"Estoy tan solo como este gato, y mucho más sólo porque lo sé, y él no". (Julio Cortázar)
22.56. El
analgésico parece mirarme con ojitos desde su envase. Un trago de agua y a
seguir reposando en posición paralela al frío suelo de gres de mi habitación,
el cual reduce la temperatura corporal varios grados centígrados una vez
reposas los pies descalzos sobre él. No tengo llamadas ni ningún whatsapp en mi móvil. Puede ser debido a
una de dos posibilidades: o a que todos están de fiesta emborrachándose
salvajemente, o a que nadie se acuerda en este instante de mí. Me decanto por
la segunda hipótesis porque aunque me cueste admitir, me parece la más certera. 23.03. La casa está sola y qué alivio
es verla de este modo. Hay personas que tienen miedo a la soledad y más aún a
vivir solos.Yo nunca lo he entendido. Para mí es una relajación pasar tiempo a
solas, un auténtico deleite que disfruto excepto cuando razono en profundidad sobre ello. El descanso de andar
desnuda a todas horas o aquello de no tener que cerrar la puerta del cuarto de baño. En
ocasiones hablo conmigo misma, pero es el inconveniente asignado a vivir
independiente, además del hecho de que todas las facturas estén a mi nombre o a
las manías que se vayan manifestando paulatinamente. (Espero no convertirme en
alguien raro de aquí a unos meses). 23.20.
No puedo seguir leyendo. Tengo sueño. Mis ojos dejan de segregar líquido de
humor acuoso y se me quedan pegados cada vez que pestañeo. Además mis
pensamientos fluyen más rápido que mi imaginación y no me concentro en la
lectura. Me estoy acordando de la chica que esta mañana me miraba en el metro.
Hay pocas cosas que echo de menos de haber vivido en países nórdicos
anglosajones, pero esas pocas cosas, aquí por desgracia escasean. Allí las
mujeres superan con creces el 1,70 cm de estatura, suelen tener estructuras
óseas grandes y cuerpos atléticos, lo que me hacía sentir más en mi salsa e identificada, pero sobre todo, tienen respeto hacia otras
mujeres. Por ejemplo, no tienen el mal hábito, que demuestra una importante falta
de educación, de mirar fijamente mientras escanean analizando cada centímetro
de tu cuerpo y vestimenta, cual máquina avanzada de rayos X acompañado con un
gesto agrio y mirada desafiante “a lo John Wayne”, que aquí muchas mujeres
practican. Este caso se dramatiza más aún si van acompañadas de una presencia
masculina. Si es así, tratarán de capturar tu mirada para comprobar si estás
mirando a su acompañante y si se cumplen sus peores sospechas, se desatará la
fiera que aquellas criaturas presas de bajos sentimientos albergan y darán un numerito celoso con agarre
de pelos incluido, si hace falta. 23.41.
Apelo a la solidaridad femenina tan poco practicada en este país. Con lo
difícil que es ser mujer y que encima nos fastidiemos unas a otras. Aunque no nos
guste, siempre habrá personas más guapas, más pintonas o más
inteligentes y el hecho de mirarlas y envidiarlas, no va a provocar que se nos
pegue su belleza ni su forma de vestir o de ser, más bien hace sentir muy
incómodo tanto al sujeto observador, que vivirá en una constante tormenta emocional, como al observado, porque aunque sea tan educada de hacerse la despistada para evitar entrar en conflicto, es consciente
de que está siendo examinada. Recuerdo haber escuchado en algún lado: “No tomes mi amabilidad como un signo de
debilidad”. Lo comparto al cien por cien. 23.48. Mi lado derecho de la cama está
vacío. Es un hecho que uno se acostumbra a todo, pero el vacío que suscita una
cama grande es desolador, algunas noches. 00.10. El edredón provoca el mismo
calor que una sauna finlandesa. Creo que tengo los poros igual de abiertos que
si estuviera metida en una. Un whatsapp del
pesado que desde que sabe que escribo poesía me habla todo el tiempo en versos
que parecen sacados del Mester de Juglaría. ¿Tan difícil es entender que cuando
no contestas nunca, no hay interés? Algunos hombres encuentran más desafiante y
por lo tanto más atractivo este hecho de una mujer, a lo que se lo toman como
una auténtica conquista en toda regla. Y no desisten muy a mi pesar. 02.49. El insomnio aparece como tantas
otras noches sin avisar y sin consentimiento. Recuerdo que uno de mis ex solía
combatirlo con tragos etílicos pero yo soy más pro-hígado que él. Le tengo
tanta estima a mi órgano que espero que mantenga su función durante varias
décadas más por lo que me voy a decantar por una infusión sin azúcar a base de
hierbas de valeriana, melisa y tila. 03.19.
Pruebo con otro libro esta vez escrito en inglés. Abro sus hojas, huelo su
aroma a recién estrenado, observo sus originales ilustraciones y no me concentro porque
no lo entiendo. ¿Por qué no llevarán subtítulos como las películas originales? si
hasta una película de Kazakhastan los tienen. Pruebo con el portátil. Abro una red social
famosa, también conocida por “el templo del ego” en la que todos somos guapos y
la vida nos va genial. Gracias a estos sitios uno descubre en profundidad la
personalidad de sus amigos según sus
preferencias y comentarios, lo que lleva a que en ocasiones te lleves gratas
sorpresas pero en otras, desilusiones inesperadas. Entretiene mucho, eso sí. Yo
debería ingresar en una clínica de desintoxicación gracias a ella. 03.56. Hojeadas las redes sociales y
después de haber leído las mismas noticias en el periódico digital porque aún
no han sucedido nuevas y de las nuevas sólo nos cuentan la mitad, apago el portátil. Me pregunto qué les sucede a mis
ciclos circadianos para que no funcionen como deben. Cuando la retina no
percibe luz, el cuerpo produce el adecuado nivel de melatonina y serotonina necesario
para dormir plácidamente y a mí sin embargo no me pasa. Estoy desvelada y tengo
los ojos tan abiertos como platos. Mañana madrugo y conocer ese hecho tan poco alentador no ayuda mucho a que me relaje. 04.11.
Mi vida no va bien. ¿Por qué no llevo la vida que se supone debo llevar? ¿Por
qué, por qué…? Una “victimitis aguda”
empieza a tomar presencia mediante pensamientos autodestructivos que se cuelan
de forma desenfrenada por mi mente. La falta de sueño produce este efecto secundario o ¿es al revés?. No sé. Además está el mal genio del día siguiente y las ojeras perennes. Pruebo con el
último cartucho para poder dormir y descansar. Un amigo me regaló una hierba ilegal para utilizar en ocasiones de este calibre. Preparo mi pipa recién comprada y fumo
inhalando el aire lentamente, lo dejo en mis pulmones por pocos segundos y exhalo disfrutando el sabor. Se nota que es fresca. Inhalo unas cuantas veces más y me
empiezo a sentir más relajada, al fin. 04.55.
No hay de qué preocuparse, todo está bien. ¡Me siento muy bien! Tengo un calentón
importante y una sonrisa dibujada en la cara. Deberían recetar esta hierba
también en las farmacias o en el médico, solucionarían muchos problemas de
pareja. Me siento inspirada. Las palabras llegan a mí
como si me las estuviesen dictando. Enciendo de nuevo el portátil y no paro de
escribir a una velocidad vertiginosa, disfrutándolo. 05.30. Un
mensaje al correo salta a mi móvil. ¡Qué estruendo!Debería cambiar la sintonía, menudos sustos
me mete. Mi ex. Que Dios nos coja confesados, ¿pero este hombre no duerme? ¿qué querrá? Cierto,
él también es insomne. En su presencia no podía dejar de sentirme ante un juez. Se quedaba callado y notaba como sus pensamientos
me acribillaban. No teníamos nada que ver el uno con el otro, ni en nuestras
formas de ser ni de concebir la vida, ni de nada. Lo único que nos unía era
nuestro anhelo de ser queridos. En cuanto me di cuenta de aquel triste detalle
en mí, me puse manos a la obra para remediarlo. Él seguía la religión del Dios
dinero y era devoto de la superficialidad y yo resultaba demasiado alternativa por tener
ideas propias y negarme a ver la televisión. Desde entonces he aprendido a no perder ni un minuto con ningún mainstream por guapo y
encantador que sea. 05.57. Tengo que
aprender a controlarme, a observarme, y a afrontar la realidad tal como es, y a seguir lo establecido. Buff, ¡pero está tan poco en mi naturaleza!A los diez años yo ya era anti-sistema, recuerdo que discutía con mi profesora delante de toda la clase sobre cómo vivir fuera de la sociedad y me planteaba ya a esa edad, un nuevo sistema de creencia religiosa diferente de lo que me estaban enseñando. Mi profesora no sabía dónde meterse ni qué contestar, tan sólo se enfadaba conmigo y me ponía contra la pared. Si hay algo que me saca de quicio es que
me digan lo que tengo que hacer, eso sólo lo permito cuando estoy desnuda,
porque además me gusta. 06.09. Creo que necesito un cambio.
¡Eso es! con la vidilla que me dan a mí los cambios. Un viaje, ¡o muchos!, ¡o
dar la vuelta al mundo! Aunque para eso necesito tiempo y dinero. Me podría
tomar el año sabático que nunca me he tomado y viajar. Podría hacer el viaje a
la India que siempre he soñado y meditar en un ashram con un gurú. Mi vida tomaría un rumbo completamente
distinto, encontraría paz y dormiría mejor, ¡estoy segura!. 06.30. Maldito despertador, nunca falla, siempre tan exacto y puntual. Justo lo contrario a mí. No he
pegado ojo en toda la noche. Lo siento por mis compañeros de trabajo que me van a tener que aguantar. ¿Dónde están mis zapatillas de andar por casa?
Siempre que las busco no las encuentro, como si tuvieran vida propia... ¡Qué frío
está este suelo!. A ver cuándo lo cambio. No, ya está bien de fantasear con futuras ilusiones. Hay que afrontar la
realidad y tener los pies en el suelo, (aunque esté helado y quiera cambiarlo por una tarima de parquet). Esta es mi vida ahora. Tengo un suelo que parece sacado de un iglú y vivo sola porque me cuesta mantener una pareja estable, hay que aceptarlo. No puedo irme un
mes a la India y pretender que a mi vuelta todo haya cambiado. Si quiero paz la
tengo que buscar ahora, aquí descalza o en el medio del tráfico de la M-40 si
hace falta, pero no necesito irme a La India para sentirme mejor. Un mensaje al
whatsapp en verso que rima. Paciencia. Infinita paciencia para no contestar y mandarle a que se pierda muy lejos con un pareado. Voy a buscar un tapa-ojeras milagroso, un libro para leer en el metro y no enterarme de las miradas envidiosas, unas zapatillas de andar por casa, cultivar un producto ilegal, cambiar la sintonía de mi móvil, desengancharme de las redes sociales y un novio que me quiera. O algo que se le asemeje.
Beatriz Casaus 2013 ©
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