viernes, 11 de noviembre de 2011

Amor y sexo para dummies

Aquellos lejanos parientes del amor: autoengaño, esperanza y ya te llamaré.
La nula educación sentimental,
El inexplicable uso del desamor como arma de destrucción nociva para el corazón humano.

Las cosas que nunca se dijeron y se quedaron a medio camino entre el tintero y la paciencia desmesurada de una mejor amiga.

El descubrimiento sexual por la ausencia de ropa interior en las barbies y kenes.

Los amantes a los que nunca puse nombre.

Las primeras lecciones de las ilusiones rotas.

La desidia en los besos robados a los corazones no disponibles y desconectados.

El crimen de los arquetipos femeninos.

La ineficaz búsqueda de agradar al género contrario.

Los altos niveles de azúcar que se disparan en los cuentos que nos contaron de niñas y el mismo nivel de azúcar del carbón de los reyes magos.

La ceguera en las miradas de los que no saben apreciar las cosas que tienen.
Las lágrimas saladas que nunca se secaron.

Las amenas conversaciones íntimas mientras te depilan tus zonas íntimas.

Las confesiones embriagadas de los fines de semana a desconocidos.

Los baños en el océano de la desconfianza mutua.

La extraña razón en los consejos que te dan los que nunca se los aplican para sí mismos.

Los automáticos mecanismos de defensa cuando te das cuenta que le gustas a alguien.

El fácil recurso del darte a medias, refrigerando las sensaciones en la nevera de la lógica.

La creencia en la quimera de la proporción del cuerpo al devorar helados a cucharadas.

El reiterado uso del preservativo como prevención del enamoramiento nocturno.

Las incontrolables neurosis cuando no contestan a los mensajes que nunca deberían haber sido enviados.

Las aforadas discusiones en taxis cuando los semáforos están en rojo.

Los besos que me dieron en sueños y los que anhelaba por las mañanas al despertarme.


Las veces que me han reconocido como alma gemela cuando ni tan siquiera se reconocían a sí mismos como almas.

Todos los momentos que me he identificado con unos labios cuando lo único que hacían eran sonreírme,
sin sonreír.


Beatriz Casaus Julio 2010 ©

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