jueves, 9 de octubre de 2025

Y sin embargo, fuimos

 “No eran amantes, no eran novios y tal vez no eran amigos. Pero siempre fueron el uno para el otro.” (Mario Benedetti)

“Nadie podría llegar a ti, excepto aquel que lleve en su alma, algo de la tuya.” (Rumi)

“¿Quién, siendo amado, es pobre?” (Oscar Wilde)


Estamos en el mes de Libra, y este es mi particular homenaje a su energía. La conozco bien, porque tengo el ascendente ahí, en conjunción con mi Venus, que también se encuentra en Libra, aunque escondido en la misteriosa casa XII. 

Esa influencia de la casa XII tiñe su energía con una especial inclinación hacia las personas que sufren, la espiritualidad, la sensibilidad, la atracción hacia lo invisible, la compasión, la intuición... En mí, Libra se vive con profundidad, con alma y con una estética que trasciende lo meramente físico, pues la belleza interior es la que de verdad cuenta. Tanto, que me inclino a rodearme de personas que tienen buen corazón porque lo que más valoro es la bondad.  

Libra, por naturaleza, es el signo que rige la justicia y el equilibrio. Su símbolo es literalmente una balanza (y no por casualidad). Por eso se les reconoce por su búsqueda de lo justo, el término medio y su eterna indecisión. Antes de tomar una decisión, Libra pesa todas las opciones, consulta con sus seres queridos pidiéndoles consejo y finalmente decide… aunque siga dudando. 

Su elemento es el aire, por eso son grandes conversadores y tienen don de gentes. Les encanta socializar, suelen ser encantadores y se desarrollan muy bien en el mundo de las ideas y la palabra. Necesitan estímulos intelectuales para estar satisfechos en sus relaciones. Este signo también gobierna la diplomacia, la armonía y se les reconoce por ser los mejores anfitriones. Al ser un signo cardinal, quiere decir que inician las estaciones del año, en su caso el otoño en el hemisferio norte, suelen ser iniciadores, líderes, aunque en ocasiones pueden ser mandones.

Está regido por el planeta Venus, de ahí que rija la belleza, el arte, la estética, la elegancia y el buen gusto. Tienen un sentido innato del estilo, así como de cuidar la imagen. En mi caso, no solo cuido la mía, sino también la de los demás. Soy, sin quererlo, personal shopper, estilista, y asesora de imagen de mi pareja, de mi hermana y de alguna amiga que se ha dejado convencer. Me fascina hacerle un glow up a la gente. Ver cómo se transforman cuando descubren su mejor versión y ganan confianza. Adoro ver a la gente bella. Más bella aún de lo que ya es.

Sin embargo, como tengo Luna en Aries, me gusta ser autosuficiente e independiente, por eso aprendí a maquillarme, peinarme y vestirme por mi cuenta, porque eso de depender de alguien… ni para el delineado perfecto. 

Ahora bien, toda luz tiene su sombra, y Libra no se libra (valga el juego de palabras). Su parte menos luminosa puede caer en la superficialidad, en el interés, en el deseo constante de agradar y complacer o en la tendencia a perderse en el otro. Libra es el signo del matrimonio, de las relaciones, de los acuerdos y del “tú”, mientras que su opuesto, Aries, que representa el “yo” es su perfecto complementario. Por eso, Libra busca el equilibrio entre ambos, no olvidarse de sí mismo mientras busca la armonía con los demás.

También hay que decirlo y os voy avisando que Libra tiene fama de coqueto y vanidoso. Le encanta el flirteo y el arte de la conquista en el amor. Muchos incluso, la consideramos la energía más infiel del zodiaco. No tiene por qué ser todos los que tienen el Sol en Libra, pero quizá sí algún emplazamiento o varios en este signo o la casa VII. Y sí, suelen ser grandes amantes. No hay más que mirar a Julio Iglesias (Libra de pura cepa) para entender de qué energía estamos hablando.

En su versión más elevada, Libra encarna la paz. Un ejemplo de ello es Gandhi, un Libra puro quien con su movimiento pacifista de la “no violencia”, consiguió la independencia de su país, la India, sobre Inglaterra. Otro ejemplo de la energía elevada de Libra fue John Lennon, quien personificó la belleza del arte a través de la música, siendo el autor del gran “Imagine”. Lennon, soñaba con un mundo mejor y lo defendía a través de sus ideales. Como era un típico Libra, experimentó su particular simbiosis con el otro, mediante el amor que le profesó a Yoko Ono (Acuario, ambos tremendamente compatibles),  ya que Libra no concibe la vida sin el amor de pareja. También Oscar Wilde, encarnó a la perfección la energía Libra, a través de la escritura, el teatro y la poesía. Aquí en España, Antonio Gala sería un digno representante de lo mismo.

Como me gusta aclarar siempre, hay que señalar que no todos los nativos del signo tienen las características que he descrito, pues habría que mirar todo el compendio de su carta astral en conjunto. Solo me he enfocado en la energía o el arquetipo a rasgos generales. Así que quedémonos con su luz y celebremos este mes con equilibrio, amor, elegancia y mucho arte. Es un buen momento para socializar y disfrutar de la vida. Toda energía venusiana habla mucho del disfrute y el goce. Así que, a disfrutar, pero no solo este mes... sino hoy y siempre.

A continuación, os dejo con un poema mío que trata sobre esos amores que no se vivieron. Es la historia de una conexión invisible, que trasciende las circunstancias. Un homenaje a lo que fue sin ser, y sin embargo… fue.

¡Un abrazo!

A 183cm del suelo (10 cm de tacón incluidos)

Y sin embargo, fuimos


Se detiene
una grieta en el tiempo,
escondida en el ombligo
de la horizontalidad de la noche.

Se te quedó un suspiro aquí,
entre tu pecho y el mío,
y aún lo albergo en la garganta.
Parece que quiere salir
como gemido,
y sin embargo, es un poema.

No se le puede llamar amor
a lo que llega demasiado pronto,
o demasiado tarde,
pero sin embargo, lo es.

Fuiste cómplice de mi silencio;

hasta el aire se quedó quieto

al mirarte.

Hubo algo sagrado en ese instante inerte,

fuimos náufragos en el otro

para no rompernos.

No fuimos,

y sin embargo, fuimos. 

Los buenos corazones se van sin molestar.
Se disuelven con la misma suavidad
con la que llegaron.
Llevan intacto el amor que trajeron
para esparcirlo
en otros campos más fértiles.
No reconocieron su amor,
y sin embargo, amaron.

Hay una geometría del alma
para que dos personas se conozcan
por aparente azar,
una trama invisible
que nos teje antes de sabernos.
Y sin embargo, ya nos conocíamos.

Hay también un calendario secreto,
revelado solo a los que sienten,
para sorprender a los incrédulos,
a aquellos que parecen no estar listos,
y sin embargo, lo están.

Estás en un punto de no retorno.
No alcanzo a mantenerte en mi memoria;
prefiero no recordarte si vas a doler.
Mejor, duele donde se te vea,
para que el viento mueva tus palabras perdidas,
a ver si otros las encuentran
y entienden que, sin embargo, yo las guardé.

No hicimos camino juntos

pero el deseo llegó igual,

atravesó nuestros cuerpos

sin saber juntar los pies.

No andamos,

pero sin embargo, llegamos. 

Te escondes
en las profundidades de un reloj
que no solo cuenta las horas,
sino los momentos que no fueron
y, aun así, existen.

Hay que ser muy cobarde
para no esperarte más,
y muy valiente para hacerlo.
No es de héroes marcharse,
pero sin embargo, me fui.

Perdí la escalera
que subía a tu casa;
la dibujé sobre un árbol sin ramas.
No me sé tu danza desnuda,
y sin embargo, la bailo.

Y aunque el tiempo se rinda
y la vida siga su guión sin pausa,
sé que hay algo en ti que aún me llama,
y sin embargo, no iré.

Lo que no pudo ser,

sin embargo,  


                          fue. 



Beatriz Casaus 2025 ©







martes, 7 de octubre de 2025

Surfear las emociones

“En nosotros existe un río de sentimiento en el que cada gota de agua es un sentimiento diferente y en el que cada sentimiento necesita de todos los demás para existir. Para observarlo, basta con sentarnos a la orilla del río e identificar cada sentimiento a medida que sale a la superficie, avanza con la corriente y desaparece.” (Thich Nhat Hahn)



Hoy es luna llena, y como toda luna llena que se precie, es un día que intensifica las emociones. Hay mucha carga emocional en el ambiente y estamos más sensibles; algunos incluso pueden sentirse desbordados. Lo mejor, entonces, no es rechazar las emociones, sino abrazarlas y aceptarlas. Resistirse solo genera más conflicto. Rechazar una emoción la convierte en un catalizador que desestabiliza aún más.

Las emociones, como muestra la fotografía que acompaña este texto, pueden parecerse a las olas. Quiero utilizar este símil para hacerme entender. Algunas emociones son pequeñas, apenas un leve chapoteo en los tobillos, pero otras, pueden llegar con la fuerza de un tsunami. Sin embargo, el problema no es la ola en sí, sino que muchas veces creemos que somos la ola. Nos identificamos tanto con el miedo, la rabia, la tristeza o incluso con la alegría, que olvidamos que en realidad somos el océano completo: un océano infinito, eterno, que simplemente permite que las olas aparezcan, se eleven, rompan y vuelvan a disolverse.

Cuando nos creemos la ola, sufrimos. Nos enredamos en pensamientos saboteadores e incluso autodestructivos. Pero cuando recordamos que solo estamos experimentando una emoción, como quien observa una nube pasar o escucha una canción que tarde o temprano termina, la percepción cambia. Dejamos de luchar contra ella y, en su lugar, sacamos nuestra tabla de surf interior.

Surfear las emociones no significa ignorarlas ni reprimirlas, sino que implica observarlas, transitarlas y permitir que pasen, montándonos en ellas con la conciencia de que, aunque parezcan gigantescas, ninguna dura para siempre. Y al otro lado, siempre nos espera la calma del mar abierto. La clave está en recordar que tú no eres la emoción que estás transitando. Tú eres ese ser eterno que observa. Eres el surfista, no la ola. 

El ser humano no es solo racional, también es profundamente emocional. Nuestra naturaleza está regida por un intelecto y por un cuerpo emocional con el que aprendemos a navegar cada día. Sin embargo, hemos aprendido a esconder nuestras emociones porque se considera que es mejor ser fríos y racionales, pero esa represión interna puede derivar en enfermedades. De hecho, hay estudios que demuestran que gran parte de las dolencias físicas tienen su origen en conflictos emocionales no resueltos. Así lo sostiene, por ejemplo, la medicina germánica. 

También, el doctor Mario Alonso Puig, de quien soy admiradora, explica que las emociones negativas, como el estrés, la ira o el miedo, pueden provocar enfermedades al desencadenar procesos bioquímicos que dañan el cuerpo, mientras que las emociones positivas, como la alegría o la compasión, lo protegen. Según él, las emociones incluso pueden modular los genes. Es decir, las emociones pueden determinar nuestra salud en última instancia. Por lo que para cuidarse, también hemos de cuidar aquello que pensamos y sentimos. 

Yo me considero una persona PAS (Persona Altamente Sensible) y os aseguro que transitar por un mundo como este, con el grado de sensibilidad que albergamos las personas como yo, es un auténtico reto. Sin embargo, he aprendido varios trucos a base de mucho esfuerzo, autoconocimiento y aprendizaje que me han ayudado bastante. Lo más importante es dejarse sentir. No hay que forzarse a no sentir lo que se sienta. Si estás atravesando un duelo, una decepción, tristeza, rabia o cualquier otra emoción, permítete sentirla. Todo aquello que negamos se vuelve más fuerte.

Al permitirnos sentir, somos capaces de transitar las aguas profundas de las emociones con un chaleco salvavidas: ese conocimiento de saber que nosotros no somos ese sentimiento que estamos experimentando, sino que simplemente lo estamos atravesando. Si adoptamos esa perspectiva de observador, dejamos de identificarnos con nuestras emociones.

Es cierto que cada persona tiene una personalidad distinta, y que algunas sienten las cosas de manera más intensa o diferente que otras. Hay quienes se acercan más a emociones como la ira, la rabia o la tristeza, por ejemplo. Pero si esa persona toma consciencia de que no es su tendencia emocional, en ese instante deja de estar dominada por ella. Siempre que nos hacemos conscientes de nuestros propios patrones, nos volvemos más poderosos, porque de algún modo los sanamos. Somos espectadores de nuestras emociones, las transitamos para poder trascenderlas.

Otro truco que intento utilizar es darme cuenta de que, según lo que pienso, genero unas emociones u otras. Si pienso en cosas positivas, me sentiré mejor; si pienso en algo negativo, me sentiré peor. En última instancia, todo pensamiento es solo eso: un pensamiento. Hay personas que tienden a pensamientos muy negativos, y cuando se dan cuenta de este simple pero revelador detalle, su vida cambia. Si alguien tiene un pensamiento suicida, por ejemplo, el hecho de comprender que aquello es solo un pensamiento, le aleja del bucle emocional que ese pensamiento conlleva. Darse cuenta de que incluso lo peor que podamos llegar a pensar es únicamente un pensamiento, le resta carga emocional y nos devuelve la calma.

En fin, somos seres humanos, no hacedores humanos. Y como tales, nuestra esencia es ser, y para ser, hay que permitirse sentir. En ese ser también habitan las emociones. Aprender a vivir con ellas, tomarlas de la mano y aceptarlas, nos vuelve más conscientes. Elegir deliberadamente albergar una mayor cantidad de emociones positivas, como el amor, la amistad, la paz, la alegría, la compasión o la empatía, nos hace sentir mejor, y en definitiva, nos permite llevar una vida más armónica, tanto para nosotros mismos como para quienes nos rodean.

Al final, la vida no se trata de evitar las olas, sino de aprender a surfearlas.


Beatriz Casaus 2025 ©





viernes, 26 de septiembre de 2025

Techo de cristal

"El alma libre se reconoce porque no se arrodilla ante la opinión publica ni busca aprobación; sabe que su única ley es su propia coherencia." (Friedrich Nietzsche)

"La mejor venganza es no ser como tu enemigo." (Marco Aurelio)

El otro día fui a ver El Cautivo, la última película de Alejandro Amenábar, acompañada por una brillante y apasionada filóloga hispánica, y la disfruté enormemente. La cinta recrea los cinco años de cautiverio que Cervantes padeció en Argel, un episodio de su vida que sigue siendo desconocido para la mayoría. No termino de comprender la controversia que ha despertado sobre si fue o no homosexual; lo verdaderamente relevante es que la película resalta su brillante ingenio, su genialidad, así como su valor y su honor.

Y, como no podía ser de otra manera, su carisma despertó envidias, tal y como suele ocurrir con los grandes espíritus. Así le sucedió con el personaje de Blanco de Paz, que trató de manchar su nombre con acusaciones malintencionadas. Pero como todo en la vida, la verdad siempre termina saliendo a la luz y la justicia acaba por imponerse: sin ánimo de hacer spoiler, fueron sus propios compañeros de cautiverio quienes firmaron un documento que exculpaba a Cervantes de todas las calumnias, dejando constancia de su honor y de la nobleza de su carácter.

Durante su vida, Miguel de Cervantes también padeció la rivalidad con Lope de Vega, lo cual es uno de los episodios más fascinantes del Siglo de Oro español (esto no aparece en la película porque ésta se basa solo en el episodio de su cautiverio). Mientras Lope de Vega fue un auténtico fenómeno literario y gozó en vida de enorme popularidad, Cervantes, en cambio, fue más lento y reflexivo. Publicó menos, y su vida estuvo marcada por dificultades económicas y personales. Pero en su obra, especialmente en Don Quijote de la Mancha, alcanzó una profundidad única, que ningún otro autor logró igualar.

Mientras Lope entretenía con su teatro, Cervantes retrataba la condición humana con ironía, ternura y crítica social. Se burlaba de los falsos valores, denunciaba la injusticia, la corrupción de la época, el clasismo y exaltaba virtudes como la honradez, la humildad y el honor verdadero. 

Cervantes sufrió los ataques y la enemistad de su contemporáneo quien llegó a mofarse de él llamándole “viejo” y “mal poeta”, acusándolo por no triunfar en el teatro. Cervantes, sin embargo, respondió siempre con elegancia, nobleza y fina ironía.

Aunque Lope de Vega tuvo más éxito inmediato y popularidad, Cervantes fue muy superior a todos los niveles en su obra: profundidad psicológica, crítica social, universalidad de su mensaje (en eso Shakespeare se le parece) y exaltación de los valores más nobles del ser humano. Y, pese a la oposición que tuvo que soportar, su legado se convirtió en eterno.

Es también esencial remarcar que, por fin, se lleve al cine una producción dedicada a la figura más trascendental de la literatura universal. Lo que no tengo claro aún es qué me fascinó más: si la película en sí o la posterior exposición que me regaló mi querida filóloga, de la cual aprendí muchísimo sobre la vida y la obra de Cervantes. 

Y, sobre todo, me inspiró recordar que Cervantes escribió Don Quijote en su etapa de madurez tardía, a los 57-58 años. Lo que es un recordatorio poderoso de que nunca es tarde para crear ni para soñar. :)

Estoy segura que en la vida de muchos, también han tenido que enfrentar la envidia (hay personas que envidian incluso tu esencia). Siempre he creído que la mejor forma de responder a ella, o a cualquier conducta tóxica, no es combatirla, porque al hacerlo uno termina rebajándose a ese mismo nivel, sino ignorarla. Eso es en realidad un ejercicio de autocontrol y dignidad. Una elección consciente de elevarse por encima de aquello en lo que no se desea convertir. Al final, como le sucedió a él, la verdad siempre se abre camino y todo cae por su propio peso.

Un abracito.


A continuación comparto un poema mío:


Techo de cristal



Bajo un techo de cristal, 

translúcido, algo frágil,

caminan almas puras

con la frente encendida de estrellas.


La verdad las persigue 

como un río dorado que nace del alba,

y su paso resuena en los campos

de un sendero lejano. 


Mas la envidia 

ese polvo sombrío que nubla los ojos,

cae sobre ellos como ceniza fría

que intenta apagar la música del corazón. 

Esas almas perseguidas por su fulgor,
cuyo brillo hiere a quien se ahoga en su desgastada sombra.
Aquel vuelo libre recuerda
a quien olvidó sus alas.

Su fortaleza es ignorar la suciedad,
caminando con la calma del agua,
cerrando los oídos al veneno.
Su muralla es el silencio
que devuelve al vacío todo dardo.

Ignorar no es rendirse,
sino alzar el rostro al cielo,
confiar en la semilla de la propia luz,
y dejar que el tiempo apague
las voces que no saben recitar.

La oscuridad no vence;
al quebrarse el velo del límite
se abre el horizonte como un mar encendido.
Las manos puras alzan el cielo
y el sol responde con un resplandor nuevo.

Entonces comprenden los vientos,
los montes y los ríos
que ninguna herida
puede enterrar la raíz de la belleza.

La luz es obstinada,
renace siempre,
como la aurora que, tras la noche,
vuelve a encender los rostros.


Beatriz Casaus 2025 ©