lunes, 31 de marzo de 2025

A blessing in disguise

 

“Cada uno ve lo no visible en proporción a la calidad de su corazón.” (Rumi) 

Hace poco tuve una caída aparatosa que me ha provocado una rotura de un hueso (cóccix) y para lo que a algunos pudiera resultar una relativa “desgracia”, para mí ha sido una bendición. Gracias a ello, solo he recibido cariño a raudales y un amor desmesurado así como un necesario tiempo para parar y descansar.

También ha sucedido un cambio inesperado (no a mí personalmente, pero me ha tocado muy de cerca) que considero ha sido un absoluto regalo de la vida para esa personita que tanto quiero y a quien se le presenta un horizonte nuevo de infinitas posibilidades. 

El autor del libro “Salir de la calle”, Ángel Custodio, @salirdela_calle, quien vivió durante nueve meses en la calle y salió de esa situación gracias a su fe de que todo saldría bien y su admirable optimismo, revela que gracias a aquella situación, su vida es ahora mucho mejor de lo que podría imaginar. Así como su propio desarrollo personal por el que ha avanzado a pasos agigantados. 

Estar vivo es un regalo, no lo demos por sentado ni un solo segundo y todo lo que nos ocurre también, si sabemos darle la vuelta a la tortilla y una lectura de aprendizaje a todo aquello que nos sucede. 

Me siento tremendamente agradecida por todos los cambios y aparentes vicisitudes que he tenido a lo largo de mi vida y a los que se presentan. Son regalos disfrazados. Hay una frase en inglés que lo describe perfectamente: ‘A blessing in desguise’.

Las cosas pueden cambiar de un momento al otro, por eso lo más inteligente es saber adaptarse al cambio, como bien decía Darwin. Yo siempre tengo una manía o ritual, que es brindar por todo aquello que me pasa. Celebrar siempre cada regalo disfrazado. Así las cosas se ven de otra manera. 🤗

¡Va por ustedes! 🥂🍾




lunes, 17 de marzo de 2025

Sacrificio

 “Habían descubierto la comunicación profunda que solo consiguen aquellos que tienen el coraje de vaciarse de contenidos y buscar en lo profundo de su ser lo que tienen para dar…” (Extracto del relato de “La Ciudad de los pozos” de Jorge Bucay)

 

He pasado un fin de semana genial en Formigal. Eso sí, traigo el cóccix fastidiado por una caída haciendo snowboard. Pero la belleza y a la vez la fría hostilidad de sus montañas se han impregnado en mí y esto es lo que escribí:

 

Sacrificio


Me he quedado ciega,

como enfocando mi atención

en lo que la vida me está reservando,

que aún no veo.

 

Solo percibo aquello que agradezco,

una parte de mí esfumada

en el sacrificio de una deuda.

 

Quiero habitar el silencio

de la nieve inmensa

 

no sé a dónde lleva.


También nieva dentro.

 

Ya no importa el camino de vuelta

conozco las pisadas.

 

Es inútil conocer

lo que uno no se atreve a caminar.

 

No quedan luces en el cielo

si te miro.

Eres blanco y a veces

te tiñes del color

de lo desconocido.

 

Por eso me cuesta encontrarte

ante este albar.

 

Se evalúan conceptos.

Pero sobre todo

es una evaluación a nuestros sueños.

Los que hemos ido perdiendo

 

al olvidarlos.

 

Se me resuelven las dudas

ante el infinito de este paisaje

porque sé que no lo voy a comprender.

 

Ni a mí.

 

 

Beatriz Casaus 2025 ©



domingo, 9 de marzo de 2025

El viaje más largo


¿Cómo viví personalmente la alineación histórica de planetas en Piscis en conjunción con el Nodo Norte del pasado fin de semana? Pues concerté una cita conmigo misma (aprovechando que mi pareja tenía un compromiso) y me permití vivir ese momento tal y como la tendencia energética apuntaba a ser vivido, que es yendo hacia dentro, escuchándome y sintiendo. 

Con tantos planetas en Piscis y en conjunción con el Nodo Norte también en Piscis, que es hacia donde nos dirigimos como humanidad, se trataba de un momento no de hacer, sino de sentir. 

Así que utilicé mi maravilloso puff de yoga que me regalaron unas buenas amigas y seguí la inclinación de los astros que nos animaban a estar tranquilos con nosotros mismos, para que todo fluya. Y ha sido genial, la verdad. Aquí os dejo mis sensaciones después de mi cita, jeje. 


El viaje más largo, grande e importante que podemos emprender, es siempre hacia dentro. Y yo me he regalado el tiempo y el espacio silencioso para lograr iniciar ese viaje sin retorno. 

Hay que ser muy valiente para enfrentarse a estar a solas con uno mismo. La mayoría de la gente lo evita evadiéndose de múltiples formas, porque no es fácil escuchar aquellos sentimientos y necesidades que hemos ido acumulando y que no hemos hecho caso. 

Me permití rendirme, sin resistencia. Soltando el control y dejando fluir las emociones estancadas. Escuchando mi corazón y habitando el silencio. Y conseguí una sensación indescriptible de que “todo está bien”. 

Soy una persona bastante autocrítica que se machaca constantemente por hacer más, aprender más y como si nunca fuera suficiente. Normalmente me exijo mucho pensando en cómo ser mejor e incluso a veces siento como si me faltara tiempo para realizar todo lo que está aún por hacer. 

Por eso corro de un lado a otro siempre con prisas como el personaje del conejo de “Alicia en el país de las maravillas” que repetía mientras corría “Llego tarde, llego tarde”, y la pregunta es ¿a dónde llego tarde? quizá la respuesta sea a mí misma. A mi destino llego tarde, a estar dentro de mí. 

Sin embargo sentí como si me hubiera sumergido en un océano donde todo está bien. Donde se me acepta exactamente tal y como soy sin necesidad de mejorar más o de hacer más o de llegar más lejos. 

Una aceptación reconfortante e incondicional inundó mi corazón de par en par. Y ello me llevó irremediablemente a un estado profundo de paz y sosiego en el que se me permitía ser yo. En el que no necesitaba nada ni a nadie. 

Entendí que todo lo que he hecho hasta ahora está bien. Sin reproches, sin culpas, remordimientos, ni juicios. La frase “todo está bien” resonaba sin cesar en mi cabeza. Está bien estar donde estoy. Lo que he hecho hasta ahora está bien. Está bien ser yo y cómo soy. 

Es como si me fundiera y disolviera dentro de un abrazo cálido e infinito que calmara todo el cortisol acumulado por intentar llegar a otro lugar, siempre más lejos de donde estoy, que es yo misma ahora. 

Una búsqueda siempre escurridiza hacia una perfección que no llega, porque no existe en esta realidad. Por lo tanto es una utopía o ciencia ficción querer alcanzarla. 

El espacio más sagrado que existe es dentro de cada uno de nosotros porque es ahí dentro donde se está verdaderamente a salvo. No hace falta ir a ningún otro lugar ni llegar a convertirme en alguien que no sea yo en este preciso momento. 

Cuánta paz sentí en ese océano interior. Llegar al mejor sitio del mundo en un viaje sin fin al destino más cercano y valioso. Dentro de mí. 


Beatriz Casaus 2025 ©