martes, 1 de mayo de 2018

¿Borrarse o no de Facebook?




“Debemos ir más allá del constante clamor del ego, más allá de las herramientas lógicas de la razón, al lugar tranquilo dentro de nosotros; al reino del alma. (Deepak Chopra)


“La egolatría es la fuente de todas las miserias” (Thomas Carlyle)

“El único y verdadero viaje de descubrimiento no consiste en buscar nuevos paisajes sino en tener nuevos ojos” (Gautama Buda)

Confieso que he tenido una lucha interna al intentar dilucidar si merece la pena permanecer en las redes sociales o no. En especial de Facebook, no solo debido al escándalo mediático de su creador por utilizar datos de usuarios, (parecíamos no querer creer que nada es gratis) sino por el esperpento en lo que se ha llegado a convertir. O quizás sea en lo que nos hemos convertido de forma inapelable algunos habitantes de esta neurótica parte del mundo. Me pregunto si la gente ya no viaja por viajar y satisfacer sus inquietudes culturales, sino si lo hace sólo por colgar las fotos en Facebook. 

Cada vez conozco más personas con el síndrome del “ego del viajero”, que es ese sentimiento de superioridad hacia aquellos que no viajan y a quienes critican. Se sienten especiales por viajar, únicos e importantes y miran con condescendencia a quienes prefieren invertir su dinero en otras cosas o en ahorrar. Incluso necesitan competir con otros viajeros para ver quién visitó más países. En mi caso cada vez que viajo lo hago con humildad, sin colgar fotos, y con total agradecimiento por poder hacerlo, pero ante todo respeto a quien no pueda o no quiera viajar, porque nadie es más importante ni mejor que nadie por ello. Cada uno está en un momento de la vida y toma sus decisiones según cree en un momento determinado. Además creo que el verdadero viaje y la aventura más grande comienza en uno mismo y ese es el viaje que te hace mejor. El viaje hacia el interior es el más importante que se pueda alcanzar.

Volviendo a las redes sociales, la intimidad es un campo muy preciado del que nos estamos olvidando. Es aquel que se disfruta con el círculo cercano y del que se puede arrepentir si se pierde. En algunos casos hasta se roza la estupidez al compartir con extraños dónde y cuándo nos vamos de vacaciones, olvidando los daños colaterales que ello pueda ocasionar, como es por ejemplo que alguien se pueda aprovechar de la situación y entre a robar en su casa (se han dado casos de este tipo que han recogido los periódicos) La intimidad es algo que no se debe compartir de forma pública porque precisamente deja de hacerse íntimo para convertirse en un postureo más, y a veces en pura pantomima.

Ello nos lleva irremediablemente a la idea de que es más importante o más “cool” quien más comparte su intimidad, quien mejores fotos tenga, quien más amigos tenga, en definitiva, quien más lo enseñe todo. Pareciera que de nada sirve tener músculos si no se enseñan o que de nada sirviera tener amigos si no cuelgas fotos con ellos (en vez de estar cuando más lo necesitan sin que nadie se entere). Eres lo que muestras, parece ser la máxima a seguir. Es decir, nos estamos volviendo completamente locos y el sinsentido más hueco es lo que se valora. Si quedo con una amiga no es necesario que todo el mundo lo sepa para demostrar que soy querida o que gozo de amistades, así como si estoy una noche de fiesta no entiendo por qué se necesita colgar fotos sobre ello. Yo soy la primera que si salgo me divierto mucho, pero cuando llega el momento en el que te piden hacerte una foto para subirla a Facebook mi cabeza entona la frase: ¿pero para qué? ¿no nos lo estamos pasando bien así? ¿qué necesidad hay de colgar una foto? En realidad, ¿qué se está tratando de demostrar?

Qué mayor sinsentido que intentar rellenar un vacío a base de la aprobación de los demás y en eso se basan las redes sociales, en la cantidad de “me gusta”, comentarios, “followers” o amigos que se reciban o tengan. Todos esas cosas, le pueden dar placer momentáneo al ego, pero quizá en algún momento se descubra que ese el camino erróneo a la felicidad. Es la forma más fácil de crear un placer artificial basado en algo tan ficticio y superficial como son las redes sociales y la supremacía de la imagen.

No me interesan la cantidad de amigos o seguidores de las redes sociales, me interesan los verdaderos amigos, esos que están contigo cuando nadie más está. Cuando alguien me elimina de su lista de amigos, lo celebro. Me parece fantástico su ejercicio de honestidad y lo agradezco. Sólo quiero en mi vida gente que me acepte con todos mis defectos porque reconozcámoslo, son más  visibles que las virtudes. Quien sabiendo cómo soy y cómo pienso, aún quiera seguir siendo mi amigo (tanto en la vida real como en la virtual) es toda una proeza, porque entran en juego el no enjuiciamiento, la tolerancia y la amistad verdadera y eso es lo que a mí me interesa en las personas de mi alrededor.

En referencia al Whatsapp o los mensajes privados por redes, pido encarecidamente a la gente que quiera hablar conmigo que me llame por teléfono o que nos veamos en persona. Como hago casi cada día con mis amigos verdaderos y eso lo que me reconforta de verdad (la tarifa plana es un gran aliado). Ningún emoticono tiene la carga emocional de un abrazo. Tener una conversación escuchando la voz del otro con sus gestos únicos y característicos, mirar a los ojos, sonreír al ver la sonrisa de la otra persona, reír a carcajadas porque te peguen la risa, dar besos, hacer bromas a la velocidad de mi pensamiento y no a la de mis manos en un teclado es vivir y está cerca, tan cerca como cruzar el umbral que separa una pantalla de un ser humano, tan cerca y sencillo como eso.

Tengo hambre de ser mejor y no de aparentar serlo para que los demás lo vean. No me interesa aparentar. Me interesa ser yo, aunque no sea suficiente para muchos, lo es para mí y eso sí que es más que suficiente. Mientras yo sepa quién soy, no tengo absolutamente nada que demostrar.

Sin más dilaciones, ¿debería borrarme de Facebook? por ahora creo que no lo voy a hacer porque este mensaje no llegaría a tantas personas si no fuese por este medio, lo que está escrito se lee y las redes sociales son un instrumento poderoso que usado para el bien común, puede convertirse en una herramienta extraordinaria de distribución de la información (y no me refiero a las noticias falsas de las que por cierto hay que tener poco sentido común como para creérselas) sino a la instantaneidad de la información que puede llegar a cualquier parte del globo terráqueo con un solo click. Eso me parece un avance y una oportunidad. No me borro (de momento) porque por aquí tengo a mucha gente que no puedo ver todo lo que quisiera porque están lejos y de ellos me conformo con saber que están bien y verles en fotos de vez en cuando.

Volvamos a dar ese enfoque a las redes sociales, riámonos con el ingenio que origina la creatividad de algunos memes, compartamos información que nos ayude, no utilicemos las redes sociales sólo como mecanismo de publicidad del ego, hagamos uso de nuestra libertad de expresión, practiquemos debates tolerantes desde el respeto con los que aprender, ¡hagamos de esto un sitio mejor!, pero sobre todo, vivamos más allá de las fronteras de estos cuatro márgenes y cultivemos los valores que hacen grande al ser humano. Seamos sencillos, humildes y queramos de verdad, en persona, como ha ocurrido toda la vida, desde la noche de los tiempos.

Beatriz Casaus 2018 ©




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