lunes, 22 de abril de 2013

Suelos fríos


"Estoy tan solo como este gato, y mucho más sólo porque lo sé, y él no". (Julio Cortázar)


22.56. El analgésico parece mirarme con ojitos desde su envase. Un trago de agua y a seguir reposando en posición paralela al frío suelo de gres de mi habitación, el cual reduce la temperatura corporal varios grados centígrados una vez reposas los pies descalzos sobre él. No tengo llamadas ni ningún whatsapp en mi móvil. Puede ser debido a una de dos posibilidades: o a que todos están de fiesta emborrachándose salvajemente, o a que nadie se acuerda en este instante de mí. Me decanto por la segunda hipótesis porque aunque me cueste admitir, me parece la más certera. 23.03. La casa está sola y qué alivio es verla de este modo. Hay personas que tienen miedo a la soledad y más aún a vivir solos.Yo nunca lo he entendido. Para mí es una relajación pasar tiempo a solas, un auténtico deleite que disfruto excepto cuando razono en profundidad sobre ello. El descanso de andar desnuda a todas horas o aquello de no tener que cerrar la puerta del cuarto de baño. En ocasiones hablo conmigo misma, pero es el inconveniente asignado a vivir independiente, además del hecho de que todas las facturas estén a mi nombre o a las manías que se vayan manifestando paulatinamente. (Espero no convertirme en alguien raro de aquí a unos meses). 23.20. No puedo seguir leyendo. Tengo sueño. Mis ojos dejan de segregar líquido de humor acuoso y se me quedan pegados cada vez que pestañeo. Además mis pensamientos fluyen más rápido que mi imaginación y no me concentro en la lectura. Me estoy acordando de la chica que esta mañana me miraba en el metro. Hay pocas cosas que echo de menos de haber vivido en países nórdicos anglosajones, pero esas pocas cosas, aquí por desgracia escasean. Allí las mujeres superan con creces el 1,70 cm de estatura, suelen tener estructuras óseas grandes y cuerpos atléticos, lo que me hacía sentir más en mi salsa e identificada, pero sobre todo, tienen respeto hacia otras mujeres. Por ejemplo, no tienen el mal hábito, que demuestra una importante falta de educación, de mirar fijamente mientras escanean analizando cada centímetro de tu cuerpo y vestimenta, cual máquina avanzada de rayos X acompañado con un gesto agrio y mirada desafiante “a lo John Wayne”, que aquí muchas mujeres practican. Este caso se dramatiza más aún si van acompañadas de una presencia masculina. Si es así, tratarán de capturar tu mirada para comprobar si estás mirando a su acompañante y si se cumplen sus peores sospechas, se desatará la fiera que aquellas criaturas presas de bajos sentimientos  albergan y darán un numerito celoso con agarre de pelos incluido, si hace falta. 23.41. Apelo a la solidaridad femenina tan poco practicada en este país. Con lo difícil que es ser mujer y que encima nos fastidiemos unas a otras. Aunque no nos guste, siempre habrá personas más guapas, más pintonas o más inteligentes y el hecho de mirarlas y envidiarlas, no va a provocar que se nos pegue su belleza ni su forma de vestir o de ser, más bien hace sentir muy incómodo tanto al sujeto observador, que vivirá en  una constante tormenta emocional, como al observado, porque aunque sea tan educada de hacerse la despistada para evitar entrar en conflicto, es consciente de que está siendo examinada. Recuerdo haber escuchado en algún lado: “No tomes mi amabilidad como un signo de debilidad”. Lo comparto al cien por cien. 23.48. Mi lado derecho de la cama está vacío. Es un hecho que uno se acostumbra a todo, pero el vacío que suscita una cama grande es desolador, algunas noches. 00.10. El edredón provoca el mismo calor que una sauna finlandesa. Creo que tengo los poros igual de abiertos que si estuviera metida en una. Un whatsapp del pesado que desde que sabe que escribo poesía me habla todo el tiempo en versos que parecen sacados del Mester de Juglaría. ¿Tan difícil es entender que cuando no contestas nunca, no hay interés? Algunos hombres encuentran más desafiante y por lo tanto más atractivo este hecho de una mujer, a lo que se lo toman como una auténtica conquista en toda regla. Y no desisten muy a mi pesar. 02.49. El insomnio aparece como tantas otras noches sin avisar y sin consentimiento. Recuerdo que uno de mis ex solía combatirlo con tragos etílicos pero yo soy más pro-hígado que él. Le tengo tanta estima a mi órgano que espero que mantenga su función durante varias décadas más por lo que me voy a decantar por una infusión sin azúcar a base de hierbas de valeriana, melisa y tila. 03.19. Pruebo con otro libro esta vez escrito en inglés. Abro sus hojas, huelo su aroma a recién estrenado, observo sus originales ilustraciones y no me concentro porque no lo entiendo. ¿Por qué no llevarán subtítulos como las películas originales? si hasta una película de Kazakhastan los tienen. Pruebo con el portátil. Abro una red social famosa, también conocida por “el templo del ego” en la que todos somos guapos y la vida nos va genial. Gracias a estos sitios uno descubre en profundidad la personalidad de sus amigos  según sus preferencias y comentarios, lo que lleva a que en ocasiones te lleves gratas sorpresas pero en otras, desilusiones inesperadas. Entretiene mucho, eso sí. Yo debería ingresar en una clínica de desintoxicación gracias a ella. 03.56. Hojeadas las redes sociales y después de haber leído las mismas noticias en el periódico digital porque aún no han sucedido nuevas y de las nuevas sólo nos cuentan la mitad, apago el portátil. Me pregunto qué les sucede a mis ciclos circadianos para que no funcionen como deben. Cuando la retina no percibe luz, el cuerpo produce el adecuado nivel de melatonina y serotonina necesario para dormir plácidamente y a mí sin embargo no me pasa. Estoy desvelada y tengo los ojos tan abiertos como platos. Mañana madrugo y conocer ese hecho tan poco alentador no ayuda mucho a que me relaje. 04.11. Mi vida no va bien. ¿Por qué no llevo la vida que se supone debo llevar? ¿Por qué, por qué…? Una “victimitis aguda” empieza a tomar presencia mediante pensamientos autodestructivos que se cuelan de forma desenfrenada por mi mente. La falta de sueño produce este efecto secundario o ¿es al revés?. No sé. Además está el mal genio del día siguiente y las ojeras perennes. Pruebo con el último cartucho para poder dormir y descansar. Un amigo me regaló una hierba ilegal para utilizar en ocasiones de este calibre. Preparo mi pipa recién comprada y fumo inhalando el aire lentamente, lo dejo en mis pulmones por pocos segundos y exhalo disfrutando el sabor. Se nota que es fresca. Inhalo unas cuantas veces más y me empiezo a sentir más relajada, al fin. 04.55. No hay de qué preocuparse, todo está bien. ¡Me siento muy bien! Tengo un calentón importante y una sonrisa dibujada en la cara. Deberían recetar esta hierba también en las farmacias o en el médico, solucionarían muchos problemas de pareja. Me siento inspirada. Las palabras llegan a mí como si me las estuviesen dictando. Enciendo de nuevo el portátil y no paro de escribir a una velocidad vertiginosa, disfrutándolo. 05.30. Un mensaje al correo salta a mi móvil. ¡Qué estruendo!Debería cambiar la sintonía, menudos sustos me mete. Mi ex. Que Dios nos coja confesados, ¿pero este hombre no duerme? ¿qué querrá? Cierto, él también es insomne. En su presencia no podía dejar de sentirme ante un juez. Se quedaba callado y notaba como sus pensamientos me acribillaban. No teníamos nada que ver el uno con el otro, ni en nuestras formas de ser ni de concebir la vida, ni de nada. Lo único que nos unía era nuestro anhelo de ser queridos. En cuanto me di cuenta de aquel triste detalle en mí, me puse manos a la obra para remediarlo. Él seguía la religión del Dios dinero y era devoto de la superficialidad y yo resultaba demasiado alternativa por tener ideas propias y negarme a ver la televisión.  Desde entonces he aprendido a no perder ni un minuto con ningún mainstream por guapo y encantador que sea. 05.57. Tengo que aprender a controlarme, a observarme, y a afrontar la realidad tal como es, y a seguir lo establecido. Buff, ¡pero está tan poco en mi naturaleza!A los diez años yo ya era anti-sistema, recuerdo que discutía con mi profesora delante de toda la clase sobre cómo vivir fuera de la sociedad y me planteaba ya a esa edad, un nuevo sistema de creencia religiosa diferente de lo que me estaban enseñando. Mi profesora no sabía dónde meterse ni qué contestar, tan sólo se enfadaba conmigo y me ponía contra la pared. Si hay algo que me saca de quicio es que me digan lo que tengo que hacer, eso sólo lo permito cuando estoy desnuda, porque además me gusta. 06.09. Creo que necesito un cambio. ¡Eso es! con la vidilla que me dan a mí los cambios. Un viaje, ¡o muchos!, ¡o dar la vuelta al mundo! Aunque para eso necesito tiempo y dinero. Me podría tomar el año sabático que nunca me he tomado y viajar. Podría hacer el viaje a la India que siempre he soñado y meditar en un ashram con un gurú. Mi vida tomaría un rumbo completamente distinto, encontraría paz y dormiría mejor, ¡estoy segura!. 06.30. Maldito despertador, nunca falla, siempre tan exacto y puntual. Justo lo contrario a mí. No he pegado ojo en toda la noche. Lo siento por mis compañeros de trabajo que me van a tener que aguantar. ¿Dónde están mis zapatillas de andar por casa? Siempre que las busco no las encuentro, como si tuvieran vida propia... ¡Qué frío está este suelo!. A ver cuándo lo cambio. No, ya está bien de fantasear con futuras ilusiones. Hay que afrontar la realidad y tener los pies en el suelo, (aunque esté helado y quiera cambiarlo por una tarima de parquet). Esta es mi vida ahora. Tengo un suelo que parece sacado de un iglú y vivo sola porque me cuesta mantener una pareja estable, hay que aceptarlo. No puedo irme un mes a la India y pretender que a mi vuelta todo haya cambiado. Si quiero paz la tengo que buscar ahora, aquí descalza o en el medio del tráfico de la M-40 si hace falta, pero no necesito irme a La India para sentirme mejor. Un mensaje al whatsapp en verso que rima. Paciencia. Infinita paciencia para no contestar y mandarle a que se pierda muy lejos con un pareado. Voy a buscar un tapa-ojeras milagroso, un libro para leer en el metro y no enterarme de las miradas envidiosas, unas zapatillas de andar por casa, cultivar un producto ilegal, cambiar la sintonía de mi móvil, desengancharme de las redes sociales y un novio que me quiera. O algo que se le asemeje.

Beatriz Casaus 2013 ©


No hay comentarios:

Publicar un comentario