sábado, 29 de diciembre de 2012

Jardín de Flores

"¡No renuncies jamás a tus sueños, los cuerdos nada saben del sueño admirable de un loco!" Charles Baudelaire.

                                                   ¡¡FELIZ 2013 PARA TOD@S!!

Que tengáis un año original, lleno de optimismo, fuerza, y sobre todo cargado de tres palabras tan importantes que deberían convertirse en nuestro mantra: Amor, paz y salud. Y que todos fluyamos con el cambio alegremente… ;)


Jardín de flores
Dentro de ti,
hay un jardín de flores
que si riegas con ternura
no se marchitarán.
Vivirás enamorado
de lagos, montañas, ríos y valles,
de calles, rostros, experiencias
que te acompañarán sin pretenderlo
y te harán sentir el cosquilleo
que ha plantado en ti Afrodita.
Tu alma gemela
estará en todas partes
y contemplarás la belleza 
dondequiera que mires,
porque antes has mirado dentro
y sólo habrás visto flores.
 Beatriz Casaus 2012 ©



jueves, 27 de diciembre de 2012

Crónica de una obsesión


“Me gusta la gente capaz de entender que el mayor error del ser humano es intentar sacar de la cabeza aquello que no sale del corazón”. Mario Benedetti.

Mito del rapto de Perséfone (o mito de la primavera)


Un día, Perséfone, hija de Zeus y Deméter, estaba tranquilamente recogiendo unas flores junto a sus hermanas y sus amigas las ninfas cuando de pronto, la tierra se abrió con una enorme grieta de la que emergió Hades, hermano de Zeus y dios de los Infiernos, llevándose consigo a Perséfone. Su madre Deméter, diosa de la fertilidad, el trigo y las cosechas, comenzó a vagar triste en busca de su hija, y la tierra se volvió estéril con su pena. Zeus, viendo sufrir a su mujer, le pidió a su hermano Hades que devolviera a su hija. Sin embargo Hades, listo como pocos, por ello era el dios de los Infiernos, le había dado de comer a Perséfone un grano de granada, y todo aquel que probara un bocado de cualquier cosa en el Infierno, quedaba siempre obligado a permanecer allí. Zeus, preocupado por la esterilidad de la tierra acordó con Hades que al menos Perséfone pasara parte del año con su madre Deméter en la tierra y otra parte, con él en los infiernos. Esos serían los seis meses al año en los que la tierra es fértil, el periodo de la primavera, y otros seis meses en el submundo, en el que el invierno taparía las cosechas

Crónica de una obsesión
Le fascinaba mirarle a los ojos mientras hacían el amor. Se deleitaba observando cómo sus movimientos le hacían retorcerse de placer y se esforzaba en no apartar su mirada de él para no perderse ni un ápice de su disfrute, darle gozo le reportaba tanto o más satisfacción que el suyo propio. Era un espectáculo tan irresistible para ella, como el que resultaba para los dioses griegos ver a las jóvenes muchachas recolectar narcisos. La intensidad y la pasión envolvían las sábanas y sus dos cuerpos estaban borrachos de deseo. Le daba vergüenza desnudarse delante de él y lo hacía bajo un arranque de valentía que previamente unas copas de vino añejo le habían aportado, pero siempre con las luces apagadas, para no dejar entrever lo que a ella le parecían imperfecciones. Su busto no era lo grande que deseaba y su figura no era esbelta, precisamente. En esos meses había perdido unos cuantos kilos, pero aún su masa corporal estaba por encima de su peso ideal, y aquella nimiedad le acomplejaba porque sabía que él siempre había estado con mujeres muy bellas y bien dotadas de atributos sexuales, a veces incluso de plástico. Sin embargo, a él parecía no importarle ni en lo más mínimo aquel detalle, pues se volvía loco en su sólo presencia y sus manos, eran demasiado curiosas y juguetonas como para dejar espacio para el pudor. De la noche a la mañana, se habían convertido en expertos el uno del otro, en amantes que por naturaleza animal, practicaban a menudo su romance. Aún no podía creer que un chico como él, con tanto éxito entre las mujeres y que podía estar con cualquier mujer más guapa que la media, estuviera encandilado con ella. Es cierto que era una chica mona, pero siempre se había considerado del montón y nunca había estado con alguien que tuviera un cuerpo tan parecido a un adonis. Estaba feliz como una niña con un juguete nuevo y a la vez ansiosa, pues se pasaba los días tachándolos en el calendario para recibir su llamada.
Pronto la atracción que condujo al deseo y que llevó a la pasión, dio paso al  enganche y el enganche, irremediablemente a la obsesión. “Cuando un hombre nota que suspiras por sus huesos es cuando se vuelven indiferentes hacia ti”. Le había repetido su tía, que seguía soltera por decisión propia, una vez cuando le había visto llorar por algún tema sentimental. No podía evitar quererle, aún sabiendo que no le había prometido nada, sino más bien al contrario. Desde el comienzo dejó claro que no quería una relación y que aquello era esporádico. Sin embargo, los sentimientos a veces son como terremotos que agitan y difíciles de manejar y controlar. Las llamadas fueron siendo cada vez menos frecuentes y cada vez, más distanciadas en el tiempo. Aquella indiferencia le llevaron a un estado de tristeza, porque en todo ese tiempo su felicidad había dependido exclusivamente de él y de sus citas. Así, y sin pretenderlo, había empezado su viaje al “Gran Abajo” como le pasó a Perséfone en su rapto. A los dos meses de no tener ningún contacto con él, se enteró por casualidad de que se estaba viendo con otra chica. Inmediatamente, aquella anónima se había convertido en su enemigo número uno. Sentía celos a la par que envidia por ella, cuando se había pasado la vida proclamando a sus allegados que “no era una chica envidiosa y mucho menos celosa”.
Al mismo tiempo sentía resentimiento hacia él y más que amarle, le quería para ella. Todas estas emociones la llevaron a su propio infierno particular. Su humor se había agriado y quería estar sola la mayor parte del tiempo. Pasaron los meses, llegó la navidad y un día y de manera fortuita, leyó unos versos de una coach llamada Itziar Azkona que se publicaba en el periódico y que decía lo siguiente: “Mientras mi corazón palpite por alguien es que es grande mi sueño y elevado mi destino”. Desde ese momento su visión comenzó a cambiar. Aquellos versos dieron valor a lo que ella sentía. Se dio cuenta que debía aceptar sus sentimientos pero no ser una presa de ellos y que en consecuencia, los demás no eran los culpables. En realidad, estaba aprendiendo sobre la paciencia y la aceptación. Aprendiendo a que no siempre todo ocurre cómo y cuando uno desea y a responsabilizarse de sus sentimientos negativos en silencio, en solitario, pero con honor. A manejar la situación y darle una salida más elevada. Puede que él nunca se hubiera enamorado de ella, pero ella sí de él y sus sentimientos eran dignos y muy respetables. Comprendió, que la obsesión no es suficiente para mantener a dos personas juntas, como no lo es en algunas ocasiones, el propio amor.
Beatriz Casaus 2012 ©

lunes, 17 de diciembre de 2012

Mecanismos de supervivencia


"In order to reach the truth, it is necessary at some point in one’s life, to rid oneself of all the opinions one has received, and to rebuild one’s entire system of knowledge from the very foundations". (René Descartes)


No pegábamos en nada y sin embargo me negaba a admitirlo. Discutíamos por todo: sobre política, sobre mi forma de vestir tan diferente a la de su aspecto de niño bien, sobre mis peculiares ideas para intentar arreglar el mundo a las que él tildaba de comunistas, por el estilo de vida que cada uno llevaba, por nuestros antagónicos gustos musicales, pero sobre todo, discutíamos por todas aquellas mujeres a las que él veía a escondidas. Debido a eso, yo estaba a la que saltaba y se lo recriminaba cada vez que me venía a la memoria, la mayoría de las veces sin venir a cuento. Se empeñó en beber dos whiskys más y a eso de la una empezó a desbarrar y a decir sandeces. Le dije que se fuera a dormir pero no me hizo caso alguno, esa noche estaba como enloquecido.

En la barra había una chica muy mona que flirteaba abiertamente con dos chicos. En un alarde de feminidad y conocedora de que estaba siendo observada, la chica se levantó del taburete en donde estaba sentada y moviendo suntuosamente sus curvas se dirigió al baño, para recreación de sus dos acompañantes quienes la contemplaban detenidamente alejarse. Él se la quedó mirando embobado de forma descarada y yo comencé a sentir unos celos tremendos que me subían desde el estómago y que me tragaba para que no explotaran a medio camino entre mi pecho y la garganta y saliesen en forma de gritos. Sentía celos por aquella chica, por su cuerpo, o por lo que fuera que a él le hiciera mirarla de aquella manera. Fue en ese momento cuando me di cuenta de todo. Observándola desaparecer tras la puerta del aseo unas preguntas llegaron a mi cabeza: ¿Por qué las mujeres envidiamos la belleza de otras mujeres? ¿Por qué no envidiamos el trabajo, la creatividad o la inteligencia como hacen los hombres? Es como si percibiéramos la belleza de otra mujer como un peligro hacia nuestra pareja. ¡Qué gilipollez! pensé para mí. Aquella chica había generado en mí una interpretación falsa de amenaza cuando en realidad aquello sólo fue una creación mental mía a la que casi respondo como si fuera una amenaza real física. En realidad, esa chica no era el problema entre él y yo, ella no tenía culpa alguna de que estuviera tan buena y de que él se fijara en su cuerpo. El problema residía en él  y la pregunta era si yo quería estar con alguien así: tan pendiente del físico de otras mujeres, que no me valoraba, y que además tuviera la necesidad de acostarse con cualquiera a la primera de cambio. La respuesta me vino a la cabeza de inmediato y de forma rotunda: desde luego que no.

En ese momento cogí mi bolso, me levanté decidida y le miré a los ojos fijamente mientras le dije que no me merecía eso. Él entró en cólera y me agarró del brazo con fuerza para no dejarme ir mientras me gritaba que estaba loca y que mis celos eran patológicos. Una hora después, su mejor amigo vino a buscarlo para llevárselo a casa. Hacia las cinco de la mañana me llamó por teléfono para decirme que estaba muy mal y que me echaba de menos. La historia se repetía ad infinitum. Por las noches bebía, desfasaba y cuando se le pasaba el pedo se acordaba de mí. Poco a poco el amor ciego que sentía hacia él se transformó en una mezcla de odio por todo el daño que me hacía y un ligero sentimiento de benevolencia por encontrarle tan perdido. Debido a sus súplicas, accedí a verle al día siguiente sin ninguna gana. Quedamos en el mismo bar. Se pasó horas hablándome y lo volvía a hacer con el intermediario de un vaso de whisky en su mano, repitiéndome de forma consistente que me quería y que nunca había sentido nada parecido por ninguna otra mujer. Esa fue la última vez que le vi antes de mi ataque. Con él tenía activado de forma habitual mis mecanismos de supervivencia en todos los sentidos. A partir del instante en que pisé el hospital no volví a responder a ninguna de sus llamadas.

El doctor que me atendió me explicó que cuando se activan los mecanismos de supervivencia, también conocidos como estrés, el corazón puede trabajar cinco veces más que en estado normal y que esa anomalía repetida de forma continuada, acaba generando patologías cardíacas. Aquel doctor resultó ser un filántropo y conmovido ante mi sufrimiento se ofreció a hacerme una confesión con el único requisito de que yo también debía hacerle una, ya que según él, todo en la vida era un intercambio, así que accedí y me dijo: “Las heridas emocionales cuestan mucho esfuerzo y mucho trabajo en repararse. Por eso pongo toda mi intención en ser amable y gentil con las personas que me rodean y a rodearme de aquellas personas que también sean así conmigo”. Esas palabras me removieron por dentro y las conservé desde entonces como un regalo. En ese momento no le encontraba sentido a mi sufrimiento, mi corazón estaba roto y enfermo y lo que era peor, mi corazón físico también lo estaba. Yo había hecho muchas confidencias a lo largo de mi vida y no se me ocurría ninguna para contarle en aquel instante, pero indagando un poco en silencio, recordé la única que nunca había tenido el coraje de admitir a nadie y que aquel doctor desconocido iba a ser el elegido de escuchar: “Yo he sido demasiado dura conmigo misma durante todo este tiempo y demasiado blanda, para rodearme de personas como él”.

Beatriz Casaus 2012 ©



sábado, 8 de diciembre de 2012

Cabalgando a contra viento


Power


I can make the earth stop in
its tracks. I made the
blue cars go away.
I can make myself invisible or small.
I can become gigantic and reach the
farthest things. I can change
the course of nature.
I can place myself anywhere in
space or time.
I can summon the dead.
I can perceive events on other worlds,
in my deepest inner mind,
and in the minds of others.
I can
I am

(Jim Morrison)



Cabalgando a contra viento

Cuando las hojas se caen,
no vuelven a la rama.

No es una bella sirena sumisa
que sabe enamorar a los marineros
con unas canciones y su sonrisa.
Es una temeraria Amazona
que cabalga a contra viento en libertad
sin necesidad de estar enamorada.
La tierra se ha vuelto estéril
y los pájaros perdidos,
se caen de las alturas
porque no encuentran su rumbo.
La estabilidad, la desestabiliza.
La señalan con el dedo
por ser mujer,
y tener miedo al compromiso.
Su espíritu busca aventura,
y no saber cocinar
o fecundar hijos.
Reivindica la independencia
como forma de vida.
Concibe el amor como todo, en libertad.
Sin la posesión del ser amado,
porque al  igual que ella
es alguien libre que ama por elección.
Hoy le quiere,
pero no le preguntes mañana…
Le atraen lugares lejanos, exóticos,
y alcanzar altas aspiraciones espirituales.
Los nuevos horizontes,
hacen que mire al futuro sin miedo.
Sigue la corriente del cambio
en cada río que encuentra.
Es impulsiva a la hora de actuar,
e improvisa al expresarse.
Vive al filo de lo osado:
Ha tendido la mano a la muerte
y ella la sostiene para que no se caiga.

Cuando las hojas se caen,
no vuelven a la rama.

Beatriz Casaus 2012 ©



miércoles, 5 de diciembre de 2012

Tantos premios, tantas cadenas/ Esta no es mi guerra


Tantos premios, tantas cadenas

“Niño, en todo lo que hagas, sé lo mejor en ello”
y le castraron su virtud,
quitándole un dibujo de su mano.
“Compite”, y el niño se echó a llorar,
porque se convirtió en el constante insatisfecho.
Creció y creyó que era mejor que los demás,
 porque ganaba más dinero.
Fracasó, porque su vida la midió con premios,
con cadenas…
Su virtud pudo haber sido su vocación,
pero se le perdió por el camino.

Estamos siendo envenenados con tantos premios, tantas medallas.
Ser el mejor en todo, encadena a la quimera del patrón de perfección.
El éxito se mide por títulos, por números, por hechos cuantificables cuando a mí, solo me une una sonrisa, me mueve una caricia y me colma un abrazo. Ese es mi éxito.
Entre los que compiten, sólo hay un uno y un otro,
separados por la coma, el punto y el punto y coma. ¡Stop!.
A la que me descuido me pisan el cuello, para demostrar que son mejores que yo.
Un hecho verídico: en mi huerto no crecen medallas ni trofeos, sino hortalizas.
Ser el mejor no se cultiva. Ser la mejor expresión de uno mismo, sí. Sin competir.
(No estoy aquí para ser el mejor en nada… no me considero tan importante).
Estoy aquí para cumplir mi misión. Mi propio éxito.

Beatriz Casaus 2012 ©


Esta no es mi guerra

Un corte en mi muñeca que no sangra
anuncia la llegada del próximo combate.
Hay un eco cayendo en la tarde,
y yo río, sonrío y me desdigo,
mientras un huracán me agita por dentro.
En esta guerra las palabras
se me clavan como un puñal en el costado.
El mar inmenso  de voz muda
que pugna por salir a la superficie,
mantiene fresco mi honor.
Y los ojos,
los tengo turbios de mirar el campo de batalla,
y morados, de tantos golpes.
Mi mirada no ve a través de esta lucha,
¿o es que aquí siempre es de noche?
Tal vez, este es el día o la hora,
o el instante, en que lo intuyo.
Si el cauce del río está en calma,
pronto llega la caída en la cascada.
Y entonces siento fatiga,
y la fatiga no es amiga aunque la conozcas muy bien…
Ya se han gastado muchas vidas
en intentar solventar errores.
Malherida, alzo mi mano con el pañuelo blanco.
Las coordenadas del armisticio me dan tregua.
Estandarte rojo por la sangre derramada.
Una copa de vino al ganador
y destierro, para el que no sigue banderas.
He preferido dar mi otra mejilla
que responder al contraataque,
porque estas no son mis armas,
y esta, no es mi guerra.

Beatriz Casaus 2012 ©



Por último y para terminar os dejo un regalito, el link del programa de radio "Coordenadas" de RNE3 que en esta ocasión hablan de TEDx (en analogía a las conferencias TED que se hacen en California con mensajes innovadores y motivadores para un público inquieto) TEDx es su homónimo pero en Europa. Merece la pena escucharlo, este programa está genial, ¡disfrutad el puente! :  http://www.rtve.es/alacarta/audios/coordenadas/coordenadas-antes-morir-03-12-12/1600346/

jueves, 29 de noviembre de 2012

Somos alquimistas :)


La magia de la alquimia está en nuestra mano. Ésto lo digo después de acabar de descubrir esta oración de San Francisco de Asís, (y eso que lleva ya ocho siglos escrita y es conocida en medio mundo...) que ha llegado a mis manos precisamente en este momento de mi vida en el que estoy como una esponja aprendiendo de todo y en el que a mi alrededor desgraciadamente hay algunas personas que están manifestando cierto desasosiego en sus vidas. Puede que sus situaciones desagradables tengan algo que ver con el fin del calendario maya, cuya única función es que todo salga a la luz para limpiarse y adecuarse energéticamente a la vibración que llega (sé que estoy loca pero no escondo lo que pienso), o con su propio aprendizaje vital. Sea lo que fuere, el caso es que el haberme topado con este texto es para mí como un soplo de viento fresco, que me ha motivado un montón y del que he extraído mis propias conclusiones. 
Reproduce una verdad esclarecedora, el poder de transformación que cada uno tiene, y al mismo tiempo lo revela de forma clara, concisa y sin artilugios. Además incita al altruismo y al sentido que aporta la ayuda a los demás, más que el egocentrismo de pensar sólo en uno mismo. Muestra la alquimia que cualquiera puede utilizar en la vida y no me refiero a la de convertir el metal en oro, sino a la de algo tan fascinante como a transformar cualquier situación negativa en positiva y todo ello bajo el  mando de nuestra propia autonomía, bajo nuestra única responsabilidad, dando la cara a las cosas menos agradables para transmutarlas en su opuesto. 
Espero que aunque provenga de alguien asociado al catolicismo no por ello lo etiquetemos de antemano y no le prestamos la debida atención. Ni el catolicismo ni ninguna otra religión doctrinaria es para mí santo de mi devoción, pero las personas que se superan a sí mismas sí, y el personaje de San Francisco de Asís, el hombre que tuvo una vida consagrada a la ayuda a los pobres, que se despojó de la fortuna de su padre para vivir de manera sencilla, y que escribió esta belleza de oración es alguien a quien admirar y desde luego, de quien aprender. No me cabe duda que cuando la escribió estaba en un momento de lucidez plena. Este descubrimiento me ha llevado a escribir tres cositas que dejo aquí con todo mi cariño. Disfrutad, y que os sirva de mucho J

 Oración de San Francisco de Asís
 Señor, haz de mí un instrumento de tu paz:
Donde haya odio, ponga yo amor;
Donde haya mal, ponga yo perdón;
Donde haya discordia, ponga yo armonía;
Donde haya error, ponga yo verdad;
Donde haya duda, ponga yo fe;
Donde haya desesperación, ponga yo esperanza;
Donde haya sombras; ponga yo luz;
Donde haya tristeza, ponga yo alegría.
Señor, que no me empeñe tanto
en ser consolado, cono en consolar,
en ser comprendido como en comprender;
en ser amado, como en amar.
Porque es olvidándose a sí mismo uno se encuentra;
Es perdonando como se es perdonado;
Es muriendo como uno despierta a la vida eterna.

(San Francisco de Asís, S.XIII)

Situaciones repetidas
 I
El problema se repite de nuevo,
de principio a fin.
Reprochas al destino que se ha equivocado.
Tu corazón contrae ira en cada sístole.
Tus latidos bombean victimismo.
Te autoalimentas de queja,
envuelto en un círculo vicioso
en el que crees no poder hacer 
nada.
II
Decides cambiar de perspectiva.
Eres dueño de tu alimentación mental.
Reconoces que esa situación repetida,
es un espejo que te muestra
lo que hay dentro de ti,
que aún no has resuelto.
III
Lo externo no es más,
que una prolongación de lo interno.
El alivio,
de que nada pasa sin razón.
IV
El  pulso se estabiliza.
Hay paz en cada diástole.
Vas siendo consciente
que tienes poder para cambiar
lo que pasa a tu alrededor,
y que todo está diseñado
para tu evolución.
V
Es un honor tener la oportunidad
de responsabilizarse de tu vida.
Das gracias por aquello que te pasa,
porque todas esas cosas,
son tus maestros.

Beatriz Casaus 2012 ©


Anestesia  emocional
 Bajo un mismo cielo muchos dicen te amo
pero pocos lo sienten realmente,
sin la necesidad de escuchar
lo mismo de vuelta.

Beatriz Casaus 2012 ©

Mente ocupada
Lo siento,
estoy tan ocupada en mis propias ideas,
que no puedo ver las de otros.
Volveré a nacer el día,
en que perciba el mundo de forma nueva.

 Beatriz Casaus 2012 ©



sábado, 24 de noviembre de 2012

Gente pequeña


"Mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, puede cambiar el mundo"(Eduardo Galeano).

(La inocencia civil no tiene cabida en el diccionario del odio y la sinrazón. Este es mi pequeñísimo homenaje a estas personas dejadas de la mano del destino.Gente pequeña y sin importancia para los verdugos de su pueblo vecino, que sufren los ataques armados y gente pequeña y sin valor para el panorama internacional que no hace nada al respecto. Desde aquí y aunque no sirva de nada, les mando todo mi amor y deseos de que la situación cambie a mejor).



El miedo nos paraliza y no sabemos qué hacer. Llevamos así seis días. Este es nuestro hogar y no queremos dejarlo, pero a nuestro alrededor ya casi no queda nada, solo hay escombros. No sabemos dónde caerá el siguiente misil. Intento adquirir la perspectiva de ese objeto destructor lanzado indiscriminadamente solo para saber cuál será su diana la próxima vez. 

Cuando alguno se queda dormido, los demás le miramos relajados porque sabemos que al menos está sintiendo algo de paz en ese momento. El poco sueño que he podido conciliar es el único instante en que olvido dónde estoy. Estar despierto es estar viviendo una pesadilla permanente. 

Se oye una canción que alguien está cantando en la calle. Me asomo a la ventana con cautela para ver quién la canta porque en la radio están anunciando que no han cesado los ataques y que no se han podido interceptar dos misiles que han caído en edificios civiles a apenas 300 metros de aquí. Las explosiones hicieron que el suelo se tambaleara y nos pusimos debajo de la puerta  porque es el único sitio de la casa en donde se está a buen recaudo. Desde entonces no nos hemos movido de allí. 

Hay un niño sentado en la acera que la está cantando a todo pulmón mientras tiene tapadas sus orejas con las dos manos. Está solo. Debería ir a buscarle. Es cierto que ni el muro más fuerte de este edificio es seguro, pero al menos no estará desamparado. Mi mujer me grita que no les deje y me recrimina que les abandono. Mis dos hijos tienen los ojos cerrados, tratando de jugar a que no están aquí. Les aterra el sonido de los cohetes y tenemos que abrazarles fuerte y besarles para que no les den ataques de nervios. Daría lo que fuera por salir de esta ciudad de cenizas y ofrecerles un  futuro, pero salir de aquí es imposible. Las fronteras están cerradas y dicen que quien intenta salir ya no regresa. Estamos acorralados y dejados a nuestra suerte. El azar es lo único que nos queda. Es nuestro único aliado y de él dependen las posibilidades remotas en las que nuestro hogar no sea el blanco de un helicóptero. Me aferro al él como me aferro a la vida. 

En nuestra calle quedan sólo cuatro casas en pie y no hemos oído ni un alma desde hace horas. Aquel niño también es hijo de un padre y una madre que estarán preocupados, si siguen con vida. Tengo que tranquilizarle. Mi mujer empieza a llorar y dice que mejor baja ella a buscarle porque yo siempre he sido muy torpe. No se lo permito porque es a la única persona a la que puedo confiar mis hijos. Le pido que sea comprensiva y que solo van a ser unos minutos. Bajo las escaleras a zancadas y salgo del edificio. 

No hay nadie en la calle más que aquel niño que no para de cantar tratando de frenar el silencio abrumador, aquel que precede a la fatalidad. Me dirijo corriendo hacia él. Le digo que le voy a llevar conmigo, que no puede quedarse solo pero él no para de cantar, es como si no me viera. Sin más vacilaciones, le agarro y le levanto. Me doy cuenta de que está sangrando. No sé exactamente de dónde procede esa sangre. Le examino su pequeño cuerpo mientras oigo un helicóptero acercándose. Debería llevarle al hospital, pero queda lejos y no tengo coche. 

Un ruido ensordecedor me aturde. Hay fuego a mi alrededor. Nos llevan a un hospital a mí, a mi mujer y a mis tres hijos pequeños. Escucho hablar a un médico del hospital con la cara desencajada. No entiendo muy bien qué dice pero creo que es algo más o menos así: “Nosotros no tenemos armas. No somos unos contra otros. Son unos, contra nosotros”. Mientras, una mujer periodista apunta sus palabras pero me temo que no saldrá en ningún periódico. 

Mi familia y yo estamos sonriendo, vemos nuestros cuerpos tendidos en camillas del hospital. Juntos ya no tenemos miedo. Por fin nos vamos de aquí.


Beatriz Casaus 2012 ©




domingo, 18 de noviembre de 2012

Escuchando La Voz Interior


"Es un privilegio haber vivido una vida difícil" Indhira Gandhi.

Qué importante es encontrar la voz interior, por zen o hippie que parezca esta frase. La creatividad por medio de la escritura para mí ha sido el camino de acceso a ella, pero para otra persona puede ser cualquier otra cosa. Lo interesante de la creatividad, es que como no puedes escapar de ti, sacas lo que llevas dentro  y es la vía directa para conocerse mejor y descubrir la propia voz. En ocasiones la confusión nos lleva a buscar el silencio y es en ese silencio donde se puede encontrar nuestro centro, con el que seremos capaces de escuchar nuestra verdad.

Las mujeres necesitamos especialmente encontrar nuestra propia voz, no sólo en la sociedad, la cual nos bombardea con la presión mediática de los cánones de belleza y demás roles sociales  injustos, sino incluso en nuestras relaciones personales, en las que tendemos a darnos enteramente amando de manera desproporcionada y de paso perdiéndonos a nosotras mismas por el camino. Lo primero no es la pareja, o el trabajo, o lo que sea que sea externo a nosotras mismas, lo primero es una misma y sería adecuado sustituir el pensamiento negativo que hay asociado a él, el de parecer unas egocéntricas por darnos esa importancia a nosotras primero, por el de darse el valor que todo ser humano merece y debe reconocer en primera instancia. Encontrar nuestro centro, nuestra voz, y ser fieles a ella es vital, pues cuando una/o descubre quién es y lo que quiere, adquiere irremediablemente el poder en su vida. Nada rebajará nuestra autoestima porque sabremos quiénes somos y aunque nos adentremos en una relación sentimental, lo haremos de forma sana, con desapego, enriqueciéndonos mutuamente y desde un corazón sin necesidades emocionales.

Otro modo de conocernos a nosotros mismos, aunque pueda sonar masoquista, es a veces el sufrimiento, pues por mal visto que esté, es el principal aliado de la madurez al aportar sabiduría una vez se haya superado. Puedo decir con la mano en el pecho que soy lo que soy gracias a todas las experiencias que he pasado, hayan sido buenas y malas, pero sobre todo las que me han pulido han sido las malas. Por ello intento no encasillar nada en esa dualidad malo/bueno. Lo que a primera vista se consideraría malo o negativo, como pueda ser un dolor por una situación desagradable, en algún nivel nos aporta aprendizaje, nos vuelve empáticos, más comprensivos con las personas que sufren y nos hace crecer, los cuales son aspectos buenos o positivos. Es decir, el hecho de catalogar algo como bueno o malo es una pérdida de tiempo ya que todo lo malo, conlleva finalmente a algo bueno. Las cosas son como son y sólo las personas las juzgamos o encasillamos. Una verdad irrefutable es que de todo se aprende y de todo se sale fortalecido.

Siempre me han interesado más las historias de los personajes que han tenido vidas difíciles y turbulentas, que los que han tenido una vida “happy forever” porque no son ni la mitad de interesantes que las personas que han padecido más pero que han sabido superar los obstáculos mediante la auto-superación. Cuando les oyes hablar a este tipo de personas o lees algo de ellos, no dejan de sorprender y se aprende una barbaridad. Un ejemplo de ello es el escritor francés Marcel Proust, uno de los escritores más destacados del S.XX y reconocido como uno de los grandes genios literarios (con permiso de Shakespeare), que tuvo una vida marcada por la enfermedad, el asma. Era homosexual y tuvo muchos amantes, pero no llegó a tener ninguna relación satisfactoria y se tiró veinte años escribiendo “En busca del tiempo perdido”. Al final de su vida y echando la vista atrás, se dio cuenta de que “todos aquellos años en los que sufrió fueron los mejores de su vida porque lo moldearon, y que los años de felicidad fueron perdidos, porque no aprendió nada”.

No pretendo dar consejos a nadie, bastante he hecho ya soltando estos parrafazos autobiográficos, pero he encontrado unos trucos personales que me han llevado a vivir en un estado de liberación y paz interior de los que me veo en la obligación de compartir por si a alguien también le sirven. Esos trucos serían los siguientes: Escucharnos a nosotros mismos encontrando nuestra propia voz, darnos el valor que merecemos desapegándonos de los condicionamientos aprendidos, no identificarnos con el dolor pero ser lo suficientemente valientes como para  atravesarlo para salir de él fortalecidos, no tomarse nada como algo personal y sobre todo, DISFRUTAR DE LA VIDA. Y para disfrutar de la vida, es conveniente un poquito de locura para no tomarnos las cosas demasiado en serio. Una dosis de locura y sabiduría es la combinación perfecta.

¡Que tengáis un muy feliz domingo!

Beatriz Casaus 2012 ©


Mi verdadero hogar

Conozco muchos lugares
y en ninguno he encontrado un hogar.
Lo único que se asemejaba a ello,
me lo parecías tú.
Mi vida sin ti,
es como una oración sin palabras
que caótica y plena
no mantiene sentido sintáctico,
pero reposa verdad en su contenido.
La vivo según lo que es,
la aventura de un viaje instintivo,
sin planos que indiquen el sendero.
He observado que alrededor mío
por extraño que parezca,
no hay nada.
Buscaba las llaves en el lugar equivocado.
Mi casa soy yo,
y la llevo dondequiera que yo  esté.

Beatriz Casaus 2012 ©


El  tiempo mal interpretado

El pasado es ególatra y se cree que todo es debido a él.
El presente es inseguro y humilde, porque duda de su existencia permanentemente y aunque es lo único que hay, nadie se percata de ello.
El futuro es arrogante, porque cree que traerá todo lo bueno que necesito.
El pasado es pretencioso porque hace sentir culpable.
El presente es escurridizo porque de un momento a otro, se convierte en pasado.
El futuro es descuidado porque no llega nunca.
El pasado es amigo del futuro, y ambos son enemigos del presente.
El presente es un regalo, como su propio nombre indica.
El futuro es adulador porque nos hace soñar con él.
El pasado es rencoroso porque recuerda las experiencias dolorosas.
El presente es paciente y nos da todo el tiempo del mundo.
El futuro es optimista porque mira más allá de sus posibilidades.
Vivir en el pasado es un tormento.
Vivir en el futuro, es vivir en una ilusión.
El tiempo lineal ha perdido la vigencia de antaño,
quien vive en el presente adquiere la libertad,

AHORA.

Beatriz Casaus 2012 ©


jueves, 8 de noviembre de 2012

La cultura, el nutriente con mayores vitaminas

DISCURSO DE FEDERICO GARCÍA LORCA AL INAUGURAR LA BIBLIOTECA DE SU PUEBLO (FUENTEVAQUEROS, GRANADA, SEPTIEMBRE DE 1931)

MEDIO PAN Y UN LIBRO


"Cuando alguien va al teatro, a un concierto o a una fiesta de cualquier índole que sea, si la fiesta es de su agrado, recuerda inmediatamente y lamenta que las personas que él quiere no se encuentren allí. ‘Lo que le gustaría esto a mi hermana, a mi padre’, piensa, y no goza ya del espectáculo sino a través de una leve melancolía. Ésta es la melancolía que yo siento, no por la gente de mi casa, que sería pequeño y ruin, sino por todas las criaturas que por falta de medios y por desgracia suya no gozan del supremo bien de la belleza que es vida y es bondad y es serenidad y es pasión.

Por eso no tengo nunca un libro, porque regalo cuantos compro, que son infinitos, y por eso estoy aquí honrado y contento de inaugurar esta biblioteca del pueblo, la primera seguramente en toda la provincia de Granada. 

No sólo de pan vive el hombre. Yo, si tuviera hambre y estuviera desvalido en la calle no pediría un pan; sino que pediría medio pan y un libro. Y yo ataco desde aquí violentamente a los que solamente hablan de reivindicaciones económicas sin nombrar jamás las reivindicaciones culturales que es lo que los pueblos piden a gritos. Bien está que todos los hombres coman, pero que todos los hombres sepan. Que gocen todos los frutos del espíritu humano porque lo contrario es convertirlos en máquinas al servicio de Estado, es convertirlos en esclavos de una terrible organización social.

Yo tengo mucha más lástima de un hombre que quiere saber y no puede, que de un hambriento. Porque un hambriento puede calmar su hambre fácilmente con un pedazo de pan o con unas frutas, pero un hombre que tiene ansia de saber y no tiene medios, sufre una terrible agonía porque son libros, libros, muchos libros los que necesita y ¿dónde están esos libros? 

¡Libros! ¡Libros! Hace aquí una palabra mágica que equivale a decir: ‘amor, amor’, y que debían los pueblos pedir como piden pan o como anhelan la lluvia para sus sementeras. Cuando el insigne escritor ruso Fedor Dostoyevsky, padre de la revolución rusa mucho más que Lenin, estaba prisionero en la Siberia, alejado del mundo, entre cuatro paredes y cercado por desoladas llanuras de nieve infinita; y pedía socorro en carta a su lejana familia, sólo decía: ‘¡Enviadme libros, libros, muchos libros para que mi alma no muera!’. Tenía frío y no pedía fuego, tenía terrible sed y no pedía agua: pedía libros, es decir, horizontes, es decir, escaleras para subir la cumbre del espíritu y del corazón. Porque la agonía física, biológica, natural, de un cuerpo por hambre, sed o frío, dura poco, muy poco, pero la agonía del alma insatisfecha dura toda la vida. 

Ya ha dicho el gran Menéndez Pidal, uno de los sabios más verdaderos de Europa, que el lema de la República debe ser: ‘Cultura’. Cultura porque sólo a través de ella se pueden resolver los problemas en que hoy se debate el pueblo lleno de fe, pero falto de luz.

(Federico García Lorca)


POEMAS,LIBROS (PRINCIPALES NUTRIENTES)


Olvido
Y el silenció calló al oír su nombre…

El tono imperativo
me lo guardo en el armario
junto a su recuerdo,
para que no estorbe.
Busco la palabra que define
al castrado emocionalmente
que intenta querer y no puede,
porque le guardo empatía.
Como los amantes
que apelan a las excusas
y olvidan la realidad obvia
al ser descubiertos,
yo te he olvidado tantas veces,
que aún consigo recordarte.
No logro liberarme
aún como quisiera,
de cogerte de la mano.
Perdón,
por no saber cómo dormir sin ti,
por creer que el mar termina
en la línea del horizonte,
por creer,
en las cosas simples,
como los sucedáneos del amor.
El siguiente apelativo de mí,
que sea consecuente
a este delirio mundano,
donde envuelvo entrelazados
los suspiros,
que una vez fueron tuyos
y ya no.
 Beatriz Casaus 2012 ©
  
La Salvación
Repartir,
 el alimento del alma
como trozos de pan y agua
entre los pobres de espíritu.

Todos buscamos paz,
pero muchos se equivocan
para encontrarla.

Beatriz Casaus 2012 ©
ARTE,CINE, TEATRO,MÚSICA (NUTRIENTES ESENCIALES PARA UN CORRECTO Y SALUDABLE FUNCIONAMIENTO VITAL)