sábado, 1 de noviembre de 2014

Homenaje a un beso

“La más bella y profunda emoción que nos es dado sentir, es la sensación de lo místico. Ella es la que genera toda verdadera ciencia. El hombre que desconoce esa emoción, que es incapaz de maravillarse y de sentir el encanto y el asombro, está prácticamente muerto. Aquello que para nosotros es impenetrable, realmente existe y se manifiesta como la más alta sabiduría y la más radiante belleza. Pero estas sólo pueden ser comprendidas por nuestras embotadas facultades en sus formas más primitivas. Ese conocimiento, esa sensación, es la verdadera religión. Vivimos en el mundo cuando amamos. Sólo una vida vivida para los demás, merece la pena ser vivida”. (Albert Einstein)


“Hoy es el día más hermoso de nuestra vida, querido Sancho; los obstáculos más grandes, nuestras propias indecisiones; nuestro enemigo más fuerte, el miedo al poderoso y a nosotros mismos; la cosa más fácil, equivocarnos; la más destructiva, la mentira y el egoísmo; la peor derrota, el desaliento; los defectos más peligrosos, la soberbia y el rencor; las sensaciones más gratas, la buena conciencia, el esfuerzo para ser mejores sin ser perfectos, y sobre todo, la disposición para hacer el bien y combatir la injusticia donde quiera que estén.” (Miguel de Cervantes, "Don Quijote de la Mancha")



Homenaje a un beso
 

Mi cuerpo se repartía las tareas contigo:

mis manos dibujaban tu cuerpo,

lo delineaban con mis dedos al detalle,

con mi boca te comía a besos,

para disfrutar tu sabor después

en el silencio de mis labios

y mis ojos te miraban,

para guardarte entre mis párpados al dormir.

 
Mi lenguaje era el de las caricias,

de las que se dan

pero sobre todo de las que no se dan,

de esas son las que más voy llena.

 
Mi verdadera sepultura era mi secreto,

lo respeto tanto que por eso lo guardo

para que de entre tanta algarabía,

alguien recuerde que al menos uno no habló.

 
Mi desdicha almacenar,

en los anaqueles de mi estantería de valores,

a muchas personas

a quienes puedo enumerar por

orden analfabético.

 
Mi fobia,

la de ser humano,

emprender acciones sólo cuando algo le importa,

la inconsciencia de no preocuparse

por quienes aún no han nacido.

 
Mi sensación,

como estar en una diáspora,

entre personas que contienen ideas

e ideas necias que contienen a personas.

 
Mi riesgo era el de querer,

no el de que te dejen de querer,

sino el de saber y no poder hacerlo.

El riesgo de no poder beber cuando tienes esa sed.

 
Mi hambre, de paz,

de saborear en el paladar esa palabra

y no este comer sin ganas

en un buffet podrido.

 
Mi única avaricia, amar, en abundancia,
y así la codicia por amar sea un hábito compartido.

 
Mi justicia, la que da un beso,

la única capaz de curar

las alas rotas de aves de paso,

y de hacer que yo

sea sólo tú,

mi más grande homenaje.

 
Beatriz Casaus 2014 ©




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