Antes me sentía mal por no ser como los demás. Intentaba encajar en ambientes que no eran los que me gustaban y con personas que no eran como yo. Me forzaba a mí misma y me reprendía por ello, pero eso me generaba rechazo a muchos niveles y la mayor pérdida posible, la de mí misma.
Me perdí intentando agradar a los demás y olvidé quién era yo, buscando aprobación exterior. No escuchaba mi propia voz y permanecía callada para agradar y ser aceptada. Y en realidad, la culpa no era de ellos, ni de nadie, pero la única responsable en permitir aquello era yo. Pues La primera persona que se trataba mal a sí misma estaba siendo yo. Me boicoteaba. Era una “people pleaser” en toda regla.
Pero un día no sé cuándo exactamente, me empecé a ver a mí. Con los años y terapia aprendí a darme mi espacio, a ponerme en primer lugar y a aceptar que hacer eso no me hacía ni egoísta ni peor persona, sino que era lo sano y natural.
Me di cuenta de que mi valor era el mismo que el del otro y por lo tanto merecía el mismo respeto por mi parte.
Ahora encuentro una satisfacción inmensa en decir NO y en hacer lo que siento y lo que quiero y no lo que los demás quieren o esperan de mí. Intentando no hacer daño, claro, aunque a veces se haga sin querer.
Dar a los demás está bien, pero darse a uno mismo, es igual de importante. Las personas “dadoras” estamos en muchas ocasiones descompensadas en nuestras relaciones personales, y solemos atraer a personas que se aprovechan de nuestra falta de límites. Por eso es importante reconocerlo y gestionarlo.
Ahora lo que valoro es la autenticidad y esa individualidad que nos hace únicos y diferentes del resto, sobre todo cuando la gran mayoría tiene poca conciencia del otro y busca su única satisfacción personal.
Poca gente busca activamente ser mejor persona, la mayoría solo busca complacer sus intereses particulares y tiene una gran conciencia de su "yo". Hay pocas personas que piensan en los demás, que escuchan, que pidan perdón, que sean amables, empáticos y que intenten aprender de sus errores.
Hay incluso, algunas personas, que simplemente están en nuestras vidas para enseñarnos a no ser como ellos. Esa es su labor por alguna razón que desconocemos y lo importante es agradecérselo en silencio pero seguir adelante sin ellas.
Atreverse a ser uno mismo y aceptarse tal cual uno es, puede ser un trabajo que lleve toda la vida o que se nazca con ello. Pero lo importante es hacerlo. Sobre todo respetarse a uno mismo. Convertirte en la persona que te gustaría conocer. En alguien a quien admirarías.
Comparto esto no solo como proceso catártico para mí, sino para dar esperanza. Del boicot a uno mismo, también se sale.
Fuerza para todos aquellos que tienen un día malo, para los que sufren en entornos en los que no encajan, en ambientes que no sienten como suyos o marcados por la tensión cotidiana. Aguantando situaciones difíciles con personas abusadoras. Para todos aquellos, vosotros sois importantes y valéis la pena. Merecéis lo mejor y todo lo bueno. ¡Un abrazo inmenso!
Beatriz Casaus 2025 ©
No hay comentarios:
Publicar un comentario