No te salves
No te salves
No te quedes inmóvil al borde del camino
No congeles el júbilo, no quieras con desgana
No te salves ahora ni nunca, no te salves
No te llenes de calma
No reserves del mundo solo un rincón tranquilo
No dejes caer los párpados pesados como juicios
No te quedes sin labios, no te duermas sin sueño
No te pienses sin sangre, no te juzgues sin tiempo
Pero, si pese a todo no puedes evitarlo
Y congelas el júbilo y quieres con desgana
Y te salvas ahora y te llenas de calma
Y reservas del mundo solo un rincón tranquilo
Y dejas car los párpados pesados como juicios
Y te secas sin labios y te duermes sin sueño
Y te piensas sin sangre y te juzgas sin tiempo
Y te quedas inmóvil al borde del camino y te salvas
Entonces
No te quedes conmigo
Aquí estamos los pocos que hemos venido a romper moldes, prejuicios y estereotipos. Los que dudamos y lo clamamos en alto. Los que hablamos de nuestros miedos y mostramos nuestras inseguridades. Los que caminamos aunque esos miedos nos acompañen. Los que decimos lo que pensamos y nos mostramos tal como somos. Los que enseñamos nuestras emociones y vulnerabilidad. Planteamos cuestiones y sugerimos nuevas posibilidades.
Siempre ha habido dos tipos de personas, los que hacen y los que
observan lo que otros hacen.
Un caluroso abrazo a todos esos valientes.
Ser o estar, esa es la cuestión
Ser o estar.
Dos verbos que desde luego
no son lo mismo.
Hay gente que es
y hay que gente
que solo está.
Porque gente valiente hay poca.
Que digan lo que piensan,
lo que sienten,
con voz propia,
que se lancen,
que se mojen,
que tengan iniciativa,
con ganas de comprometerse
en cualquier ámbito,
que actúen según sus ideales
y valores.
Que sea auténtica,
natural,
transparente.
Hay miedo a sentir.
A darse.
A mostrarse.
Y yo me pregunto,
pero entonces,
¿para qué viven?
¿para qué estar
si no se es?
Beatriz Casaus 2024©
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