miércoles, 6 de abril de 2011

Los amantes de un día


Aún se sentía el redoble de las pesadas campanas en la basílica del Sacre Coeur, imponiéndose imperecedera sobre la colina, observando la ciudad. Daba la sensación que su inmaculado color blanco trataba de imponer la pureza y castidad que aquella libertina parte de la urbe había perdido.  No eran ni las 6 de la tarde y los cafés estaban a rebosar en las calles del viejo barrio rojo de Montmartre. Mientras, en algún rincón de la plaza se escuchaba sutilmente la melodía de algún artista perdido.
Sophie abrió los ojos en una habitación oscura de un hotel particularmente incómodo. La única luz que iluminaba  el recinto era la que penetraba directamente por los agujeros de una cortina verde anticuada que tapaba la ventana. Hacía mucho que no se desnudaba delante de nadie y menos de un hombre al que apenas acababa de conocer. Sus complejos habían desaparecido y se encontraba espléndida entre las sábanas que medio cubrían su figura. No se reconocía a sí misma sin tener ningún sentimiento de culpa por encontrarse allí. Era demasiado pacata para hacer lo que estaba haciendo y sin embargo acababa de aprender el significado de la turbia carnalidad que envolvía aquel ambiente. Se esforzó en ocultar todo rasgo de la cándida pureza que largo tiempo  había conservado y que tanto la caracterizaba, la consiguió fingir lo suficiente como para que su compañero de dormitorio tampoco la notara. La conexión entre ambos había sido enorme. Ni siquiera recordaba su nombre y no podía dejar de pensar en su perfecta anatomía y en las caricias que se habían regalado. Tomó conciencia con extrema rapidez de la existencia de terminaciones nerviosas que antes desconocía en su organismo.
Sophie  había decidido conocer la vida. Y la vida no consistía en la parte segura y cómoda de las cosas. Hasta entonces ni siquiera se hubiera atrevido a salir de su acomodado entorno de inamovible costumbrismo, pero el cansancio acumulado de los años y sus ganas de alejarse del injusto apodo de solterona con el que la habían catalogado, la condujeron exactamente a ese sucio hotel situado a dos calles del conocido Chat Noir.
Antes de dormirse, le había pedido al muchacho sin nombre que reposaba a su lado hacerla una promesa. Cuando uno de los dos se despertara, el otro debía haberse marchado sin dejar señal alguna que indicara que esa noche habían estado juntos, ni rastro para poder volver a verse. Serían perfectos desconocidos para siempre y para siempre conservarían ese recuerdo intachable. Se levantó y desnuda, sigilosamente se asomó por la ventana  para contemplar las personas variopintas que se concentraban de forma aleatoria en las aceras. Se percató de la presencia de dos prostitutas en el edificio de enfrente que flirteaban abiertamente con un caballero mientras una de ellas le quitaba el sombrero y la otra rebuscaba en sus bolsillos. Por primera vez en su vida se sentía desenvuelta, segura de sí misma y relajada. De pronto la dieron ganas de conservar esa sensación nueva de control y, decidida, se ahuecó el pelo con sus dedos salvajemente, pellizcó sus pálidos mofletes, dio una profunda bocanada de aire casi como si estuviera intentando fumarse un puro de ese ambiente cargado y se giró apresuradamente. Entre la penumbra de la habitación no podía distinguir nada, imaginó por un momento que aquel muchacho le estaba mirando sonriendo y le ofrecía acomodarse a su lado. Pero cuando los ojos de Sophie se habían acostumbrado a la oscuridad del cuarto, descubrió que no había nadie en la alcoba, y entre las sábanas halló unos brillos que la desconcertaron, cuando se acercó un poco más a la cama, el muchacho se había ido y descubrió en su lugar, unos escasos francos.
 
(Inspirado en la canción “Les amants d´un jour” de Edith Piaf)


Beatriz Casaus 2011 ©

3 comentarios:

  1. Qué historia más buena!! Qué potente!! Sophie se sintió desinhibida al figurarse que era una prostituta? O el chico lo captó y le siguió el juego? Inquietante final... para una historia muy sensual y sugerente. Me ha encantado! Alusiones a París estupendas y muy gráficas. Besos!!

    ResponderEliminar
  2. todo esto escribe mi nina?? estoy super encantado de todas tus historias y sobre todo de esta ultima. vaya tela...tanto talento y no puedes usarlo en el curro actual. a ver si por fin te encontramos algo de arte, de poesia, algo que te pegue con tanto don que tienes!!
    tb me quede inquieto con la final!
    besos amor!

    ResponderEliminar
  3. Si es que sois unos amores...¡os voy a comer a besos! pues ala, manos a la obra y a seguir escribiendo :) y Marga, dejo a cada uno la interpretación libre de la historia...¡Mil besos!

    ResponderEliminar