“Donde entra el sol, no entra el médico.” (Hipócrates)
“Un milagro sucede cuando cambias lágrimas por oración y miedo por Fe.” (San Francisco de Asís)
“Es mucho más importante qué persona tiene la enfermedad que qué enfermedad tiene la persona.” (Hipócrates)
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| Pantallazo que hice del documental "Heal" |
Lo que voy a contar a continuación es un hecho real que ocurrió en julio de 2024. Me sucedió a mí y a mi pareja y, aunque es una anécdota increíble que nuestros conocidos ya saben, siento que es importante compartirla aquí, en un espacio donde más personas puedan leerla y comprender el poder de la curación y la Fe. No me había atrevido a contar esto antes, porque se requiere coraje para hacerlo. Pero he llegado a un punto de mi vida en el que ya no me enfoco en lo negativo que pueda despertar lo que comparto, sino en lo positivo que puede generar.
En julio del año pasado, mi pareja, nuestro perro y yo fuimos a un camping en pleno Pirineo francés. Íbamos a salir de ruta, pero aunque lo intentamos con chubasqueros, la lluvia hacía la caminata demasiado difícil. Decidimos posponerla para el día siguiente, cuando el tiempo sería mejor. Además, ese día a él le dolía bastante la espalda. Tiene siete hernias y, a veces, el dolor es complicado. Así que lo dejamos para más adelante.
Aprovechamos para acercarnos a Lourdes, en el sur de Francia, porque mi pareja sabe que siempre había querido ir, y me sorprendió llevándome porque sabía que me haría ilusión. En otros viajes anteriores también habíamos estado en Fátima (Portugal) y en Covadonga (Asturias).
Soy una persona muy intuitiva; enseguida capto las energías de los lugares, y allí la energía era sobrecogedora. Además una intensa paz envolvía todo aquello. Desde el momento en que llegué, y durante las tres horas que pasamos recorriendo el lugar, sentí una presencia de amor y bondad indescriptible. Mi corazón se desbordaba. Tanto, que empecé a llorar de emoción. Era como si algo dentro de mí se estremeciera de forma profundamente conmovedora, pero positiva. Una emoción de amor tan intensa que jamás la había sentido en ningún otro sitio.
Mi pareja no es espiritual ni creyente; aun así, siempre me dice que si algo me hace feliz, a él le da paz. Y así fue. No se quejó en ningún momento, el pobre. Incluso le vi calmado y relajado, contagiado por cómo yo estaba viviendo aquel lugar. Por mi parte, no soy beata, ni monja, ni santa ni nada de eso. Pero profeso una gran Fe tanto a Jesucristo como a la Virgen y a Dios, desde que era muy pequeña.
Había personas de muchos países que llegaban en autobuses y hacían cola para ser bañadas en unas piscinas con fines de curación. Todo el mundo era amable y bondadoso. Después de recorrer el lugar y encender una vela, le dije que podíamos irnos; él no me metió prisa, porque sabía cuánto estaba disfrutando de aquel lugar sagrado.
Ya de camino a la salida, vi unas fuentes donde la gente recogía agua para llevársela. El agua de Lourdes es conocida por su carácter milagroso, así que, en un impulso, le pedí que nos detuviéramos y se levantara la camiseta por la espalda. Sonrió porque intuyó lo que iba a hacer. Me hizo caso. Cogí agua de la fuente y la puse en la zona donde le dolía, mientras pedía en voz alta a la Virgen que, por favor, curara su espalda.
Después regresamos al camping. Durante el camino de vuelta nos entró un sueño muy profundo así que decidimos dormir una siesta. El sueño fue tan intenso que nos despertamos cuatro horas después, ya de noche. No dábamos crédito porque no solemos dormir siestas tan largas. Nos íbamos a preparar para salir a cenar cuando, al levantarse, mi pareja me dijo visiblemente sorprendido: “No te lo vas a creer: no me duele absolutamente nada.” ¡Y claro que le creía! Le abracé y di gracias a la Virgen en voz alta.
Desde ese día, aquel dolor nunca volvió. De vez en cuando siente alguna molestia muscular en el lumbar, pero nada comparable a los dolores anteriores. Meses después tenía una revisión de sus hernias y, al hacerse la resonancia, el médico no entendía nada. Le dijo que, comparándola con la de 2010, no había rastro de las siete hernias. Que no sabía cómo explicarlo. Habían desaparecido por completo.
Mi pareja me dijo que, desde aquel día en Lourdes, jamás volvió a dolerle. Él no tiene seguro si aquello sucedió como causa directa del agua de la Virgen, por casualidad o lo que fuera, pero yo sí estoy segura de ello. No compartió con el médico lo que había sucedido, pero lo cierto es que las dos resonancias fueron una evidencia científica y empírica de un caso de curación. Al menos, para mí sí.
Mi pareja respeta profundamente mis creencias y me apoya, igual que yo le escucho cuando habla de lo que le apasiona. Existe un respeto y un aprendizaje mutuo. Pero él no es espiritual ni nada por el estilo, más bien diría que todo lo contrario. Es terrenal, lógico, escéptico y extremadamente racional. Por eso somos complementarios: él me aporta pragmatismo, claridad, lógica y raciocinio; y yo, espiritualidad, empatía, creatividad y fantasía. Nos admiramos y nos sostenemos desde esa diferencia. Siempre le digo que es como Santo Tomás, fiel a la frase “si no lo veo, no lo creo”, como cuando necesitó meter el dedo en la herida del costado de Jesús para creer que había resucitado.
Con este relato verídico, solo quiero invitaros a abrir la posibilidad de que esto es real. Y le ha pasado precisamente a la persona más escéptica y menos creyente que conozco. La curación espontánea existe, como existen muchas otras formas de sanación que aún no comprendemos. Abramos la mente e indaguemos un poco. Por supuesto siempre hay que seguir las indicaciones médicas, pero, invito a que estemos abiertos a nuevas posibilidades si pueden sumar.
No voy a entrar en debates sobre la actual medicina ni la industria farmacéutica; no estoy aquí para eso. He aprendido que mi opinión personal no debo darla a la ligera sobre temas tan controvertidos. Sé que en ella hay personas que trabajan con la genuina intención de mejorar la salud de otros. Pero también sabéis que soy crítica con ciertos aspectos. Así que dejaré en el aire estas preguntas, para que resuenen como un eco e inviten a reflexionar:
¿Es una de las "industrias" que más dinero gana? ¿Tienen los mismos inversores y accionistas que la industria alimentaria? ¿Existe persecución y desprestigio hacia otro tipo de medicina? ¿El médico prescribe sin antes preguntarte si haces deporte, alimentación, hábitos tóxicos, si duermes bien, si tomas el sol o si pasas tiempo en la naturaleza así como por tus problemas emocionales? ¿Por qué no existe una cultura de la salud, sino solo un enfoque en la enfermedad? ¿Hay cada vez más enfermedades en gente joven? ¿Hay relación directa entre ciencia y financiación?
Recomiendo el documental Heal en Amazon Prime. Me gustó bastante ;) Y la película “El jardinero fiel” de 2005 con Rachel Weisz y Ralph Fiennes.
¡Súper abrazo!
Beatriz Casaus 2025 ©



