(El intangible cariño
con el que mi cuerpo responde
al mundo que le rodea).
Juzgan de fácil ser dulce
y yo sufro rebelándome
al concepto errado
que despierta.
El camino mundano,
le castiga con razones arbitrarias,
le obliga a creer
que ha crecido en años,
no en experiencias traumáticas.
La gente dulce es más intensa.
Solo con intensidad se combate
contra lo más profundo:
el odio y la ira interna.
Como un cartero que reparte
mensajes de sentimientos,
la dulzura entrega caricias
con funcion protectora
a donde mas se necesita.
Incluso el más sabio tiene aún
algo que aprender,
a no llenarse la boca de flores
cuando va todo bien,
sino cuando se tiene
la herida abierta.
Suyo es el lenguaje del amor,
producido por el mismo material,
del que están hechos los abrazos.
Los gestos dulces
no hacen falta traducirlos.
Los envuelve la ternura
escondida de los valientes
que se atreven a ELEVARSE.
Necesito esa esencia,
olvidada por los hombres
que los ángeles aún conservan:
“Pureza en estado puro”.
Con dulzura,
es como quiero vivir,
desde hoy
y hasta el día en que me muera.
Beatriz Casaus 2012 ©
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