tenga nociones de historia contemporánea, las prácticas de estas instituciones son de sobra conocidas en los países donde han operado hasta el momento. Si no, que se lo pregunten a Latino- América, África subsahariana, El Magreb, y países del sudeste asiático o a todos los del llamado “Tercer mundo”, que durante las últimas décadas, viven desangrados por un proceso creciente de acumulación de deuda. Mientras pagan por ello al primer mundo, siete veces más de lo que reciben en concepto de ayuda al desarrollo. Estas instituciones actúan como intermediarias financieras haciendo que a través de sus créditos, los inversores tengan mayor garantía de cobro frente a los países en los que invierten. La razón de los inversores es cobrar, pero como inversores privados no tienen ninguna garantía de que los países en los que invierten produzcan los esperados beneficios. Están sujetos al riesgo de la apuesta, y su derecho al cobro se limita a una parte de los beneficios y nunca, claro está, a una parte del patrimonio del país en el que invierten. Así pues, para cobrar con garantías, su objetivo es introducir en el país un agente de cobro capaz de transformar la especulación privada en deuda pública en su país. Esto es lo que hace la fundación del Fondo Monetario Internacional desde su creación. Para conseguir esto, hay que conseguir la convivencia de determinados políticos. Y esto es lo que han conseguido en Grecia. Ahora, gracias al efecto conversor del FMI, Grecia ya no le debe dinero a los especuladores privados directamente sino a otros estados, lo que hace el pago más complicado. Ahora hay que responder a esta dudosa deuda con el sudor de los contribuyentes, y lo que es más atractivo para los inversores, con la riqueza nacional que el propio gobierno se ha encargado de comprometer como aval más allá de lo recomendable del texto de los protocolos que hace poco acaban de firmar. Vamos a ver: ¿es Grecia el país más endeudado de Europa o del mundo como quieren hacernos creer desde hace tiempo? por supuesto que no. En deuda externa en millones de dólares ocupa el puesto 18, en deuda externa con relación al PIB ocupa el puesto 9. En deuda per cápita, ocupa el puesto 15, bien por detrás de Francia, Alemania, Inglaterra y Suiza, incluso bien distanciado de España. Tampoco ocupa el primer puesto en términos de deuda en cuanto endeudamiento privado, en cuanto a gasto público ni siquiera en cuanto a número de funcionarios. Eso sí, es el país de Europa con más alto índice de precios al consumo en artículos de primera necesidad y la mayoría de los griegos lleva mucho tiempo teniendo que recurrir a la familia, al pluriempleo y al trabajo precario para poder llegar a fin de mes. ¿Qué es entonces esa deuda? Esa deuda, en nombre de lo cual Grecia está siendo obligada a pagar el mayor préstamo de la historia de la humanidad, es en un 90% bonos del estado. Y los bonos del estado no son exactamente deuda, son mecanismos de inversión, libremente negociables en el mercado de valores. Es decir, apuestas con dinero en las que se puede ganar o perder y en esto hay una gran diferencia. Actualmente, el capital que se mueve en el mercado de préstamos a nivel mundial es de mil millones de dólares, mientras que la producción anual del planeta es de solo 57. Esta abismal diferencia es lo que explica la causa del endeudamiento. La causa no radica en el déficit real, sino en la necesidad de los 1600 inversores tienen que explotar el capital. En las últimas décadas, económicamente hablando, hemos construido un mundo que no es solo es injusto sino absolutamente absurdo. Sin embargo, parece que hay que hacer todo lo posible para que este sistema no se venga abajo. Así, sin ir más lejos, hace justo dos años, Grecia, rescató a los bancos con 70.000 millones de euros de los contribuyentes, dicen que para evitar desastres mayores. Y ahora, hay que rescatar también al sector financiero, nuevamente con el dinero de los impuestos de los contribuyentes. Mientras tanto, (atención) el 50% del dinero que se mueve en el mundo, lo hace a través de compañías offshore creadas en paraísos fiscales para evadir impuestos y para mantener el total anonimato de sus propietarios. Solo en Grecia operan más de 4.000 offshores y en los últimos diez años  se han fundado en el mundo, más de 1.000.000 de estas empresas, inventadas por los especuladores anglosajones. Al pueblo griego, siguiendo los dictados de la Comisión europea, del Banco Central y el FMI, se le suben los impuestos, se le recortan los sueldos, se les expulsa del trabajo, se le arrebatan sus necesidades sanitarias y sociales, se le impone la privatización de sus empresas estatales, se le obliga a poner en manos de inversores extranjeros la riqueza nacional de su país, se le fuerza a comprar armamento a sus acreedores y se le pide encima que pague “tasas solidarias”. Mientras, se está subvencionando a los bancos y ni siquiera se plantea la imposición de una mínima tasa del 0,1% sobre las transacciones financieras internacionales. Una tasa con la que podrían recaudarse anualmente más de 600.000 millones de euros, más de la supuesta deuda de Grecia, sin tocar el bolsillo de los contribuyentes ni el hambre de los pobres. Pero  esto no se hace, debe de ser inmoral. Mientras el mundo funcione así, ni los políticos ni los financieros tienen autoridad moral para imponer los sacrificios que plantean. ¿Qué podría hacerse? Me diréis. ¿Qué es lo que no se hace? Ante todo, llamar a la ciudadanía europea, (si es que existe), en Grecia, en España, en otros países europeos es hacer frente común contra el abuso. Exigir a los gobiernos que frenen a los especuladores o que se vayan a casa, que obliguen a los inversores a asumir el riesgo de sus descabelladas operaciones en vez de acudir en su auxilio con el dinero público cada vez que sea necesario para que siempre salgan ganando. Hay que pedirles que gobiernen en definitiva para el pueblo que les confía el poder y no para sus propios intereses. En el caso de Grecia, la ciudadanía europea debe apoyarla a negarse al reconocimiento de esa deuda. Cualquier plan de renegociación de la deuda será para terminar en quiebra y sometidos a las condiciones de los prestamistas. Todos, no solo Grecia. El camino del endeudamiento es un pozo sin fondo, como ya ha demostrado en repetidas veces. Así pues, hay que exigir que cambie la práctica política actual. Hay que detener de inmediato el pago de deuda. Hay que esclarecer el origen y naturaleza de esa deuda. Ver si hay culpables de delito entre los responsables del endeudamiento determinando en precisión qué parte de esa abultada cantidad no es sino una deuda odiosa contraída contra los intereses de la población de un país con el completo conocimiento del acreedor de acuerdo como Estados Unidos definió este concepto, lo acuñó en su propio beneficio tras la guerra con España por la independencia de Cuba. Una vez esclarecido todo esto, una vez castigados los culpables, se decidirá entonces con serenidad y con justicia, por medio de qué préstamos y de qué  medidas habrá que hacer frente a la deuda legítima. El déficit real del país en la última década, es solo un 4% de esa supuesta deuda. Una de esas medidas, por ejemplo, podría ser reclamar contundentemente las indemnizaciones de guerra que Alemania fue obligada a pagar a Grecia tras el final de la II G.M.  pese a la ocupación militar, las deportaciones masivas a los campos de exterminio, y a los más de un 1.000.000 de muertos que aún no han sido satisfechas. Otras medidas, más económicas y menos históricas, serían para empezar prohibir la operación de empresas offshore en suelo griego, bloqueando sus bienes y obligando a sus accionistas anónimos a identificarse y a tributar para poder desbloquear su propiedad. Es probable que la mayoría no se atreviera a dar la cara. También habría que exigir a los bancos que devolvieran sus rescates, habría que imponer tasas sobre las transacciones financieras internacionales, tasas justas sobre los vergonzosos depósitos en Suiza y en otros paraísos fiscales. Toda una serie de medidas tributarias para evitar el verdadero fraude, que es el que se produce a través de la banca, de las bolsa y de los offshore. Junto a todo esto, habría que replantear la propia relación con la UE con una moneda, el euro, que está diseñada con criterios neoliberales para la conveniencia prioritaria de Alemania, y otros socios. Si no reconocemos la deuda nos expulsarán de los mercados de un tiempo, nos boicotearán en lo posible, pero también nos ahorraremos el dinero de la especulación con los bonos, salvaremos gran parte de la riqueza nacional. Solo los intereses de los bonos para el año en curso son de 16.000 millones, lo mismo que se dedica en Grecia a la educación y a la sanidad. Si no reconocemos la deuda, en vez de alimentar la especulación, podremos hacer frente al déficit. Podremos respaldar la economía real del país, aliviar la presión sobre los ciudadanos, revitalizar el comercio, fomentar el ahorro. Sobre todo, nuestro sacrificio sí será entonces para echar abajo un sistema injusto y construir algo mejor. Y ahora, viniendo estas palabras desde Atenas, es cuando deseo pediros algo importante: que ante los abusos de la globalización económica, ayudéis a globalizar también la resistencia. La sociedad europea está muy dormida y acomodada en la gestión política de sus deficientes democracias. Sin embargo, necesita con urgencia hacerse progresista en sus convicciones y reaccionar con decisión ante los nuevos golpistas. Combatir con eficacia la injusticia y la ignorancia en vez de encubrirlas o favorecerlas de acuerdo con los oscuros intereses. Y esto debe hacerlo por el bien de todos, porque quienes disfrutamos más que otros de la libertad, del bienestar, de la cultura, tenemos esa deuda moral con el resto la humanidad.  Sí, reconozco que soy anti-sistema, porque no entiendo como en un mundo en el que 50 empresas acumulan mayor riqueza que 100 países, alguien solidario puede seguir siendo pro-sistema. En los tiempos que vivimos, nuestro sistema necesita, más que nunca, disidentes: gente dispuesta a pensar alto, a sentir hondo y a hablar claro. Un abrazo muy fuerte desde Grecia". 
Pedro Olalla. 5 Octubre 2011.

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