La magia de la alquimia está en nuestra mano. Ésto lo digo después de acabar de descubrir
esta oración de San Francisco de Asís, (y eso que lleva ya ocho siglos escrita
y es conocida en medio mundo...) que ha llegado a mis manos
precisamente en este momento de mi vida en el que estoy como una esponja
aprendiendo de todo y en el que a mi alrededor desgraciadamente hay algunas personas
que están manifestando cierto desasosiego en sus vidas. Puede que sus
situaciones desagradables tengan algo que ver con el fin del calendario maya, cuya
única función es que todo salga a la luz para limpiarse y adecuarse
energéticamente a la vibración que llega (sé que estoy loca pero no escondo lo
que pienso), o con su propio aprendizaje vital. Sea lo que fuere, el caso
es que el haberme topado con este texto es para mí como un soplo
de viento fresco, que me ha motivado un montón y del que he extraído mis propias
conclusiones.
Reproduce una verdad esclarecedora, el poder de transformación
que cada uno tiene, y al mismo tiempo lo revela de forma clara, concisa y sin
artilugios. Además incita al altruismo y al sentido que aporta la ayuda a los
demás, más que el egocentrismo de pensar sólo en uno mismo. Muestra la alquimia
que cualquiera puede utilizar en la vida y no me refiero a la de convertir el metal
en oro, sino a la de algo tan fascinante como a transformar cualquier situación
negativa en positiva y todo ello bajo el mando
de nuestra propia autonomía, bajo nuestra única responsabilidad, dando la cara
a las cosas menos agradables para transmutarlas en su opuesto.
Espero que
aunque provenga de alguien asociado al catolicismo no por ello lo etiquetemos
de antemano y no le prestamos la debida atención. Ni el catolicismo ni ninguna
otra religión doctrinaria es para mí santo de mi devoción, pero las personas que se superan a sí mismas sí, y el personaje de
San Francisco de Asís, el hombre que tuvo una vida consagrada a la ayuda a los
pobres, que se despojó de la fortuna de su padre para vivir de manera sencilla,
y que escribió esta belleza de oración es alguien a quien admirar y desde luego,
de quien aprender. No me cabe duda que cuando la escribió estaba en un
momento de lucidez plena. Este descubrimiento me ha llevado a escribir tres cositas
que dejo aquí con todo mi cariño. Disfrutad, y que os sirva de mucho J
Oración
de San Francisco de Asís
Señor,
haz de mí un instrumento de tu paz:
Donde
haya odio, ponga yo amor;
Donde
haya mal, ponga yo perdón;
Donde
haya discordia, ponga yo armonía;
Donde
haya error, ponga yo verdad;
Donde
haya duda, ponga yo fe;
Donde
haya desesperación, ponga yo esperanza;
Donde
haya sombras; ponga yo luz;
Donde
haya tristeza, ponga yo alegría.
Señor,
que no me empeñe tanto
en
ser consolado, cono en consolar,
en
ser comprendido como en comprender;
en
ser amado, como en amar.
Porque
es olvidándose a sí mismo uno se encuentra;
Es
perdonando como se es perdonado;
Es
muriendo como uno despierta a la vida eterna.
(San
Francisco de Asís, S.XIII)
Situaciones repetidas
I
El problema se repite de
nuevo,
de principio a fin.
Reprochas al destino que se ha
equivocado.
Tu corazón contrae ira en cada
sístole.
Tus latidos bombean
victimismo.
Te autoalimentas de queja,
envuelto en un círculo vicioso
en el que crees no poder hacer
nada.
II
Decides
cambiar de perspectiva.
Eres dueño de tu alimentación
mental.
Reconoces que esa situación
repetida,
es un espejo que te muestra
lo que hay dentro de ti,
que aún no has resuelto.
III
Lo
externo no es más,
que una prolongación de lo
interno.
El alivio,
de que nada pasa sin razón.
IV
El
pulso se estabiliza.
Hay paz en cada diástole.
Vas siendo consciente
que tienes poder para cambiar
lo que pasa a tu alrededor,
y que todo está diseñado
para tu evolución.
V
Es un
honor tener la oportunidad
de responsabilizarse de tu
vida.
Das gracias por aquello
que te pasa,
porque todas esas cosas,
son tus maestros.
Beatriz
Casaus 2012 ©
Anestesia
emocional
Bajo
un mismo cielo muchos dicen te amo
pero
pocos lo sienten realmente,
sin la
necesidad de escuchar
lo
mismo de vuelta.
Beatriz Casaus 2012 ©
Mente ocupada
Lo
siento,
estoy
tan ocupada en mis propias ideas,
que no
puedo ver las de otros.
Volveré
a nacer el día,
en que perciba el mundo de
forma nueva.
Beatriz Casaus 2012 ©