Lo que más esfuerzo cuesta
es lo que más se valora
y el esfuerzo se vende igual
que el precio de mi lavadora.
La casa, el trabajo, el coche,
son simples cosas.
Y las cosas, se han convertido en valores,
ahora.
¡No se preocupe señora!
Sueñe con el aliciente
de una alternativa mejor.
Ya se encaragará la publicidad subliminal
de que juegue a la lotería
y así podrá comprar de todo
excepto una cosa: su vida.
Entretanto,
ser hormiga,
tiene un coste añadido,
pasa por el coste adicional
de dejar de ser uno mismo.
Lo que se tiene, no se valora.
La respiración, no puedes comprarla
ni se paga a plazos el amor de pareja.
Tener una hipoteca sin embargo,
te deja una certeza:
deberás estar vivo otros 50 años,
para pagarla.
Así,
la incertidumbre es bienvenida,
el no saber qué será,
el riesgo de ser tildada de todo menos bonita
y yo, que como Sócrates,
"sólo sé que no sé nada"
...o quién sabe tan siquiera,
si viviré hasta mañana...
Me abrazo con el ahora,(me cae bien)
y no me dan miedo las crisis, (¡qué va!)
me dejan espacio y el tiempo
que no tuve, para reflexionar.
Soy más que todo aquello
que un bolsillo acaudalado puede comprar.
¡Me podrán quitar todas mis cosas
pero lo que nunca me quitarán,
es mi libertad!
;)
Beatriz Casaus 2012
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