domingo, 21 de diciembre de 2025

El maravilloso sentido de la vida

 “En verdad muchas cosas dejaron de importarme. Y me alegro. Que me roben las maletas y yo pueda viajar con las manos libres.” (Alejandra Pizarnik)

"Entre las cosas hay una de la que no se arrepiente nadie en la tierra. Esa cosa es haber sido valiente." (Jorge Luis Borges)

Vistas del amanecer en lo alto de una montaña en Pirineos :)


Al final el tiempo se me echó encima y no pude hablar cuando tocaba de la temporada Sagitario (ayer entró el Sol en Capricornio). Aun así, merece la pena detenerse aquí, porque la semana pasada vivimos un stellium muy significativo en Sagitario: el Sol, la Luna, Mercurio, Venus y Lilith coincidieron en este signo. Y este tránsito no es menor, porque trae sabiduría a través de la experiencia. Conozco bien esta energía porque tengo un Sagitario fuerte en mi carta, con Marte, Neptuno y Urano ahí. 

En el caso de Lilith, es una posición destacable, ya que permanecerá en Sagitario hasta septiembre de 2026. Esta posición es especialmente relevante porque señala una quema de dogmas, una rebelión contra las creencias limitantes y una profunda búsqueda de la verdad. Se van a cuestionar las figuras de autoridad, los maestros y los gurús; se caerá la fe ciega y se despertará la necesidad de pensar por uno mismo, de construir una verdad propia en vez de heredarla. 

Después de la oscuridad atravesada durante el mes de Escorpio, llega la luz al final del túnel con Sagitario. Pasamos de una energía de purga, introspección y terapia profunda a una vibración más optimista y expansiva. Ya no se trata de concentrarse de forma intensa y focalizada en lo emocional, como hacía Escorpio, sino de ampliar la mirada. El enfoque es más general, panorámico y holístico. Toca aligerar el peso, recuperar la risa y volver a disfrutar. 

Sagitario busca sentido a la vida, y al confiar en que todo forma parte de un bien mayor, en que incluso lo difícil tiene un propósito, encuentra esperanza y positividad. Desde esa fe interior nace su alegría. Aunque, en su sombra, puede tender a vivir refugiándose en un optimismo constante, casi un sesgo "happy", por el que a veces evita profundizar. 

Es el signo del conocimiento y la expansión. Está profundamente vinculado a los estudios superiores, la maestría, la enseñanza y los viajes que ensanchan la mente y el espíritu. Representa el optimismo, la positividad, la independencia, la fe y la esperanza. Es la búsqueda constante de la verdad, la confianza en la vida, la filosofía que intenta comprender lo real y darle sentido. Bajo su influencia, todo tiende a ampliarse y solucionarse: las historias se resuelven y los caminos se abren, porque está regido por Júpiter, el gran benefactor del zodíaco, símbolo de suerte, oportunidades y crecimiento. 

Sagitario ofrece guía y enciende la luz del corazón. Es una energía profundamente divina, asociada a Júpiter, (como he comentado antes) al que se considera simbólicamente una segunda estrella. Júpiter está vinculado a la idea de Dios (Zeus en la mitología griega) y representa la protección y el sentido trascendente de la vida. 

Sin embargo, al ser un principio de expansión, su influencia puede traducirse también en falta de medida: tendencia a crecer sin control, a los excesos, a engordar, a gastar de más o a desbordarse en cualquier plano, porque Júpiter amplifica todo lo que toca. Por eso necesita a Saturno como contrapeso, como límite y estructura, ya que por sí solo no conoce frontera. Júpiter rige las religiones, las sectas y los maestros espirituales, así como la felicidad y el goce que llegan después del sufrimiento profundo, tras haber descendido al "infierno" escorpiano. Con Sagitario, toca volver a disfrutar y hacerlo a lo grande. 

Géminis es la polaridad de Sagitario, su complemento y opuesto perfecto. Ambos se necesitan y se equilibran. Mientras Sagitario busca la verdad última, el sentido y la visión global, Géminis se mueve en el terreno del dato, la curiosidad, la pregunta y la información. Cuando este eje funciona en armonía, la sabiduría nace del diálogo entre conocimiento y experiencia, entre fe y pensamiento crítico. Cuando se desequilibra, Sagitario puede volverse dogmático y Géminis disperso. Juntos recuerdan que no hay verdad sin preguntas, ni preguntas que no conduzcan a un sentido mayor.

Sagitario es el signo de la aventura por excelencia. Es el explorador del zodíaco, el aventurero, el espíritu nómada, el Indiana Jones que tiene un llamado irresistible hacia lo desconocido y la aventura. Encierra la energía de la acción y del salto al vacío con confianza. Necesita movimiento, desafío y horizonte. Ante cualquier posibilidad nueva, su reacción es inmediata y entusiasta. Encarna la energía de la ideología, las creencias y los grandes sistemas de pensamiento. Su principal desafío evolutivo es atreverse a cuestionar las estructuras mentales más arraigadas, aquellas ideas que han elevado a la categoría de verdad absoluta. En su sombra, puede caer fácilmente en el fanatismo. Aferrarse a una visión del mundo que deja de escuchar otras perspectivas. A lo largo de mi vida he conocido a varios Sagitario que, desde su sombra, han tratado de imponerme sus ideas como si fueran verdades incuestionables. 

Aquí se manifiesta su gran contradicción, ya que suele asociarse a Sagitario con el buen rollo, la alegría y la apertura, cuando en realidad, si esta energía se desequilibra, puede volverse rígida, dogmática e incluso extremista. La fe que lo impulsa a expandirse puede transformarse, si no se revisa, en una creencia cerrada que limita en lugar de liberar. Por lo tanto, el desafío es aprender a romper sus creencias. Escuchar a personas que piensan diferente. Darse cuenta de ciertas cosas de la realidad que quizá no contemplan. Los políticos, por ejemplo, son la encarnación de esa energía desequilibrada. No se escuchan, porque si se escucharan, se darían cuenta de que ambos lados tienen cosas que son ciertas. 

Por otro lado, se trata de la energía del fuego cósmico que invita a conquistar nuevos horizontes. Es un signo que necesita estímulos de ir más allá, de conocimiento, de crecimiento. Es el filósofo de la vida, cuando se desarrolla plenamente. Hay Sagitarios que les gusta la dolce vita y se dedican a una vida acomodada o burguesa, pero el Sagitario que se desarrolla plenamente tiende a buscar amplitud de miras, de conocimiento, de fronteras, por eso es un signo que viaja mucho, que conoce el extranjero, que es cosmopolita, que no para de estudiar o aprender, y a ir más allá de los límites tradicionales del entorno. 

La casa 9 es la casa natural de Sagitario y está directamente relacionada con todo este impulso de expansión y búsqueda de sentido. Las personas con planetas en la casa 9 suelen ser grandes viajeras, tienen gran facilidad para aprender idiomas y una marcada apertura cultural; no es raro que pasen gran parte de su vida en el extranjero o mantengan un fuerte vínculo con otros países. Uno de mis mejores amigos tiene el Sol en la casa 9 y es un ejemplo perfecto de esta energía: habla varios idiomas, ha vivido durante años fuera de su país de origen y cada año emprende viajes a culturas lejanas. 

Como comento, esta energía propicia las relaciones con el extranjero y favorece las actividades vinculadas al comercio exterior, los intercambios culturales y la apertura al mundo. En el plano personal, impulsa el movimiento constante, el disfrute del aire libre, las actividades deportivas y una fuerte necesidad de sentirse en libertad. También estimula los viajes y el contacto con otras culturas como vía de conocimiento. Siempre me gusta instar a la gente joven a que pase como mínimo un año fuera de su país y que aprenda otro idioma. Yo tuve la oportunidad de irme un año y medio a los 16 años a Estados Unidos y fue vital para mi desarrollo personal. 

En su versión desequilibrada, puede manifestarse como una actitud evasiva o negadora de la realidad, acompañada de orgullo, soberbia o arrogancia. Recordemos que está regido por Júpiter, antiguo Dios de los griegos y a veces puede derivar en un endiosamiento o altivez. Al no conocer límites, algunas personas bajo esta energía pueden hablar en exceso, imponerse, resultar invasivas o incluso prepotentes. Pueden sobrevalorar sus capacidades y a pensar que siempre tienen la razón, confundiendo expansión con superioridad. 

Como siempre recalco, aquí estoy hablando del arquetipo Sagitario, no de una etiqueta cerrada. También me gusta insistir en que el signo solar no explica quién eres de forma completa. Siempre se dice: "Eres Leo", "Eres Piscis", como si eso definiera toda nuestra identidad, y de ahí nace la confusión cuando no nos reconocemos plenamente en nuestro propio signo. El Sol describe nuestra esencia, el punto de partida del alma, el proceso de encarnación, la dirección evolutiva. Pero no lo explica todo. Para comprendernos de verdad es necesario observar el conjunto completo de la carta natal, porque puede ocurrir que tengas el Sol en un signo de fuego, pero la Luna en un signo de tierra o una fuerte predominancia de agua en la carta. En ese caso, es natural que no se identifique del todo con la descripción clásica del signo solar. La carta es un mapa completo, no solo una pieza. 

Esta temporada ya finalizada de Sagitario ha sido un momento excelente para iniciar aquello que habíamos ido postergando, para atrevernos a probar lo que nos daba miedo y para hacer cosas que ni siquiera imaginábamos que seríamos capaces de intentar. Bajo la energía de Sagitario, el alma se expande. Nos animamos a dar un paso nuevo, rompemos patrones y nos dejamos sorprender por nosotros mismos. Ha sido también una etapa marcadamente social, en la que nace el deseo de compartir, de salir, de encontrarnos con otros. En mi caso, llevo un mes de disfrutar con amigos maravillosos. He aprovechado bien esta energía y, con la llegada de la Navidad, ese impulso de conexión y celebración continúa. 

En el fondo, Sagitario nos recuerda algo esencial: que la vida no está hecha para ser comprendida, sino para ser vivida, para disfrutarla. Nos ha invitado a levantar la cabeza, a confiar. A dejar de tener la razón, para ser feliz. A seguir buscando, a ampliar la mirada. Nos enseña a ir hacia delante, a que demos el paso con fe, que riamos, que nos transformemos a través de la experiencia. Y quizá, viajando más ligeros (como indica la cita que abre esta entrada de la poetisa Alejandra Pizarnik) con menos dogmas y más curiosidad, es cuando la vida recupera su maravilloso sentido. 

¡Os mando un fuerte abrazo! 


Beatriz Casaus 2025 ©







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