sábado, 16 de febrero de 2013

INDULTO a mí misma


“No temáis la grandeza; algunos nacen grandes, algunos alcanzan la grandeza, a algunos la grandeza les es impuesta y para otros la grandeza se mantiene como una idea demasiado grande” (William Shakespeare)


Os dejo con el regalo de la mejor definición del amor jamás escrita:

"Amaos el uno al otro
pero no hagáis del amor una atadura,
que sea más bien un mar movible 
entre las orillas de vuestras almas.
Llenaos el uno al otro las copas
pero no bebáis de la misma copa.
Daos el uno al otro el trozo de pan
pero no comáis del mismo trozo.
Cantad y bailad juntos y estad alegres
pero que cada uno de vosotros sea independiente.
Las cuerdas del laúd están solas 
aunque tiemblen con la misma música.
Dad el corazón pero no para que el compañero lo tenga,
sólo la mano de la vida puede contener los corazones,
y estad juntos, pero no demasiado juntos,
porque los pilares del templo están aparte.
Y ni el roble crece bajo la sombra del ciprés,
ni el ciprés bajo la del roble".

Khalil Gibran


INDULTO a mí misma

(Perdón si parezco un poco grosera,
pero quisiera disculparme con quien más se lo merece
que además es donde me toca vivir)

Perdón por haber perseguido en vano un ideal inalcanzable de belleza, la impuesta. La única belleza verdadera es la de cada cual.
Perdón por no haber tratado con importancia a flores, mares y ocasos y haber puesto mi atención en discursos obsoletos, siluetas o formas de conducta aprendida.
Perdón por no haberme dado cuenta de dónde quiero estar y hacia dónde quiero dirigirme.
Perdón por no haberme permitido ser más sincera con mis sentimientos y emociones.
Perdón por aceptar la realidad que no me gusta y no creer en mi fuerza para cambiarla.
Perdón por restar importancia a mi espacio personal por el de la pareja y creer en la utopía de la fusión.
Perdón por haber sido funesta y cruel conmigo misma en los momentos en los que más me necesitaba.
Perdón por haber fluído en ocasiones en las sombras de las críticas hacia mí misma.
Perdón por haber idolatrado los mecanismos de defensa mientras se apoderaba de mí el miedo a salir herida en vez de a lanzarme, que para vivir es de lo que se trata.
Perdón por no haber dicho “te quiero, lo siento, vete a la mierda” las veces que debía haberlo hecho.
Perdón por haber creído que soy víctima de mis circunstancias cuando soy yo quien las provoca consciente o inconscientemente.
Perdón por haber saboteado mis sueños por cobrar un sueldo.
Perdón por dar poder a lo externo en vez de a lo interno que hay en mí.
Perdón por dar credibilidad a mensajes que agobian el alma.
Perdón por haberme negado, cuando mi único reto en esta existencia es ser más yo.
Perdón por haberme abandonado en la duda y haber cuestionado mi poder.
Perdón por teñir un retrato hacia el exterior y no mostrar toda mi potencialidad.
Perdón por el llanto provocado cada vez que me he puesto excusas o he pensado que no podía.
Perdón por haber derramado tanta energía en nimiedades.
Perdón por haberme agarrado a los rescoldos de amores que ya no tenían cabida.
Perdón por las cadenas de los “debería” que he convertido en “me gustaría”.
Perdón por haberme sentido culpable, mala o no merecedora.
Perdón por nublar mi vista con negatividad y haber dejado escapar alguna oportunidad.
Perdón por haberme consumido alguna vez en el orgullo y la soberbia.
Perdón por haberme tratado como el último mono cuando en realidad, en mi vida soy lo más importante.
Soy libre porque sé quién soy gracias al néctar del abrazo de la soledad, 
y puedo cantar en paz, 
cuando me estoy perdonando.

Beatriz Casaus 2013 ©



2 comentarios: