El árbol reza con sus hojas,
y el niño musita sus plegarias
cuando se alegra.
Las oraciones se oyen
en los dormitorios,
para que la dicha
borre sus miserias.
El alba le pide a la noche
exhalar su último aliento,
para que la mañana y la tarde sean.
Las voces de los que duermen
creen erróneamente, que les vienen
dadas desde afuera.
Las flores le suplican a la lluvia
que les honre con su presencia
y las aguas de esa lluvia,
solo encuentran su cauce
cuando alumbra el sol de la primavera.
Las brumas de la mañana
anuncian que un nuevo día llega.
Ser religioso, es ver a un hermano
en los ojos de cualquiera.
Hay tantas religiones,
como hombres
hay en la inmensa tierra.
La propia existencia, le reza
al abismo que contempla.
Todo ser cuando se ríe
al mismo tiempo, reza.
Beatriz Casaus 2012 ©
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