lunes, 10 de noviembre de 2025

La correa invisible

 “Las emociones son la guía del alma. Es una de las formas que la conciencia y el alma tienen de comunicarse. Si algo te hace sentir bien, estás en el camino correcto. Si algo te hace sentir mal, no sigas por ese camino aunque tu mente te diga lo contrario.” ("Quién eres tú y qué haces aquí. El libro de iO" de Jesús Yanes)


"Le temen al amor, porque crea un mundo que ellos, no pueden controlar." (George Orwell, en su libro "1984")




La correa invisible


El otro día, mientras paseaba a mi perrito Lolo, me di cuenta de algo que llegó a mí de forma fortuita y que me pareció una enseñanza preciosa. Hay momentos, cuando el camino está despejado y no se ve a nadie venir, en los que me gusta desatarle la correa y dejarle correr libre.

Verle moverse sin miedo, siguiendo su instinto, oliendo cada rincón como si fuera nuevo (aunque lo hayamos caminado cada día), me produce una emoción difícil de describir. Es una mezcla de ternura y una especie de alivio sereno de percibirle así de libre.

A veces, sin que yo le diga nada, él decide caminar a mi lado. Lo hace porque quiere, no porque deba. Camina junto a mí hasta que le apetece, y cuando siente el impulso, vuelve a alejarse para explorar, husmear o simplemente disfrutar de su independencia. Y en ese gesto, tan sencillo y tan natural, comprendí algo profundo sobre el amor.

Me di cuenta de que lo que sucede entre mi perro y yo se parece mucho a lo que busco en mis relaciones, ya sean de pareja, de amistad o incluso de familia. Yo no quiero amar desde la posesión, ni desde la necesidad de tener al otro atado a mí. Me gusta la libertad. Me gusta ver felices a quienes amo, plenos en su propia vida, aunque eso signifique que a veces toman caminos distintos o momentos de distancia.

Amo con locura a Lolo, lo amo como se ama a alguien que te ha enseñado a mirar la vida con ojos más limpios. Y lo mismo me pasa con las personas que quiero, pero sé que el amor verdadero no es retener, sino confiar. Que amar de verdad implica renunciar al control, al miedo, a ese impulso de asegurarse constantemente de que el otro “sigue ahí”.

El amor, cuando es auténtico, no necesita cadenas. No exige presencia constante ni vigilancia silenciosa. Quien te ama de verdad no necesita estar atado en corto: se queda porque quiere, porque su corazón ha elegido quedarse. Así como yo misma lo hago. Es paradójico comprobar, que cuanto más libertad y espacio das, más quieren estar a tu lado. Más muestran quererte, tenerte y estar a cada momento contigo. Porque lo que no se demanda, nace en el otro de forma genuina.

Creo que la felicidad y la libertad están profundamente unidas. Y esa libertad no significa desapego emocional o indiferencia, es todo lo contrario, pero de forma sana, se trata de madurez emocional. Comprender que nadie nos pertenece, y que la belleza de los vínculos está precisamente en su naturaleza cambiante, viva y humana.

Hay amores que se marchitan cuando se aprietan demasiado, y otros que florecen cuando se les da espacio para respirar. Por eso, amar, de verdad amar, es también saber soltar un poco. Es entender que el amor se fortalece cuando se confía, cuando se celebra la autonomía del otro, cuando uno se alegra de su vuelo en lugar de temer su distancia. No hay amor más grande que el de una madre hacia sus hijos. Y, sin embargo, llega un momento en que debe permitirles alejarse. Porque ese amor no se pierde nunca. Su forma más pura se expresa en la libertad que les concede. Y ese amor les impulsa. 

Así como Lolo, que corre libre y, aun así, vuelve siempre. Vuelve porque sabe que este vínculo no depende de una correa, sino de algo más profundo. De una conexión invisible hecha de respeto, ternura y libertad compartida. Y quizá eso sea, en el fondo, el verdadero amor: dejar ir… sabiendo que cuando se ama, nunca se va a ningún otro lugar que no sea estar a tu lado. 


De tanto amor


Yo solo quiero hablar de amor,

de esa materia inocente y prístina

que no se derrite 

de tanto usarla. 


En el epígrafe de vivir

hay un vacío 

que se siente cercano

de tanto que acompaña.


No me interesa vivir

sino es de la mano de un otro 

que me la ofrece y que creo mía,

de tanto tenerla. 


El amor es baluarte 

de la verdadera religión,

esa que no juzga ni ciega las obras

por sus creencias,

de tanto tergiversarlas. 


Yo solo quiero hablar de amor,

del que se dobla cuando se da,

de tanto repartirlo. 


Pero no todos los que aman

saben hacerlo sin que duela,

de tanto reclamarlo.


Hay amores que nacen del hambre

y otros del asombro;

los primeros se devoran a sí mismos,

los segundos permanecen,

de tanto admirarlos. 


El amor también es una grieta

por donde se escapa la luz

y entra la sombra.

A veces cura,

de tanto sostenerla. 


Hay quien ama como quien reza,

sin saber si alguien escucha.

Y aún así el amor responde

de tanto creer en él.


Amar de verdad, amar,

es dejar que el otro exista sin ti,

sin insistir,

más allá del reflejo,

más allá del miedo,

más allá de la idea de “mío”.


Hacer crecer el amor dentro,

como un río que ensancha su cauce

y se desborda sin miedo

cada vez que aprende a fluir,

soltando su caudal,

de tanto nombrarlo.


Y aunque duela soltar,

aunque a veces duela 

y te hagas ceniza,

yo solo quiero hablar de amor,

de ese que no se agota,

de tanto practicarlo.


Recitar con el corazón,

para no manchar el alféizar 

de mi coherencia.

Es lo único a lo que aspiro:

amar, para no temer.


Porque el amor, cuando se da, 

se multiplica.



Beatriz Casaus 2025 ©






lunes, 3 de noviembre de 2025

La oportunidad para renacer


 “No sé lo que es no tener emociones profundas. Incluso cuando no siento nada, lo siento completamente.” (Sylvia Plath)




El 23 de octubre comenzó la tan temida y a la vez fascinante, temporada de Escorpio. Estamos ante semanas desafiantes en las que todo se siente con una intensidad fuera de lo común. Porque si hay una palabra que define a este signo, es precisamente intensidad. Bajo esta energía, nada pasa de puntillas. Se ama, se teme, se desea y se revela más. Es el inicio simbólico del descenso al inframundo. También tiene el potencial para ser un mes de alquimia interior. Dependerá de nosotros.  

Escorpio está regido por Plutón, el equivalente a Hades en la mitología griega, el conocido como dios del inframundo. Y esa es la clave para entender la vibración de esta etapa. Lo oculto sale a la superficie. Lo negado o reprimido pide ser visto, como diría Jung. Lo que evitamos por miedo al dolor, exige transformación. Escorpio rige el poder, el control, la sombra, la profundidad, el orgullo, el magnetismo personal, la muerte simbólica y el renacimiento. Si Libra buscaba armonía y diplomacia, Escorpio es brusco y viene a arrancar el velo. La cruda verdad sustituye a la verdad maquillada por Libra. Ante Escorpio no hay escapatoria. 

Y esta temporada no llegó sola. La comenzamos con un stellium histórico en Escorpio (Sol, Luna, Marte, Mercurio, Venus y Lilith). Una configuración tan atípica como explosiva: un auténtico cóctel molotov a nivel emocional y psicológico. Es el precipicio arquetípico: el lugar donde uno se enfrenta consigo mismo. O atraviesas la sombra, o la sombra te devora o te destruye, y si eres tan valiente como para cruzar tus profundidades, para mirar de frente tus miedos, tus obsesiones o tus heridas y no huir, la recompensa es el renacimiento, cual ave fénix. Pues esta energía aunque es la más difícil, otorga el mayor regalo. Si la superas, se crece exponencialmente. Lo difícil es precisamente, lo que eleva. 

Podemos hacer un paralelismo a través de la escena en la que Gandalf, en la película El Señor de los Anillos, desciende a las profundidades y libra la batalla más dura de su vida contra Balrog, un temido demonio en las Minas de Moria. Gandalf muere simbólicamente y renace convertido en Mago Blanco. Sufre su gran metamorfosis después de vencer a su mayor miedo. Ese es el camino escorpiano, morir para renacer más poderoso, más sabio y más auténtico. 

Y este momento habla precisamente de eso, de enfrentarnos a nuestra propia sombra, miedos más profundos y todo aquello que nos confronta. De Escorpio no se puede huir, pues estamos hablando de Plutón, su regente, que es un planeta tremendamente poderoso, aunque sea un planeta enano. 

Con Escorpio, las emociones están a flor de piel. Hablamos de una energía de opuestos, no de colores intermedios. Hablamos de blanco o negro, de día o noche. Escorpio no entiende de medias tintas, si quiere algo, lo quiere todo, si quiere a alguien, lo quiere todo de él. Por eso su lado oscuro, tiene que ver con la posesividad, el control, la manipulación, los celos, la envidia, la comparación, el odio, el rencor, la oscuridad, la venganza, el poder, la obsesión, el sexo sin control, la intensidad desmedida, los estallidos de ira. Por eso Escorpio es tan temido, porque en su sombra, rige emociones poco beneficiosas. Las que llevan a un individuo a vivir en un estado interno parecido al infierno, de ahí que El Hades en griego, era el infierno.


No olvidemos que Marte es también co regente de Escorpio junto con Plutón y que está en domicilio. Marte, planeta de la guerra y de la acción, en Escorpio puede explotar, da determinación y gran voluntad para conseguir lo que nos proponemos, pero también puede dar poco control de la violencia y la ira sino hay consciencia detrás que lo sostenga. 

Plutón no es una energía sencilla precisamente. Lo vimos en 2020 con la famosa conjunción Plutón–Saturno en Capricornio, activadora de crisis históricas como pandemias, guerras o colapsos sociales. Cuando Plutón actúa, nada permanece igual. Su función no es destruir por destruir, sino destruir lo que es falso, decadente o insostenible. 

Recordemos lo que pasó en 2020 con “el bicho”. Recuerdo la tardevieja del 31 de diciembre de 2019. Estaba con unas amigas celebrando, y entonces me preguntaron, como viene siendo habitual, cuál era mi pronóstico para el próximo año.  Vieron que me puse seria y les dije que no sería un año bueno o fácil, sino que iba a ser muy duro y que se produciría algo gordo que iba a cambiar todo. Las personas que me conocen, no están acostumbradas a que de mensajes pesimistas, así que no se lo podían creer. Me preguntaron si estaba segura y vaya que si lo estaba… 

Tres meses después me dieron la razón. Ocurrió la famosa y temida conjunción Plutón- Saturno en Capricornio que junto con Marte y Júpiter también haciendo conjunción, para cualquier persona que entienda de astrología y de astromundial sabe, que eso era un factor determinante de crisis muy severas. Esa misma configuración o parecida estaba presente cuando se dieron eventos catastróficos como la peste negra, la primera GM, la aparición del virus del sida…

Así que cuando hablamos de Plutón no hablamos de energías fáciles. Sin embargo, tal y como quiero recalcar, sólo lo difícil nos lleva a nuestro mayor crecimiento, así que es una energía poderosa para evolucionar, una vez superada, a nivel humano. El gran proceso alquímico. 


Lo que tengo claro es que los niños que hayan nacido estos días, con este stellium en Escorpio tan significativo, no pasarán desapercibidos. Tener Sol, Luna, Marte, Mercurio, Venus y Lilith en Escorpio otorga una energía potentísima, pero mal configurada, puede ser lo más peligroso con lo que te puedes topar. No me gustaría estar en la piel del enemigo de esos nativos. Ni de lejos. En positivo, serán personas que consigan lo que se propongan.


Conozco mucha gente con Luna en Escorpio, personas amadas por mí, que pasan verdaderos dramas en sus vidas por sus propias vidas emocionales. Es una energía difícil de gestionar tener la luna emplazada ahí, pues en astrología se dice que está en caída. Son famosas por vivir emociones profundas, memorias que no se olvidan jamás y heridas que tardan en cerrar o que nunca se cierran. Albergan resentimientos que pueden enquistarse si no se trabajan. 


La sombra de esa luna confiere personas que no olvidan, que viven en el rencor y pueden tener sentimientos de venganza. Además son obsesivos y siempre viven en su herida emocional. No pueden pasar página y si lo hacen, se guardan ante los demás lo que verdaderamente sienten. Son muy celosos de compartir sus emociones, o vida privada con quien no sea parte de su círculo más íntimo y a veces, ni con ellos. Pueden odiar en silencio.


Si a esta posición le añadimos Mercurio y Venus en Escorpio, además de la Luna, estamos ante personalidades con una marcada tendencia a la intensidad emocional, que puede manifestarse en forma de posesividad, celos, envidia, obsesión y deseo de control. Son personas perceptivas, sibilinas y estratégicas, capaces de moverse con sigilo y leer entre líneas con inquietante precisión. Cuando se sienten amenazadas, pueden convertirse en enemigos temibles, porque vigilan desde la sombra, analizan cada movimiento y esperan el momento exacto para clavar su aguijón. Personalmente, no me gustaría implicarme en una relación sentimental con alguien que tuviera esta configuración: me resultaría asfixiante. Eso sí, la lealtad que poseen es indiscutible, aunque yo prefiero una lealtad nacida de la confianza y la libertad, no del control ni la obsesión.  


Así que si a la Luna, Mercurio y Venus en Escorpio, le añadimos el Sol, Marte y Lilith, ya no tengo registro alguno del tipo de persona que puede ser. Hablamos de un perfil psicológico potentísimo: capaz de logros extraordinarios o de autodestrucción, si la sombra gobierna al yo. Escorpio es poder. Cómo se use ese poder, ya es otra historia.

Lo que sí tengo claro es que su fuerza de voluntad será férrea, así como su capacidad extenuante de concentración, enfoque y focalización. Pero puede ser tremendamente peligrosa o dominada por las peores pasiones del ser humano. E incluso si está mal aspectada, podría ser malvada o cruel. 


Mal configurado, también tiene que ver con la brujería y las malas artes. No es de extrañar que personas con varios planetas en este signo, como he citado antes, hagan uso de estas energías de baja vibración para conseguir sus propósitos. Lo que quizá desconocen es que todo lo que hacemos o enviamos hacia otra persona, tarde o temprano se devuelve multiplicado a quien lo envía. El uso de ese mundo es muy perjudicial para quien lo realiza así como para quien lo encarga. Lo más conveniente es estar lo más alejado de esas energías, no usarlas jamás y enfocarse solo en Dios. 

No es casualidad que en esta época se celebre el Día de los Muertos en México el uno y dos de noviembre. Escorpio rige el final de los ciclos, lo que está bajo la superficie, la psicología, los misterios, el tabú, lo oculto, lo esotérico y lo que debe morir simbólicamente para que algo nuevo pueda nacer.  Rige la muerte y todo lo relacionado con ella, por eso precisamente durante su temporada se festeja Halloween, (en otro post hablaré de mi opinión personal sobre esta fiesta pagana) Tiene interés por indagar y va hasta el fondo de todo. Son personas con gran profundidad, interesadas en temas esotéricos o espirituales. Pueden tener mentes detectivescas. Les interesa la psicología, para llegar a la profundidad de la psique de las personas. Por eso muchos escorpio son psicólogos. 

Esta temporada trae una consigna clara: soltar, purificar, cortar, exponer la verdad, renacer.  En fin, estamos ante una temporada poderosa, con gran potencial para la purga y el dejar atrás lo que no sirve. Escorpio obliga a soltar y no lo hace de forma suave como lo haría Libra. Escorpio te dice “o sueltas, o te hago soltar yo”,  sin anestesia. Muestra la cruda realidad tal y como es. 

Si tuviera que describir esta energía con imágenes, sería con el universo estético de las películas de Tim Burton, o con la moda siniestra. Eso describe bien el arquetipo escorpiano. Que tiene que ver con el color negro o tonos oscuros, una belleza oscura, profundidad emocional, sombras, oscuras obesiones… 

No será un tránsito suave. Pero sí será valioso, poderoso y necesario. Es tiempo de limpiar, de mirar hacia dentro, de dejar morir viejas pieles, de enfrentar lo que duele… y de salir más libres.

Que tengas una temporada de Escorpio reveladora, profunda y transformadora. Nos vemos después de la metamorfosis.

Un abrazo.



Beatriz Casaus 2025 ©






jueves, 23 de octubre de 2025

Perdón es mi palabra favorita


“El que culpa a los demás, tiene un largo camino por recorrer en su viaje. El que se culpa a sí mismo, está a medio camino. El que no culpa a nadie, ha llegado.” (Proverbio chino)

“Vincit qui se vincit” (“Vence el que se vence, o vence aquel que se vence a sí mismo” (Proverbio en latín)

“El guerrero más poderoso es aquel que logra vencerse a sí mismo.” (Nezahualcóyotl)




¿No os pasa también que enseguida reconocéis cuándo una persona es hijo único y cuándo no, o cuando una persona se trabaja a sí misma y cuando no? yo lo cato rápidamente. En general, qué fácil es reconocer a ciertas personas... 

Se distingue fácilmente a quien ha crecido creyéndose el centro, a quien actúa desde el egoísmo, el egocentrismo o incluso el narcisismo. Son los mismos que siempre desvían la responsabilidad, que viven quejándose del otro y que poco se detienen a mirar su parte. Personas sin conciencia del otro, incapaces de ver el impacto que generan más allá de su propio ombligo.

La mayoría de las personas no son autoconscientes y tampoco desean serlo. No quieren saber en qué han hecho daño, cómo están actuando en determinadas situaciones ni qué podrían mejorar. Eso sería un golpe a su ego herido y darle la razón al otro. 

Son ese tipo de personas que necesitan hacer que la otra persona sea “el problema” para no tener que hacerse cargo de la incomodidad de mirarse a sí mismos, si lo es el otro, ellos ya no. 

Vivir así es como vivir en la sombra, proyectando las heridas y sin saber realmente qué está pasando. Hay gente que simplemente no quiere hacerlo. Por eso, tal y como dice el psicólogo Tomás Navarro en su artículo escrito en el periódico ABC, “Algunas personas van al psicólogo porque quien debería hacerlo, no lo ha hecho.”

Cada uno vive su propio proceso, y eso está bien. Hay que respetar los tiempos, los ritmos y la etapa evolutiva de cada quien. Sin embargo, este camino se vuelve más duro para quienes nos damos cuenta, quienes estamos preparados o predispuestos para pedir perdón, para cambiar, para reconocer errores y atravesar nuestros sentimientos. 

Las interacciones son recíprocas, nunca van en una sola dirección. Por eso prefiero hablar de responsabilidad y no de culpa. Ambos lados participan y se influencian recíprocamente. A veces hacemos daño sin darnos cuenta, nadie está exento, no ha tenido una vida perfecta ni libre de heridas ni traumas. Otra cosa es que lo reconozcan. Precisamente por eso es tan importante tomar conciencia. Para no seguir repitiendo lo que alguna vez nos lastimó.

Para la mayoría es más fácil permanecer en el orgullo y evitar el reconocimiento del error. Sin auto observación ni autocrítica no llegaremos lejos. Así, huyen de la responsabilidad, sostienen sus patrones y su necesidad de control. Viven sin responsabilidad afectiva, exigiendo a los demás lo que no encuentran dentro, convencidos de que el mundo les debe algo. La culpa siempre es del otro. La victimización se convierte en refugio. Y entonces usan el archiconocido “es que tú me hiciste”...

En vez de observarse y hacer autocrítica, se esconden de su vulnerabilidad. Su ego les impide colocarse al mismo nivel humano que los demás, porque necesitan sentirse por encima. Prefieren permanecer en la sombra antes que limpiarla. Y desde ahí, viven en su herida narcisista.

En serio, qué difícil es encontrarse a personas comprometidas con su propia evolución y qué fácil es encontrarse a personas que no hacen examen de conciencia. Las consultas de psicólogos están llenas de aquellos que sufren a los que no se trabajan y que son, paradójicamente, los que precisamente más necesitan terapia. 

Rodearse de personas que se hacen cargo y que piden perdón es sencillamente maravilloso. Para mí la palabra perdón es una de mis palabras favoritas y no me canso de usarla las veces que haga falta, con total honestidad al decirla. La verdadera fortaleza está en quienes reconocen su sombra y heridas y deciden hacer el trabajo. Esa es la gente que sana. 

A continuación un escrito que va sobre esto. Y un poema sobre el perdón. 

Un abrazo.


Los que no miran


Hay quienes caminan por la vida, sin mirarse nunca dentro, con el pecho hueco y el dedo siempre apuntando afuera… 

Se creen el centro del mapa, como si el mundo fuese un espejo que solo refleja su sombra. Sin escuchar. Sin sentir. Sin detenerse. 

Desvían la culpa como quien patea una piedra en el camino, incapaces de sostener el peso de su propio error. 

Viven sin conciencia del otro. 

Sin temblar ante el daño que provocan. 

Sin abrir la grieta necesaria por donde entra la responsabilidad. 

No solo respirar es una responsabilidad. También lo es cómo tratamos a los demás. 

Yo ya los reconozco a distancia. La edad otorga esa especial clarividencia. 

Sin embargo, yo sigo mi camino, porque mi batalla es conmigo. No estoy en contra de nadie. 

Mi lucha personal es con mi sombra, con mis huesos, con mis sentimientos. 

Prefiero la herida consciente a la paz de los dormidos. 

Prefiero quitarme la china del zapato a seguir andando con ella. 

Prefiero arder durante un tiempo antes que permanecer intacta y vacía.

Ser obcecada pensando que tengo la razón. ¡Eureka! resulta que la mayoría de las veces, no la tengo. 

 Prefiero ser capaz de reconocerme como parte del daño y no solo la víctima. 

Yo también he hecho daño. Y me he hecho daño. No me siento orgullosa de ello. 

Prefiero verme con la misma claridad con la que veo a los demás. 

Elijo seguir viendo, aunque duela, para no convertirme en lo que me hirió. 


Beatriz Casaus 2025 ©



Perdón es mi palabra favorita


¿Lo escucháis? 

Ese susurro que llega cuando el silencio 

se instala en una palabra 

y termina habitándola.


El silencio es mi conversación favorita. 

Y el perdón,

mi palabra favorita. 

Pocos la pronuncian 

dejándose derretir en su significado.

A mí, cuando la digo,

se me ensancha el pecho

y estoy segura que el corazón 

se hace más grande. 

Caen las máscaras,

y solo queda lo genuino. 


Quisiera llevarla pegada a los labios,

para que mi boca la pronuncie

sin miedo

ni orgullo.


Qué ingenuo el que cree 

que no hace falta decirla,

si es la única palabra 

capaz de acercar orillas,

tender puentes, 

curar distancias,

sanar…

conceder al ser humano

su acto más sublime:

Perdonar. 


El perdón nos abre,

nos ensancha,

y finalmente

nos devuelve a la paz.




Beatriz Casaus 2025 ©




jueves, 9 de octubre de 2025

Y sin embargo, fuimos

 “No eran amantes, no eran novios y tal vez no eran amigos. Pero siempre fueron el uno para el otro.” (Mario Benedetti)

“Nadie podría llegar a ti, excepto aquel que lleve en su alma, algo de la tuya.” (Rumi)

“¿Quién, siendo amado, es pobre?” (Oscar Wilde)


Estamos en el mes de Libra, y este es mi particular homenaje a su energía. La conozco bien, porque tengo el ascendente ahí, en conjunción con mi Venus, que también se encuentra en Libra, aunque escondido en la misteriosa casa XII. 

Esa influencia de la casa XII tiñe su energía con una especial inclinación hacia las personas que sufren, la espiritualidad, la sensibilidad, la atracción hacia lo invisible, la compasión, la intuición... En mí, Libra se vive con profundidad, con alma y con una estética que trasciende lo meramente físico, pues la belleza interior es la que de verdad cuenta. Tanto, que me inclino a rodearme de personas que tienen buen corazón porque lo que más valoro es la bondad.  

Libra, por naturaleza, es el signo que rige la justicia y el equilibrio. Su símbolo es literalmente una balanza (y no por casualidad). Por eso se les reconoce por su búsqueda de lo justo, el término medio y su eterna indecisión. Antes de tomar una decisión, Libra pesa todas las opciones, consulta con sus seres queridos pidiéndoles consejo y finalmente decide… aunque siga dudando. 

Su elemento es el aire, por eso son grandes conversadores y tienen don de gentes. Les encanta socializar, suelen ser encantadores y se desarrollan muy bien en el mundo de las ideas y la palabra. Necesitan estímulos intelectuales para estar satisfechos en sus relaciones. Este signo también gobierna la diplomacia, la armonía y se les reconoce por ser los mejores anfitriones. Al ser un signo cardinal, quiere decir que inician las estaciones del año, en su caso el otoño en el hemisferio norte, suelen ser iniciadores, líderes, aunque en ocasiones pueden ser mandones.

Está regido por el planeta Venus, de ahí que rija la belleza, el arte, la estética, la elegancia y el buen gusto. Tienen un sentido innato del estilo, así como de cuidar la imagen. En mi caso, no solo cuido la mía, sino también la de los demás. Soy, sin quererlo, personal shopper, estilista, y asesora de imagen de mi pareja, de mi hermana y de alguna amiga que se ha dejado convencer. Me fascina hacerle un glow up a la gente. Ver cómo se transforman cuando descubren su mejor versión y ganan confianza. Adoro ver a la gente bella. Más bella aún de lo que ya es.

Sin embargo, como tengo Luna en Aries, me gusta ser autosuficiente e independiente, por eso aprendí a maquillarme, peinarme y vestirme por mi cuenta, porque eso de depender de alguien… ni para el delineado perfecto. 

Ahora bien, toda luz tiene su sombra, y Libra no se libra (valga el juego de palabras). Su parte menos luminosa puede caer en la superficialidad, en el interés, en el deseo constante de agradar y complacer o en la tendencia a perderse en el otro. Libra es el signo del matrimonio, de las relaciones, de los acuerdos y del “tú”, mientras que su opuesto, Aries, que representa el “yo” es su perfecto complementario. Por eso, Libra busca el equilibrio entre ambos, no olvidarse de sí mismo mientras busca la armonía con los demás.

También hay que decirlo y os voy avisando que Libra tiene fama de coqueto y vanidoso. Le encanta el flirteo y el arte de la conquista en el amor. Muchos incluso, la consideramos la energía más infiel del zodiaco. No tiene por qué ser todos los que tienen el Sol en Libra, pero quizá sí algún emplazamiento o varios en este signo o la casa VII. Y sí, suelen ser grandes amantes. No hay más que mirar a Julio Iglesias (Libra de pura cepa) para entender de qué energía estamos hablando.

En su versión más elevada, Libra encarna la paz. Un ejemplo de ello es Gandhi, un Libra puro quien con su movimiento pacifista de la “no violencia”, consiguió la independencia de su país, la India, sobre Inglaterra. Otro ejemplo de la energía elevada de Libra fue John Lennon, quien personificó la belleza del arte a través de la música, siendo el autor del gran “Imagine”. Lennon, soñaba con un mundo mejor y lo defendía a través de sus ideales. Como era un típico Libra, experimentó su particular simbiosis con el otro, mediante el amor que le profesó a Yoko Ono (Acuario, ambos tremendamente compatibles),  ya que Libra no concibe la vida sin el amor de pareja. También Oscar Wilde, encarnó a la perfección la energía Libra, a través de la escritura, el teatro y la poesía. Aquí en España, Antonio Gala sería un digno representante de lo mismo.

Como me gusta aclarar siempre, hay que señalar que no todos los nativos del signo tienen las características que he descrito, pues habría que mirar todo el compendio de su carta astral en conjunto. Solo me he enfocado en la energía o el arquetipo a rasgos generales. Así que quedémonos con su luz y celebremos este mes con equilibrio, amor, elegancia y mucho arte. Es un buen momento para socializar y disfrutar de la vida. Toda energía venusiana habla mucho del disfrute y el goce. Así que, a disfrutar, pero no solo este mes... sino hoy y siempre.

A continuación, os dejo con un poema mío que trata sobre esos amores que no se vivieron. Es la historia de una conexión invisible, que trasciende las circunstancias. Un homenaje a lo que fue sin ser, y sin embargo… fue.

¡Un abrazo!

A 183cm del suelo (10 cm de tacón incluidos)

Y sin embargo, fuimos


Se detiene
una grieta en el tiempo,
escondida en el ombligo
de la horizontalidad de la noche.

Se te quedó un suspiro aquí,
entre tu pecho y el mío,
y aún lo albergo en la garganta.
Parece que quiere salir
como gemido,
y sin embargo, es un poema.

No se le puede llamar amor
a lo que llega demasiado pronto,
o demasiado tarde,
pero sin embargo, lo es.

Fuiste cómplice de mi silencio;

hasta el aire se quedó quieto

al mirarte.

Hubo algo sagrado en ese instante inerte,

fuimos náufragos en el otro

para no rompernos.

No fuimos,

y sin embargo, fuimos. 

Los buenos corazones se van sin molestar.
Se disuelven con la misma suavidad
con la que llegaron.
Llevan intacto el amor que trajeron
para esparcirlo
en otros campos más fértiles.
No reconocieron su amor,
y sin embargo, amaron.

Hay una geometría del alma
para que dos personas se conozcan
por aparente azar,
una trama invisible
que nos teje antes de sabernos.
Y sin embargo, ya nos conocíamos.

Hay también un calendario secreto,
revelado solo a los que sienten,
para sorprender a los incrédulos,
a aquellos que parecen no estar listos,
y sin embargo, lo están.

Estás en un punto de no retorno.
No alcanzo a mantenerte en mi memoria;
prefiero no recordarte si vas a doler.
Mejor, duele donde se te vea,
para que el viento mueva tus palabras perdidas,
a ver si otros las encuentran
y entienden que, sin embargo, yo las guardé.

No hicimos camino juntos

pero el deseo llegó igual,

atravesó nuestros cuerpos

sin saber juntar los pies.

No andamos,

pero sin embargo, llegamos. 

Te escondes
en las profundidades de un reloj
que no solo cuenta las horas,
sino los momentos que no fueron
y, aun así, existen.

Hay que ser muy cobarde
para no esperarte más,
y muy valiente para hacerlo.
No es de héroes marcharse,
pero sin embargo, me fui.

Perdí la escalera
que subía a tu casa;
la dibujé sobre un árbol sin ramas.
No me sé tu danza desnuda,
y sin embargo, la bailo.

Y aunque el tiempo se rinda
y la vida siga su guión sin pausa,
sé que hay algo en ti que aún me llama,
y sin embargo, no iré.

Lo que no pudo ser,

sin embargo,  


                          fue. 



Beatriz Casaus 2025 ©