“No
hay maquillaje en el mundo que pueda embellecer un corazón feo”. (Kevyn Aucoin)
“Los que te odian, son admiradores secretos que no entienden por qué tantos te aman”. (Paulo Coelho)
El
siguiente artículo publicado en el periódico El PAÍS el pasado 31 de julio “Lápiz
y papel, mercromina
para las heridas” cita lo siguiente: “Un estudio de la
Universidad de Auckland, en Nueva Zelanda, demuestra que expresar por escrito
los sentimientos acelera el proceso de cicatrización” o, “la escritura sirve en
ciertos momentos como terapia”. http://sociedad.elpais.com/sociedad/2013/07/31/actualidad/1375306460_460795.html
“Los que te odian, son admiradores secretos que no entienden por qué tantos te aman”. (Paulo Coelho)
Esta idea es algo
que llevo largo tiempo defendiendo sin ningún estudio científico que lo avalara
más que por mi propia experiencia e intuición al respecto. Escribir, ya sea de
forma pública como es mediante la escritura de un blog, de redes sociales o de
manera privada, a modo de diario o textos que nunca verán la luz, es la forma
más sencilla e idónea, para plasmar pensamientos y emociones que de otro modo
no saldrían de uno mismo y que una vez exteriorizados, se curan y se disuelven.
Por ello mismo, me he puesto manos a la obra y he cogido lápiz y papel, o más
bien me he plantado delante de una pantalla de ordenador desafiando una vez más
a una hoja en blanco para soltar una injusticia que he padecido y que me ha
hecho daño, pero de la que ahora me dispongo a liberar de una vez. Como bien
decía Jung, “La iluminación es traer la oscuridad a la luz”, todos
tenemos una sombra o padecemos por algo en alguna ocasión, por ello el hecho de
aceptarlo y de sacarlo, nos hace mucho bien y nos ayuda a seguir adelante
dejándolo atrás, no sin antes habiéndolo reconocido para superarlo.
Disculpad mi
honestidad, pero en este caso no espero que os guste lo que he escrito, no me
gusta ni a mí, he escupido mucha bilis reprimida porque se trata de un
ejercicio personal para soltar y liberarme que he querido colgar públicamente
porque el compartirlo también es quizás, parte del proceso de curación. Eso sí,
aprovecho para enviaros un cálido abrazo y daros las gracias por leerme. La
próxima entrada prometo que os dejará un mejor sabor de boca :)
Todos tenemos
algún asunto reprimido aunque no hablemos de ello y hoy, se
trata de liberarlo. ¡Besitos!
Las dos caras de la
luna
-(Aceptamos las cosas como vemos,
pero,
¿y si lo que vemos
no fuera la realidad?
y si la luna,
¿no fuera la
luna?)-
Sólo puedes brillar
en la noche, luna, porque durante el día pasas inadvertida.
Fiel a tu
naturaleza de impávida frialdad, con aire altivo te elevabas ante mí mostrando
dádivas de envidia, afanada en representar la imagen impostora de dulzura
femenina, de arquetipo de maternidad entrañable.
Un incendio se
produjo en mi conciencia con tu mirada poseída en celos de fuego. Me
incriminaste por algo de lo que no era culpable, pues en el amor no se es
culpable, y sin entenderlo, callé mi inocencia.
Golpeó el abandono
en tu orgullo, haciéndote caer hasta llegar a la ignominia.
Te hiciste enemiga
en secreto del sol y durante milenios has perseguido su luz dorada que todo
ilumina, su calidez honesta que regala con el brillo que sale de un corazón
puro.
La soberbia
pretendió captar el protagonismo y no aguantaste el segundo plano. Intentaste
imitar sus rayos con atuendos que no lucías igual y con perfumes que taparan tu
verdadera esencia gris. Pero nunca llegaste a parecerte a él.
Atrapada en la
oscuridad de la noche, con pensamientos infectos provocaste violencia, partos,
inundaciones y mareas, proyectando fuera lo que tenías dentro, sentimientos
oscuros y un gran caos.
Con una cara,
sonreíste delante de todos, pero una sonrisa no es una sonrisa si no tiene
intención de serlo. Con otra cara, escondías las turbias miradas hacia mi persona.
La mayoría
desconoce tus intenciones, que te sumergen en un mar profundo sin un timón que
guíe las desidias de ilusiones zafias, excepto tus enemigos íntimos, quienes
como yo, las hemos padecido y aguantado de forma estoica.
Sólo das una cara
bonita y escondes la otra. Has engañado a muchos, pero resulta que yo soy lista
y veo más allá de lo que mis ojos me permiten ver.
No eres una luna
como las que tiene Júpiter. Ni tan siquiera creo que seas un satélite
artificial, no me fío de ti. Más bien me pareces ficticia, como un trozo de
metal gigante atrapado en nuestra órbita con intenciones desconocidas.
Ocultas tus
verdaderas emociones, lo que considero lícito si no fuera porque ese amor
idealizado, producto de ensoñaciones platónicas irreales, son la fábrica de
odio y de celos que albergas hacia cualquier mujer que contemples como
contrincante.
Odiar no es mi
estilo, el tuyo sí, aunque lo hagas en silencio. Debe ser una condena ser así,
vagando a la deriva del descontrol emocional y del rencor.
He sido engañada cada noche pensando que tu presencia provocaba romanticismo en los enamorados y evocaba sueños a los marineros.
Eres opaca y reflejas una luz que no es tuya. Ansío que el hombre vuelva a pisar tu tierra para poder por fin conocerte y desvelar tu cara sin rostro. Yo mientras estaré esperando el nadir en un nuevo día, resplandeciente de sol.
Eres opaca y reflejas una luz que no es tuya. Ansío que el hombre vuelva a pisar tu tierra para poder por fin conocerte y desvelar tu cara sin rostro. Yo mientras estaré esperando el nadir en un nuevo día, resplandeciente de sol.
¿Un gesto tierno lo sigue siendo si se da sin amor? ¿Una sonrisa pierde su valor cuando esconde turbias intenciones o cuando se da sin ganas?¿Un apelativo cariñoso de alguien que te tiene rabia sigue teniendo validez?¿Y si la luna no
fuera la luna? ¿Y si el sol la hubiera desterrado?¿Y si lo que parece bonito a simple vista, no lo es tanto en realidad? ¿Y si
quien te muestra una cara gentil y sonriente hablase de ti a las espaldas?
Beatriz Casaus 2013 ©
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