domingo, 13 de noviembre de 2016

Todos los ciegos ven

"El viejo samurái dijo: -si alguien te trae un regalo, pero tú no lo aceptas, ¿a quién pertenece el regalo?-  a quien lo trae- respondió uno de sus discípulos. - Lo mismo ocurre con el odio, la envidia y las ofensas. Mientras no los aceptas, le siguen perteneciendo a quien los trae- contestó el samurai." (Deshimaru)


 



Todos los ciegos ven

Son muchos los sordos que oyen con sus oídos
ensimismados en las miradas distorsionadas
y sumergidos en estiércol de creencias,
que hasta las hacen propias y las dicen en alto,
pero no hablan ellos sino aquellos
de quienes se las escucharon.
No hay mayor engaño que lo que dictan los ojos.
Y todos los ciegos ven.
Conozco personas sin autoestima que creen tenerla
en la eterna búsqueda del protagonismo.
Necesitan ser oídas y vistas de forma obsesiva
y para ello se rodean de súbditos
que las hacen sentir valiosas,
también conozco personas
que nos escondemos de ese tipo de personas.
No hay necesidad de apariencia,
eres o no eres, y da igual que te engalanes
o te rodees de vacío si nunca serás.
Su belleza tocó fondo en cuanto se las conoció sin armadura.
Tan pobres como los que buscan la riqueza
y tan superfluos como la espuma
que desaparece con la próxima ola.
Se esconden detrás de títulos que han pagado sus padres.
Se exhiben porque no soportan ser olvidados.
Su triste anhelo de ser el centro de atención no cesa.
No hay necesidad de buscar ser el mejor.
Ser el mejor es la mejor estúpida ilusión.
Sé tú mejor versión.
Sé mejor que ayer.
Sé, porque en cuanto seas,
tu ego desaparecerá
y te convertirás en un jardín sin cuerpo
y eso es lo que les da miedo.


Beatriz Casaus 2016 ©