domingo, 26 de enero de 2014

¿Aceptamos?


“Acepto” es un texto publicado en 2003 por “Amistad sobre la Tierra”, para conmemorar el triste aniversario de los acontecimientos del 11 de septiembre y que fue leído entre otros, en la radio francesa NSEO.com. Nos recuerda severamente el contrato social que aceptamos con prórroga. Un acuerdo tácito que firmamos cada mañana al despertar y simplemente nos CONDENA a no hacer nada. Es algo más que una crítica social, en este breve texto se destacan los hechos resultantes de nuestra innegable predilección por la comodidad, la indiferencia y la marginación. Sé que resulta incómodo de leer, sobre todo para aquellas personas que viven felices dando la espalda a lo que de verdad ocurre, pero creo que es necesario que se haga saber, que se publiquen textos como este y que sobre todo, tomemos conciencia, aunque sintamos que no es suficiente. Muchísimas gracias por leerlo.


¿ACEPTAMOS EL CONTRATO?

 Recalco que el siguiente texto no está escrito por mí, pero poco importa porque comparto absolutamente todo lo que en él se dice.
 
Son irrelevantes nuestras creencias o nuestras ideas políticas, el sistema instituido reposa en el acuerdo tácito de un tipo de contrato aprobado por cada uno de nosotros que a grandes rasgos expone:

Acepto la competitividad como base de nuestro sistema, aunque soy consciente de que este funcionamiento engendra frustración y cólera a la inmensa mayoría de los perdedores.

Acepto que me humillen y que me exploten a condición de que se me permita humillar o explotar a otro que ocupe un lugar inferior en la pirámide social.

Acepto la exclusión social de los marginados, de los inadaptados y los débiles porque considero que la carga que puede asumir la sociedad tiene sus límites.

Acepto remunerar a los bancos para que ellos inviertan mi sueldo a su conveniencia y que no me den ningún dividendo de sus gigantescas ganancias (que servirán para atracar a los países pobres, hecho que acepto implícitamente). Acepto también que me descuenten una fuerte comisión por prestarme dinero, dinero que proviene exclusivamente de los otros clientes.

Acepto que congelemos o tiremos toneladas de comida para que los cursos bursátiles no se derrumben, en vez de ofrecérsela a los necesitados y de permitir a algunos centeneras de miles de personas no morir de hambre cada año.

Acepto que sea ilegal poner fin a tu propia vida rápidamente, en cambio tolero que se haga lentamente inhalando o ingiriendo sustancias tóxicas autorizadas por los gobiernos.

Acepto que se haga la guerra para así hacer reinar la paz.

Acepto que en nombre de la paz el primer gesto de los Estados, sea la defensa. Entonces acepto que los conflictos sean creados artificialmente para deshacerse del stock de armas y así permitir a la economía mundial que siga avanzando.

Acepto la hegemonía del petróleo en nuestra economía, aunque es una energía muy costosa y contaminante y estoy de acuerdo en impedir todo intento de sustitución si se desvelara que hemos descubierto un medio gratuito e ilimitado para producir energía.

Acepto que se condene el asesinato de otro humano, salvo que los gobiernos decreten que es enemigo y le maten.

Acepto que se divida la opinión pública creando unos partidos de derecha e izquierda que tendrán como pasatiempo la pelea entre ellos haciéndome creer que el sistema es democrático y está avanzado.

Acepto toda clase de división posible con tal que esas divisiones me permitan focalizar mi cólera hacia los enemigos designados cuando se agiten sus retratos ante mis ojos.

Acepto que el poder de fabricar la opinión pública, antes ostentado por las religiones, esté hoy en manos de hombres de negocios no elegidos que son totalmente libres de controlar los Estados, porque estoy convencido del buen uso que harán con él.

Acepto la idea de que la felicidad se reduzca a la comodidad, al amor al sexo y la libertad de  satisfacción de todos los deseos, porque es lo que me repite la publicidad cada día. Cuanto más infeliz soy, más consumo.

Acepto que el valor de una persona sea proporcional a su cuenta bancaria, que se aprecie su utilidad en función de su productividad y no de sus cualidades, y que sea excluido del sistema si no produce lo suficiente.

Acepto
 que se recompense cómodamente a los jugadores de fútbol y a los actores y mucho menos a los profesores y los médicos encargados de la educación y de la salud de las futuras generaciones.

Acepto que se destierre de la sociedad a las personas mayores cuya experiencia podría sernos útil, pues, como somos la civilización más evolucionada del planeta (y sin duda del universo) sabemos que la experiencia ni se comparte ni se transmite.

Acepto que se me presenten noticias negativas y aterradoras del mundo todos los días, para que así pueda apreciar hasta qué punto nuestra situación es normal y cuánta suerte tengo de vivir en Occidente. Sé que mantener el miedo en nuestros espíritus sólo puede ser beneficioso para nosotros.

Acepto que los industriales, militares y jefes de Estado celebren reuniones regularmente para, sin consultarnos, tomar decisiones que comprometen el porvenir de la vida y del planeta.

 Acepto consumir carne bovina tratada con hormonas sin que explícitamente se me avise. Acepto que el cultivo de OGM (Organismos Genéticamente Modificados) se propague en el mundo entero, permitiendo así a las multinacionales agroalimentarias patentar seres vivos, almacenar ganancias considerables y tener bajo su yugo a la agricultura mundial.
Acepto que los bancos internacionales presten dinero a los países que quieren armarse y combatir, y que así elijan los que harán la guerra y los que no. Soy consciente de que es mejor financiar a los dos bandos para estar seguros de ganar dinero y prolongar los conflictos el mayor tiempo posible con el fin de poder totalmente arrebatar sus recursos si no pueden reembolsar sus préstamos.

Acepto que las multinacionales se abstengan de aplicar los progresos sociales de Occidente en los países desfavorecidos. Considerando que ya es una suerte para ellos que los hagan trabajar. Prefiero que se utilicen las leyes vigentes en estos países que permiten hacer trabajar a niños en condiciones inhumanas y precarias. En nombre de los derechos humanos y del ciudadano, no tenemos derecho ejercer injerencia.

Acepto que los laboratorios farmacéuticos y los industriales agroalimentarios vendan en los países desfavorecidos productos caducados o utilicen substancias cancerígenas prohibidas en Occidente.
Acepto que el resto del planeta, es decir cuatro mil millones de individuos, pueda pensar de otro modo a condición de que no venga a expresar sus creencias en nuestra casa, y todavía menos a intentar explicar nuestra Historia con sus nociones filosóficas primitivas.

Acepto la idea de que existen sólo dos posibilidades en la naturaleza, a saber: cazar o ser cazado, y si estamos dotados de una conciencia y de un lenguaje, ciertamente no es para escapar de esa dualidad, sino para justificar por qué actuamos de ese modo.
Acepto considerar nuestro pasado como una continuación ininterrumpida de conflictos, de conspiraciones políticas y de voluntades hegemónicas, pero sé que hoy todo esto ya no existe porque estamos en el súmmum de nuestra evolución, y porque las reglas que rigen nuestro mundo son la búsqueda de la felicidad y de la libertad para todos los pueblos, como lo oímos sin cesar en nuestros discursos políticos.

 Acepto sin discutir y considero como verdades todas las teorías propuestas para la explicación de los misterios de nuestros orígenes. Y acepto que la naturaleza haya podido dedicar millones de años para crear a un ser humano cuyo único pasatiempo es la destrucción de su propia especie en unos instantes.

Acepto la búsqueda del beneficio como fin supremo de la Humanidad y la acumulación de riqueza como realización de la vida humana.

Acepto la destrucción de los bosques, la casi desaparición de los peces en los ríos y en nuestros océanos. Acepto el aumento de la polución industrial y la dispersión de venenos químicos y de elementos radiactivos en la naturaleza.

 Acepto la utilización de toda clase de aditivos químicos en mi alimentación, porque estoy convencido de que si se añaden es porque son útiles e inocuos.

Acepto la guerra económica que actúa con rigor sobre el planeta, aunque siento que nos lleva hacia una catástrofe sin precedentes.
Acepto esta situación, y supongo que no puedo hacer nada para cambiarla o mejorarla.

 Acepto ser tratado como ganado porque definitivamente pienso que no valgo más.

Acepto no plantear ninguna cuestión, cerrar los ojos sobre todo esto y no formular ninguna oposición verdadera, porque estoy demasiado ocupado por mi vida y mis preocupaciones.

Incluso acepto defender a muerte este contrato si usted me lo pide.

 Acepto pues, en mi alma y conciencia y definitivamente esta matrix triste que usted coloca delante de mis ojos para abstenerme de ver la realidad de las cosas.
 
(Publicado por Amistad sobre la Tierra en 2003)

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